Podía haber resultado herida alguna de las bailarinas que a esa hora estaban en lo suyo. Hubo de nuevo suerte y la cosa solo quedó en un susto. No es la primera vez que el Conservatorio de Danza sufre un desprendimiento de parte del techo de una de las aulas y tampoco son nuevas las protestas de las alumnas y de los padres y madres. Tampoco son novedad las promesas de la Administración regional, a través de la Consejería de Educación, departamento del que depende la institución docente.

Las instalaciones actuales del Conservatorio de Danza hace años que no cumplen las necesidades que requiere un centro que es uno de los pocos en España que imparte la especialidad de Baile Flamenco y que es reconocido por el alto nivel de sus enseñanzas. Además, ofrece todas las especialidades de estas enseñanzas profesionales en el país, como son las elementales y profesionales de danza contemporánea, española y clásica.

Total, una joya que no es apreciada por los políticos, que se han convertido en el cisne negro de las bailarinas, y que son los que deben tomar las decisiones adecuadas para mejorar las condiciones en las que trabajan profesores, alumnos y alumnas, que no paran de reivindicar mejoras cada vez que sufren desprendimientos. Además, denuncian que no existe una climatización adecuada ni para el frío ni para el calor, una circunstancia que supone una molestia añadida a una disciplina ya de por si muy dura.

No es un capricho. Es una necesidad para unas personas que se tiran muchas horas ensayando y ejercitando sus músculos con el objetivo de alcanzar la perfección en posiciones y giros que parecen imposibles para el común de los mortales.

La lista de peticiones de adaptación de instalaciones lleva varios puntos, algunos de ellos importantes como la insonorización para el ruido. Tras la caída de nuevo de un trozo de techo el pasado jueves, la Consejería de Educación salió al quite afirmando que las obras de reparación de distintas zonas se llevarían a cabo en noviembre, una promesa que no da tranquilidad a las personas implicadas ni a los ciudadanos en general.

Este departamento de la Administración regional ya se comprometió hace casi dos años en darle una solución definitiva al Conservatorio de Danza. Así, tras otro episodio de caída de un trozo de techo, la Consejería anunció que tenía en proyecto construir un nuevo edificio para albergar a profesores y alumnos y alumnas.

Corría 2017 cuando esa promesa sin que se haya sabido nada al respecto. El Ayuntamiento de Murcia también se comprometió a echar una mano en ese traslado de sede, aportando los terrenos pertinentes para la nueva construcción. De momento, tampoco se sabe nada de esos trámites que debe hacer la Administración municipal para poner a disposición de Educación el solar adecuado.

La necesidad de construir un nuevo edificio para el Conservatorio no es nuevo. Tiene ya unos cuantos años. El Ayuntamiento murciano ya ofertó en 2006 a la entonces Consejería de Educación un terreno de casi 5.500 metros cuadrados en Santiago y Zaraíche, al lado del colegio público Nuestra Señora de Atocha.

Era una cesión gratuita, sin coste alguno para las arcas de la Región y con muy buenos accesos por encontrarse junto a la avenida Juan de Borbón. Sin embargo, dos años después, y ya inmersos en la crisis económica, el Ayuntamiento dejó sin efecto dicha cesión porque la Consejería dijo que la parcela no era idónea, un argumento que sonó a excusa y que tapaba la falta de fondos del departamento.

Y ese es uno de los problemas. La educación nunca ha sido una parcela objeto de inversiones importantes para el Gobierno regional, que aún tiene pendientes importantes proyectos básicos para dotar de instalaciones decentes a la comunidad educativa de esta Región que está a la cola en gasto educativo. La climatización de multitud de centros y la retirada del cancerígeno amianto son algunos de los pecados de la Consejería. De la calidad de la enseñanza y de los paupérrimos resultados en el informe PISA ya si eso hablamos otro día.

Por nadie pase.