Exterior, noche. Una plaza celebra las típicas fiestas del pueblo durante el mes de agosto. En el escenario, un conjunto musical sacude los oídos y los cuerpos de la gente. Algo llama la atención del cantante. Es un niño de unos diez años, al que invita al escenario.

El niño sube emocionado. El cantante le pregunta: ¿Cómo te llamas? El niño mira nervioso a uno y otro lado, está bloqueado, no puede hablar, pero de pronto estalla en un arrebato y grita: ¡Arriba España! El cantante le vuelve a preguntar: ¿Cómo te llamas? Y el niño repite: ¡Arriba España! El cantante pregunta: ¿Te llamas Arriba España? Y el niño responde: ¡Arriba España! ¿No sabes decir otra cosa? pregunta el cantante. ¡Arriba España!, responde el niño.

Interior, día. Un aula de la ESO. El profesor imparte clase. En un momento de alboroto, un alumno exclama: ¡Arriba España! El profesor hace un paréntesis, explica que no es lo mismo decir eso que por ejemplo: Viva España. Explica que Arriba España es un lema falangista, que se usaba para exaltar una dictadura. El alumno responde que le da igual, que él no lo dice por eso. ¿Por qué lo dices, entonces? pregunta el profesor. Porque me da la gana, responde el alumno. ¿Crees que es una casualidad? Sí, claro, es una casualidad. Yo no sabía nada de todo eso. Y además me da igual.

Interior, noche. Mitin de Vox. Santiago Abascal explica la siguiente frase: «Solo los millonarios pueden permitirse el lujo de no tener patria». La dijo unos días antes, en el debate a cinco. Después le afearon que citara a Ramiro de Ledesma, un falangista de los años 30. Ahora Abascal explica ante los suyos que su frase no la ha sacado de Ledesma, que simplemente coincide, y que a él le da igual quién la dijera, porque es verdad. Y eso es lo único que le importa.

Internet, noche. Lunes post electoral. Rosalía tuitea: «Fuck Vox». Inmediatamente, los community managers de Vox tiran de argumentario y contestan: «Solo los millonarios como tú pueden permitirse el lujo de no tener patria».

Cuatro escenas. Cuatro mensajes. Tan sencillos. Y ahí precisamente reside su poder. Cuando Abascal niega que esté citando a un falangista no intenta engañarnos.

Está operando un cambio mucho más profundo. Intenta enterrar el contenido histórico e ideológico de su política en el inconsciente. Es del inconsciente de donde sale el grito liberador de un niño que estaba bloqueado y no era capaz de decir su nombre. Es en el inconsciente donde está parte de la historia de España que hace que un chaval sienta el impulso de decir Arriba España pero se niegue a aceptar de dónde proviene esa expresión. Porque el inconsciente funciona así: bloquea una realidad del pasado para poder liberarla en el presente. Y los mensajes políticos que realmente calan no son los que se escriben en un discurso, son los que se inscriben en el inconsciente.

Por eso el Tweet de Rosalía es la mejor arma que se ha utilizado hasta ahora contra la ultraderecha. Porque 'Fuck Vox' no es un insulto, no es una frase, y mucho menos un argumento. Oponer argumentos a un bloqueo del inconsciente es como intentar comerse la sopa con tenedor.

El tweet de Rosalía es una carga de profundidad. Lo importante no es lo que dice. En ninguna de esas dos palabras podemos encontrar rastro de feminismo, de la dignidad de las clases populares o de alguno de los valores éticos y estéticos que ha puesto en juego la cantante. Lo importante es precisamente que no lo dice, pero todo eso late en el interior de su expresión. Es el eco de una constelación de ideas que ahora ya cualquiera puede entender, repetir y, lo que es más importante, sentir con toda la fuerza del inconsciente colectivo.