El jueves, Monasterio (Vox) pedía a Díaz Ayuso (PP) que dedique cada euro disponible del presupuesto a evitar abortos. «Hablamos de madres que se presentan en la puerta de muchos lugares a pedir ayuda, que han sido víctimas de trata muchas veces, de adolescentes que en su casa les están presionando para que acaben con esa vida», seguía. «Y a esas madres tenemos que protegerlas», añadía. Y remataba: «Un sistema sanitario público que lo que favorece es que un centro privado le resuelva el problema, no sabemos cómo, impulsándole a apostar por la muerte y no por la vida, no es lo más adecuado. Ejerza de presidenta». Ésta le contestaba que, después de garantizar la libertad para decidir en un sentido o en el otro, «no voy a perseguir a nadie por abortar, pero tampoco lo voy a fomentar». «En Madrid no hay ningún problema con el aborto», resumía a la entrada al pleno César Zafra, el portavoz de Ciudadanos.

Así, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, y Rocío Monasterio, líder de Vox en aquella región, se enzarzaban ele jueves en un debate sobre el aborto que ha servido para escenificar las fuertes tensiones que presiden la relación entre los dos partidos. Impulsada por su resultado en las elecciones generales, la extrema derecha parece decidida a marcar territorio, distinguiéndose de PP y Cs, los dos socios del primer Ejecutivo de coalición de la historia de Madrid. Tan duros han sido los reproches de Monasterio al definir como 'condenas a muerte' los abortos, que Díaz Ayuso ha acabado espetando: «Dios no me hizo perfecta y por eso no soy de Vox».

A mayor abundamiento, diremos que a la diputada de Vox en la Asamblea de Madrid Alicia Rubio no le sentó bien la propuesta de Unidas Podemos de instar al Gobierno a que tome medidas para «combatir los estereotipos sexistas en la escuela». «Yo pondría como asignatura obligatoria, en vez de feminismo, costura, Empodera mucho coser un botón», ha dicho la que es también vicesecretaria de Movilización del partido de extrema derecha. Así, la diputada Rubio disparaba contra los derechos de la mujer y el feminismo. Llamó cáncer al feminismo, como cuotas de la mujer o cuotas de la entrepierna, y apoyó la nueva creación de ambulancias regionales que vayan haciendo ecografías a mujeres embarazadas de su Región cuando oigan los corazones de los fetos y de las madres sonar al unísono, para así desestimar los abortos.

Rubio llamó a los hospitales oficiales que hacen abortos, abortorios, y 'abortoterrorismo' al aborto en sí, realizado y amparado por el 'pornofeminismo', según ella. Tales lindezas fueron inmediatamente criticadas por las organizaciones feministas, así como apoyadas por la trilogía machista de la ultraderecha (Abascal, Ortega y Espinosa), tanto las declaraciones de su pupila, como la ofensiva terminología, una vez enterados del furibundo debate.