Viene otra DANA, o ya está aquí, y no tenemos los tuits de Alberto Castillo para bautizarla con algún nombre de santo. Esto sí que es un drama, y no lo del Mar Menor. El momento elegido por el presidente de la Asamblea Regional para apuntarse a Tuiteros Anónimos no puede ser más inoportuno. Como alguien tiene que ocuparse del asunto, he buscado en Google el santo del día y me salen 33. Los más sugerentes, a mi parecer, son San Capracio, San Sindulfo, San Cornelio y San Leopardo, porque esta vez, en justa paridad, toca nombre de varón en vez del insulso Santa María que eligió Castillo, en pleno tormentón de la DANA anterior, mientras el personal se remangaba. No quiero decir con esto que estuviera inactivo, pues al día siguiente se dio un paseo por la vera del río, no bajo palio, como correspondería a su santidad, sino bajo la sombrilla que le arrimaba un propio dada su condición de 'segunda autoridad de la Región'.

A pesar de todo, mantengo dudas sobre la solvencia de Castillo en la ciencia del santoral, pues el día 2 de octubre recibí de él un amable tarjetón oficial con el que me felicitaba el santo, que según mi madre toca el 2, pero de agosto. Cabe esperar que ese título que le acaba de dar algún organismo europeo como experto en catástrofes (experto, en realidad, en bautizarlas con el santoral) pueda gestionarlo con más rigor, aunque la única catástrofe que Castillo no va a evitar con toda seguridad es la que se cierne sobre el prestigio del sillón de la presidencia de la Asamblea. Tal vez para paliar esa posibilidad, ha decidido desconectarse tardiamente de Twitter, anuncio que ha hecho a través del mismo Twitter, como cuando los noviazgos que se crean en Gran Hermano comunican al ancho mundo su ruptura.

No hay que quitarle mérito a esa voluntad de guardarse un poco. El dulce intercambio con Isabel Franco («compañero», «compañera») después de la bronca, a cuenta de la dirección de RTVM, por si mandaba más la segunda autoridad de la Región o la segunda autoridad del Gobierno, quedó algo sobreactuado, como esas parejas desavenidas que no se hablan en casa y cuando van a otras de visita no se quitan el 'dime, cariño' de la boca. Faltó, además, que cuando los peces del Mar Menor boqueaban por asfixia, el presidente de la Asamblea enfocara sus banalidades tuiteras hacia la situación en Cataluña, la verdadera zona de confort de Ciudadanos.

Visto el resultado de su trayectoria en Twitter, no precisamente distinguida por las sutilezas, y agravadas su incontinencia y torpeza por el cargo institucional, es posible que Castillo, que es amigo de los dichos populares, recordara el muy sabio que reza: es preferible estar callado y pasar por tonto que hablar y demostrarlo. Y en tal momento de sorprendente inspiración decidió borrarse de Twitter.

Desde entonces es verdad que no vivimos entre sobresaltos, pero nos echamos menos risas y acusamos el mono. Y lo peor es que, llegada la nueva DANA, no sabemos decidirnos entre San Sindulfo o San Leopardo. Va a resultar que los tuits de Castillo son imprescindibles.