Si enterarte del porqué de la inmigración, o de las revueltas en Cataluña o del reparto de votos por la Ley D'Hont es difícil, hablar del Mar Menor ni te cuento. Pero he ido preguntando a algunos sabios (los únicos a quienes habría que escuchar), que encima hablan sin pelos en la lengua porque son independientes, y no le deben nada a nadie? y entonces me han cuadrado muchas cosas. Ahora sí que veo, a la luz de lo que me han contado, cómo todo lo que se dice, y que aparentemente es inconexo, tiene mucha relación, más allá de la transparencia o de la turbidez.

Cómo es posible que, habiéndonos tocado en gracia a los murcianos, un regalo como el Mar Menor hayamos llegado al punto de que esté medio vivo. Porque muerto no está, aunque esté hecho un trapo. Y si sabemos virar a tiempo, al Mar Menor le queda correa para rato.

No ha sido la DANA, con mucho, lo peor que ha sufrido el Mar Menor. Sin ir más lejos, la gota fría del 87 (entonces se llamaba así a las danas) fue inmensamente peor, llevándose playas y arrancando puertos. Para que te hagas una idea, cayeron más de trescientos litros por metro cuadrado. Digo eso, porque las mediciones de entonces llegaban hasta trescientos, y se desbordaron. Así que puede decirse sin miedo a equivocarnos que fue una riada de dimensiones bíblicas. Y allí estaba el Mar Menor, tan tranquilo. El hecho de que la reciente danita lo haya mandado a la UCI es la consecuencia de muchas cosas durante muchos años. Pero sólo debido a la actuación de unos pocos. Para ver quiénes son, hay que poner en práctica una técnica: mirar a la Tierra con los ojos de la Tierra.

Desde el año 75, en que se abrieron las golas de El Estacio, se da un intercambio de aguas entre el Mediterráneo y el Mar Menor. Gracias a esa cantidad de agua que entra, aunque sea de salinidad distinta, se compensan los hectómetros cúbicos que se evaporan. Un régimen de corrientes equivalente al que se da, por ejemplo, en el Estrecho de Gibraltar. Cerrar las golas, por tanto, sería una catástrofe ambiental, pero de las de verdad, porque convertiría el Mar Menor en una charca infecta. Así que el agua que entra del Mediterráneo no sólo no contamina el Mar Menor, sino que sirve para compensar la tasa de renovación, ya que tarda aproximadamente un año en renovarse toda el agua.

Sin embargo, ha sido a partir del trasvase Tajo-Segura cuando ha cambiado el cuento, haciendo que los regantes del Campo de Cartagena se hayan convertido, más en reGángsters, que en otra cosa, debido a lo tentador que resulta tener al alcance de tu mano el inmenso potencial económico de la agricultura en esta tierra nuestra, tan fértil, y tan agradecida. Y lo bien que se venden nuestros productos por ahí fuera. Como la avaricia rompe el saco, cuando no ha habido tierra que cultivar, se han salido del perímetro de riego. Y cuando la dotación de agua se ha agotado, entonces se han instalado desaladoras, a veces clandestinas, cargando de nitratos el Mar Menor. Los nitratos en sí se depositan en el fondo, y son casi inofensivos si se da un equilibrio con otros factores. Pero un aporte desfasado altera el punto de vertido, sea el Mar Menor o sea el que quieras. Si esos mismos regantes se constituyeran en Comunidades de usuarios de vertido, cosa que permite la Ley, y dirigiesen los vertidos a su lugar correspondiente, esa agricultura salvaje sería algo más llevadera. Pero como puedes imaginar, compensa más mirar para allá, y decir que el problema es de todos, así que paguémoslo entre todos. Qué listos.

Luego, están los fosfatos. Los que lleva el colector de aguas residuales. Resulta que por ese mismo colector van las aguas pluviales. Son totalmente inofensivas, si no fuera porque cuando llueve a mares, el volumen de agua que lleva es brutal, y encima transporta la carga contaminante de las aguas residuales. Cargaditas de fosfatos, y mortales para el Mar Menor si interactúan, fuera de las tasas de equilibrio, con los nitratos de los regantes. ¿Por qué no se hacen entonces redes separativas? En San Pedro del Pinatar creo que ya han tomado nota.

Quizá con el método de mirar la Tierra con los ojos de la Tierra

nos entre miedo, y seamos capaces de corregir el rumbo. Si no, pues esperaremos a ver si ocurre un milagro, y con suerte, a ver si piensa algo la próxima generación.