Histórica, masiva, impresionante. La marea humana que se dio cita en Cartagena el pasado miércoles para clamar por la conservación del Mar Menor dice mucho de la sociedad civil de nuestra tierra.

La manifestación, además de contundente en cuanto a asistencia, tuvo un enfoque cívico muy claro, equilibrado, consciente y comprometido. El ambiente, de primera. La participación, entusiasta. Los lemas, unitarios, nítidos y directos. Incidentes, cero. Civismo en estado puro.

Si algo bueno ha tenido lo mucho malo que tiene la situación ambiental de la laguna es precisamente el despertar de la gente. Desde luego la del miércoles no fue la única manifestación producida en nuestra región por motivos ambientales, pero sin duda sí será la más recordada. Por su tamaño, paralelo, y aún es poco, al tamaño del daño infringido al medio natural. Por la fuerza de la convocatoria, por la respuesta y por el alcance. Y no sé cómo se habrían disparado las cifras si la manifestación se hubiera convocado para un viernes.

El problema del Mar Menor y la contestación social que está alcanzando marca, o debe marcar, un punto de inflexión en la forma en que abordamos la conservación del medio natural de nuestra tierra. No sólo para la propia situación del Mar Menor, sino quizás también para visiones de más largo alcance. Hemos madurado, nos hemos hecho mayores y ya no toleramos ni maltratos ni insensateces con el patrimonio de todos. Es cierto que la espectacularidad de la sopa verde o los peces muertos, junto con la especial querencia emocional que todos tenemos por el Mar Menor ha facilitado que emerja ahora de forma particularmente potente la conciencia ambiental de los ciudadanos. Sin embargo estoy seguro de que esto ya no ha sido una respuesta ocasional, sino que ofrece un buen indicador de que en la sociedad las cosas están cambiando y que la conservación ambiental y de los paisajes ha llegado, para quedarse, como una prioridad ciudadana.

Por más que moleste y por más que a veces se califique como exagerada o alarmista, las alertas ambientales son simplemente imprescindibles para contrarrestar las poderosas posiciones que presionan por un desarrollo insostenible a corto plazo que no se sustenta, precisamente, en la consecución del interés general.

La manifestación del miércoles fue lo que ahora llamaríamos transversal. Todo tipo de edades, todo tipo de condiciones sociales, todo tipo de otras sensibilidades, se dieron cita en las calles de Cartagena por la conservación y la recuperación del Mar Menor.

Espectacular la asistencia, la organización, y también muy potente la cobertura dada por los medios de comunicación, tanto en las semanas anteriores, esforzándose por informar y explicar en detalle los problemas históricos y actuales del Mar Menor, como en la amplia cobertura dada a la manifestación.

De las muchas cosas bonitas de la manifestación del miércoles, una de las mejores fue ver cómo los ambientalistas, 'los de siempre', como algunas veces algunos los han calificado, esta vez no han protestado casi en soledad, con sus manifiestos, proclamas o denuncias, sino impresionantemente arropados por la gente.