Pues yo creo que el 155 es poco. Y la Ley de Seguridad Nacional menos todavía. Después de todo, los independentistas han pintado Cataluña con colores de guerra. Ya lo dijo Albert Rivera haciendo gala de esa moderación y esa responsabilidad de Estado tan suyas; han convertido las calles de Barcelona en Alepo, en Bagdad, en la última pantalla del Call of Duty. Así que, ¿no quieren guerra los independentistas? Pues guerra. Nada de 155, hombre. Hombretones. Venga, vamos a envalentonarnos un poco más, que aún se ha liado poco. Un chorro más de gasolina al fuego, que aún se pueden arañar algunos votos de aquí y de allá. Lo que hace falta es subir el nivel, otra vuelta de tuerca. Ni ciento cincuenta y cinco, ni ciento cincuenta y seis. Se meten los tanques en Cataluña, se cambian los gases lacrimógenos y las balas de goma por fuego real y se empiezan a pegar tiros. Esa es la mejor solución. La solución final. Una guerra.

¿Qué dicen? ¿Que exagero? Corto me estoy quedando. No tengan miedo, hombres y mujeres de poca fe; sobre todo los hombres, los hombretones. Si esto que digo yo también está en la Constitución. Un poco antes. En el artículo 116. Se declara el estado de alarma, después el estado de excepción, después el estado de sitio, y en un mes todo arreglado. Y si no se arregla, pues otro mes. Y así, sucesivamente. ¿No ven que es la única solución? ¿No ven que es la única salida que nos están dejando ese grupo de adolescentes catalanes con pasamontañas que no respetan nada? ¿Vamos a dejar que rompan España unos niñatos, pudiendo hacerlo nosotros que somos hombres hechos y de derechas? Tenemos que aplicar la Constitución. Pero aplicarla como hay que aplicarla. De una vez por todas. Ya está bien de medias tintas. Enviar a la policía no ha funcionado, ni a los antidisturbios. Ahora toca enviar a Rambo. A mí la legión. Porque Cataluña es Siria, ¿no lo han visto por la tele? es Irak, es Afganistán. ¡Y que ya está bien, hombre, hombretones, que de nosotros no se ríe nadie!

Si no, ¿qué, eh? ¿Qué proponen ustedes? A ver, ¿cuál es su 'solución'? ¿Bajar el tono? ¿Sentarse a negociar? ¿Buscar un acuerdo político? Pero ustedes qué es lo que quieren, ¿que esos independentistas que queman contenedores y se esconden detrás de la estelada, se rían de nosotros en nuestra propia cara?

Bueno, venga, vale, vamos a imaginarlo. Ya que se empeñan. Imaginemos que el Gobierno va y se sienta a dialogar, como ustedes quieren. Puestos a imaginar, imaginemos que se encuentra una salida política al problema; que España y Cataluña se calman, que se entienden, que se dan la mano. ¿Qué bonito, no? Qué supercalifragilisticoespialidoso. Pero, ¿dónde tienen ustedes la hombría? Qué quieren, ¿que pasemos a la Historia por bajarnos los pantalones? ¿Por ceder? ¿Por llegar a un acuerdo? ¿Quieren que pasemos a la Historia por resolver el problema que hay en Cataluña así, sin más? ¿Qué sentido tendría entonces todo esto? ¿Qué sentido tendrían los partidos políticos que nos han traído hasta aquí? ¿Qué sentido tendrían Pablo Casado, o Albert Rivera, y no digamos ya Santi Abascal? ¿De verdad ustedes piensan que eso sería una solución? Pero ¿una solución para quién? No, hombre no. Ni se lo planteen, hombretones. Háganme caso. Las cosas son más sencillas. Una escalada de violencia tiene que acabar en la cima. Llegamos hasta arriba, hasta que ya no se pueda subir más. Esa es la única manera de conquistar una montaña. Y aquí paz, y después gloria.