En carne viva. Así están las relaciones entre el Gobierno local del PP y su socio de Ciudadanos, Mario Gómez, que se ha empeñado en poner orden a los contratos del Ayuntamiento de Murcia, empezando por los que se han adjudicado a dedo a Urbamusa, la empresa pública que estuvo comandada durante años por uno de los máximos colaboradores del alcalde José Ballesta y que acabó dimitiendo de concejal por los famosos audios.

El detonante ha sido el servicio de la ORA, que ha caído en manos de la urbanizadora municipal, que dirigió antaño Roque Ortiz, sin que esté el expediente completo (faltan varios informes) y sin haber sido aprobado por el pleno municipal, tal y como establecen las normas, un olvido que tampoco está dispuesto a pasar por alto el portavoz de los socialistas municipales, José Antonio Serrano. El concejal del primer grupo de oposición asiste atónito y también, sin duda, frotándose las manos, al toma y daca de los populares y los naranjas y ha decidido entrar poniéndose, como es lógico, de parte de Gómez que quiere imponer una forma de trabajar en la Glorieta más transparente y menos clientelar.

Serrano ha visto ahí una rendija con la que herir a los populares y acercarse al calor de Cs por si en un futuro hay que tejer alianzas dependiendo del contexto que resulte de las cuitas que hay en Madrid, tanto de su partido, con pactos de gobierno múltiples para el gobierno estatal, como de los de Ciudadanos, que deben buscar un nuevo liderazgo, un nuevo discurso y nuevos espacios de captación de votantes con los que remontar de cara a futuras citas electorales.

El ímpetu de Gómez por aclarar los contratos municipales puede pasarle factura en su propio grupo, que ha perdido un concejal con respecto al anterior mandato, y que, aunque no lleva carteras de relevancia, sí tiene encima de la mesa importantes proyectos que requieren de financiación y de implicación por parte del resto del Gobierno local. La inexperiencia de dos de sus concejales en el ámbito municipal juega en su contra, al igual que la indefinición, de momento, por parte de su partido en el ámbito regional acerca de cómo se articulará la formación una vez que el batacazo electoral les ha privado de diputados nacionales. Muchos frentes abiertos en la formación naranja que a nivel local vive una guerra abierta con los populares, a los que auparon en la Glorieta, pero con los que no parece que hayan logrado formar equipo. Es más, da la sensación de que hay dos gobiernos.

De momento, el concejal de Fomento y primer teniente de alcalde se muestra fuerte pese a los hechos ocurridos en los últimos días, que muestran claramente que esa lucha va más allá de trasiegos de correos con los Servicios Jurídicos, técnicos de distintos departamentos, malas caras y peroratas en las juntas de gobierno. Gómez ha visto cómo sus colaboradores reciben amenazas veladas y explícitas de la otra parte de la trinchera, incluso de exmiembros del Gobierno local anterior, lo que indica que la contienda ha saltado de los muros de la Glorieta para llegar hasta otras instituciones.

Tampoco ayuda el que le manden infiltrados o submarinos a las ruedas de prensa. Este hecho se pudo constatar el pasado viernes en la comparencia que realizó ante los medios de comunicación Mario Gómez para volver a insistir en las irregularidades de la adjudicación a dedo a Urbamusa y en la que avanzó que los contratos menores, sobre todo, los de las pedanías deben ajustarse a la ley abriendo otro frente con los que mandan en el Ayuntamiento. En esa rueda de prensa se coló una persona que no era periodista y de la que se percató el concejal de Fomento, que le obligó a presentarse y a decir de qué empresa privada venía. Tuvo que abandonar la sala invitada por el edil, que no tiene duda de que trataron de enviarle un mensaje, y no desde el más allá precisamente. Los periodistas que asistieron a la rueda de prensa no daban crédito a lo que estaba ocurriendo. Esta semana habrá un nuevo capítulo de esta 'guerra total en la Glorieta'. Y quizá sea crucial para llevar a término la contienda. Por nadie pase.