Cuando le vi conducir el balón por el Tontódromo, con el número 3 a la espalda en aquella preciosa camiseta Massana, brillando el sol en el color pimentón que nos llevó a la mejor época del Real Murcia en su historia, con su melenica rubia inconfundible, recuerdo haber sentido el fútbol. El mismo fútbol que se siente cuando marcabas un gol en la portería pintada en la pared y lo dedicabas al último anfiteatro del estadio de tus sueños. Pero él era Pérez García. Verle corretear por Alfonso Décimo con la gracia de un zagalico que juega en el patio, con la misma ilusión de quienes sólo hemos soñado saltar a un campo de fútbol, fue revelador. Lo fue porque Ángel Pérez García transmitía de forma natural la ilusión del fútbol después de haber triunfado en el Santiago Bernabéu, después de haber hecho uno de los tres mejores marcajes de la historia del fútbol mundial al inglés Keegan en Copa de Europa.

Pero allí estaba. Rodando un spot para salvar al club que le hizo hijo adoptivo de esta ciudad no hace muchos años. Poniendo su alma. Ángel Pérez García me enseñó una cosa que jamás olvidaré, y que nunca pude agradecerle. Me enseñó que todos somos la misma cosa. Me llamó enseguida la atención, porque hablar con él era como hacerlo con tu tío, tu vecino, un amigo€ Tan natural como eso. Estar con él era un regalo, porque te contaba sus anécdotas como el que te habla de lo que ha hecho esta mañana. Sin alardes. Sin lejanía alguna. Con una ilusión intacta por las cosas, para todas las cosas. Y eso es algo muy difícil cuando has llevado el 3 del Real Murcia. El 3 del Real Madrid.

Su cabalgada elegante convirtió Alfonso X El Sabio en una banda izquierda iluminada con su conducción de balón. El número tres y la melena rubia. Estos días han dicho que forma parte del once histórico del Real Murcia, pero no sólo como lateral izquierdo. Pérez García ha dejado recuerdos en mucha gente mucho más allá de un centro, un corte limpio, un gol€ Su cercanía y naturalidad son tan grandes ahora como lo fue él en el césped, y esto es un logro que no está al alcance de muchos. Hay cosas que no se pueden entrenar. Sólo hay un Pérez García y está ya para siempre en nuestros corazones. Gracias, Ángel.