El consejero de Medio Ambiente, Antonio Luengo, ha anunciado que asistirá hoy a la manifestación convocada por la Plataforma Pacto por el Mar Menor en defensa del futuro de la laguna. Y lo justifica en que él también se considera 'afectado' por esta crisis ecológica. Pocas palabras, múltiples contradicciones.

Primera, esta no es una manifestación de 'afectados', como lo han sido las que tenían como pretexto las consecuencias de la DANA sobre los municipios ribereños. La de hoy es una manifestación cívica, del más amplio concurso de la ciudadanía, para invocar una mejor gestión política y administrativa de un bien natural único que ha venido siendo atacado durante décadas precisamente por la permisividad y el activismo cómplice del estamento político y administrativo. Un matiz importantísimo sobre el que no hay duda alguna ni siquiera en el entorno de las propias instancias gubernamentales.

Segunda: como cabe suponer que la situación del Mar Menor no 'afecta' a Luengo solo en el plano personal, sino fundamentalmente en el político, que es lo que Luengo es, su presencia en la manifestación podría crear la impresión de que el Gobierno al que pertenece considera este problema como una cuestión no principal, ya que acude a ella un consejero, pero no lo hace el presidente. Ya puestos, que vaya el presidente. Si el Gobierno se apunta, que sea al máximo nivel, pues del máximo nivel es el drama del Mar Menor.

Tercera: ¿Habría ido Luengo a la manifestación de hoy si no se hubiera producido el episodio de la mortandad masiva de las especies marinas el pasado día 12? Hay que recordar que la Plataforma había convocado esta manifestación una semana antes de ese acontecimiento; de no haberse producido éste, habría sido ignorada por el Gobierno o, como otras veces, estigmatizada con los habituales descalificativos.

Es el problema de las plataformas cívicas como la de Pacto por el Mar Menor. Llevan años anunciando el problema en la más estricta soledad, y cuando éste se revela como real, hasta el Gobierno se coloca en la pancarta o sus aledaños para neutralizar la movilización, blanquear la tragedia y ofrecer una falsa sensación de inquietud y compromiso. En realidad, el término empleado por Luengo no es del todo inexacto: es cierto que el Gobierno está 'afectado' por esta crisis, pero no por las consecuencias medioambientales, sino por las electorales: 10 de Noviembre, o sea. La pregunta que cualquiera puede hacerse es: ¿tengo que desplazarme hoy hasta Cartagena para demandar una política activa y urgente en favor de la supervivencia del Mar Menor y de hacerlo junto al Gobierno del partido que se lo ha cargado a lo largo de los últimos veinticinco años?

La manipulación es más grave, porque la convocatoria de hoy no es contra el Gobierno. No es 'contra' el Gobierno, pero tampoco lo es 'con' el Gobierno. Son espacios muy distinguibles que, por una vez, el Gobierno debiera respetar. La manifestación, tal y como está planteada, se produce para poner las pilas al Gobierno, para no dejarlo respirar, para que adopte soluciones reales y radicales que permitan salvar el Mar Menor atendiendo, no a vendas de emergencia, sino a iniciativas estructurales y tal vez en algún caso impopulares.

Veamos, para nos despistarnos mucho, qué responsabilidades tiene exactamente el consejero Luengo: Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente. En otras Comunidades, estos epígrafes podrían tener una interrelación coherente, pero visto lo visto en la Región de Murcia, es muy expresivo que el capítulo Medio Ambiente figure a la cola. En otros periodos nos escandalizamos de que hubiera un ministerio de Justicia e Interior, o aquí mismo una consejería de Política Territorial y Medio Ambiente. Y decíamos: han puesto la zorra a convivir con las gallinas. Pues bien, en Murcia, Agua, Agricultura y Medio Ambiente es la consejería de la zorra y las gallinas. Y a la vista queda el análisis general compartido, incluso por el propio Gobierno a efectos prácticos, de que la permisividad sobre los usos ilegales de la agricultura intensiva y las consecuentes extracciones ilegales de agua constituyen el 80% del acoso letal al Mar Menor.

Luengo no está legitimado para asistir a esta manifestación hasta que no emita la conveniente autocrítica en nombre del Gobierno: la dirección general sobre el Mar Menor tras la 'sopa verde' fue un gesto para la galería, por lo demás inoperante; la retórica triunfalista que vino después intentó ocultar un problema de fondo del que eran conscientes; los reclamos urgentes a la unidad de las fuerzas políticas no se compadecen con la actitud de rechazar las iniciativas de la oposición (junto a Cs) en esta misma legislatura sin intentar siquiera proponer alternativas o enmiendas; la recurrencia al dinero público, sobre todo del Estado sin que compute como deuda obvia el lema 'quien contamina, paga', de modo que se le pegan al impositor obligaciones que corresponde reparar a quienes se han saltado la legalidad, cierto que con la complacencia de la Administración que, ahora, deprisa y corriendo, se acuerda de que esto hay que regularlo. Etcétera.

El Gobierno no puede pretender que lo ha hecho todo bien a la vista de que todo está tan mal, según él mismo ha de admitir. Al menos sería exigible la responsabilidad política de la autocrítica. A lo que no puede aspirar es a que parezca normal que acuda a una manifestación cívica de protesta contra su inoperancia como si la cosa no fuera con él.