Hace tres elecciones (es decir, el pasado abril), Manuel Ballester, articulista de este periódico al que conozco de vidas pasadas, me propuso formar parte de un grupo denominado Plurales. Básicamente el objetivo era confrontar en estas páginas a un grupo de opinadores de izquierdas que cada día se enfrentarían a nosotros en el debate de un tema concreto. Hablamos de feminismo, medioambiente, Mar Menor, Murcia, estabilidad, educación y casi cualquier cosa que se les ocurra.

Pero lo relevante de estas líneas, más allá de la confrontación con los demás, es Plurales. Éramos un grupo de ocho personas representantes de todo el espectro ideológico del trifachito, desde un diputado nacional de Vox hasta asesores de Ciudadanos, pasando por concejales del PP. En esta última categoría entraba Peli, Peligros Nicolás.

Además de su adscripción política, era la presidenta de la asociación que se dedica a defender a los niños con altas capacidades en la Región de Murcia. Un grupo de padres con una reclamación tan evidente y legítima como que si sus hijos tienen talento el sistema no contribuya a destruirlo. Resulta cuanto menos llamativo que tenga que existir una entidad que reclame el derecho de un niño a ser inteligente, pero peor aún es constatar que ni con esas se respeta que alguien destaque por encima de lo que pretende el sistema.

Peligros Nicolás escribió varios artículos al respecto de éste y otros muchos temas, pero además participaba en las tertulias internas que teníamos en Plurales a costa de nuestra pluralidad. En el centro derecha, al igual que en el resto de ideologías, siempre tiene que haber alguien como ella: la que en medio del caos suscita el consenso entre veletas naranjas, derechitas cobardes y los autodenominados salvadores de la Patria.

Peli era una valiente en tiempos en los que la propia valentía implica también heroicidad. En un contexto de hegemonía cultural de la izquierda, y más aún en el ámbito de la educación, decidió hacer pública su adscripción ideológica mientras batallaba con sindicatos y asociaciones de padres que le despreciaban tanto o más por su reivindicación (que a los desiguales hay que tratarles de manera desigual) como por sus ideas (como si alguien le hubiera permitido defender una educación pública y de calidad sin someterse a los dogmas de la izquierda).

Peligros Nicolás tomó posesión de la alcaldía pedánea de Puente Tocinos con el aplomo con el que una líder debe hacerlo. Con la responsabilidad de saber que quedaría marcada por su posicionamiento, pero con el orgullo de entender que sería más fácil conseguir cambiar el mundo desde dentro que desde fuera.

Apenas unas horas después de aquello, su fallecimiento repentino sacudió a una Región demasiado poco acostumbrada al coraje de saber hacer lo correcto a pesar de las circunstancias. Peli es una heroína por lo que hizo, pero sobre todo por lo que aún le quedaba por hacer.

En Plurales no vamos a ser los mismos sin ella, pero desde luego trataremos de honrar todo aquello por lo que su papel era fundamental: por el derecho a ser inteligente, por el derecho a tener convicciones y por la obligación de servir. Gracias por todo, Peli.