Tantos años oyendo hablar del problema ecológico del Mar Menor, tanta gente trabajando en solucionarlo, tanto dinero invertido en infraestructuras, tantas leyes y planes redactados, tanto tiempo perdido, tanta tristeza en nuestros corazones, tanta rabia en nuestro hígado, tanta impotencia...

Asistimos a la muerte de nuestro mar como a la de un ser querido con el que hemos pasado muchos de los mejores momentos de nuestra infancia. Pero ese amigo no está muerto, lo están envenenando, está tocado de muerte, pero aún lo podemos salvar si luchamos todos juntos.

Ya ha llegado la DANA que ha colmado el vaso y no podemos mirar hacia otro lado, porque allí hay más peces muertos y solo nos queda gritar, dejar que toda la fauna marina se exprese por nuestra garganta. Vamos a tener la oportunidad de hacerlo el próximo día 30 de octubre frente de la Asamblea Regional. Para que nos oigan los que tienen en su mano la solución.

El futuro de nuestra comarca está unido al futuro del Mar Menor, siempre ha sido una fuente de alimento, de salud, de felicidad, de riqueza, de inspiración, todo eso se lo hemos hurtado a nuestros hijos para vendérselo a los europeos en bandejas de tres unidades. Pero también bajo la tierra estaba ese futuro, porque allí se alojaba el agua que era nuestra reserva ante un probable escenario de sequía y hoy es una sopa de nitratos.

Y ante nosotros tenemos dos soluciones. La rápida, más infraestructuras por las que las aguas de escorrentía bajen rápidas al mar, suban rápidas del acuífero a los cultivos para volver a bajar velozmente. O la lenta, que los técnicos llaman soluciones basadas en la naturaleza, tan lento como crece un árbol, como un filtro verde depura el agua o como el agua de escorrentía va quedando en el suelo cuando discurre por su cauce natural.

El Mar Menor está habitado en estos días por una nueva especie invasora, políticos calzados con botas de agua, subidos a barcos, con cara de preocupación y, con suerte, con un rastrillo o una azada. Pasados unos días, brota de los organismos públicos una riada de leyes, planes, decretos y estudios. Pasados unos meses, todos esos legados descansan al fondo de un archivador con un dedo de polvo sobre ellos.

Les queremos ante nosotros a todos, en una comisión de seguimiento donde podamos exigir ante todas las Administraciones implicadas el cumplimiento de todas las normativas y figuras de protección que amparan el Mar Menor, y que ésta sea tutelada por el de mayor rango, el ministerio para la Transición Ecológica. Nos ha gustado como se ha expresado la ministra, pero de palabras también está llena nuestra laguna, tantas como nitratos.

Las medidas que esperamos no pueden ser solo técnicas, se ha de poner toda la carne en el asador con una fuerte apuesta política por el futuro del Mar Menor. Estas medidas no pueden satisfacer a todo el mundo, como ha sucedido hasta ahora. Y para hacerlas cumplir será necesario disponer de agentes de la ley e inspectores con recursos, competencias e instrucciones precisas para controlar todos los incumplimientos que cada día vemos en redes sociales y en prensa, pero casi nunca en los juzgados y aún menos en las prisiones.

Sin embargo, sabemos que con medidas represivas, solamente, no podremos recuperar la laguna. Ha de existir una estrategia, un acuerdo entre todos los actores afectados, un trabajo en común. Ha de existir voluntad, liderazgo, y lo que es más importante, valentía para enfrentarnos a las grandes multinacionales que destrozan nuestra tierra para saciar sus bolsillos hambrientos de codicia. No podemos dejar que el Mar Menor se convierta en el Portmán del siglo XXI.

El futuro de la Región de Murcia depende de la capacidad que como sociedad tengamos para adaptarnos a las consecuencias del cambio climático. Ante políticos faltos de valentía y responsabilidad, la ciudadanía tiene que actuar para salvar el presente y futuro de todos nosotros. Este no es un problema que solo afectará a las futuras generaciones, ya está aquí, nos afecta cada día. Cuando ya no quede más agua, ni tierras fértiles, ni vida en los mares las empresas y el turismo desaparecerán, buscarán otro paraíso que explotar. Y para los vecinos de la comarca quedará la nada, un mar de pena, un mar de ruina, un mar de desesperación.

¿Acaso tiene sentido seguir construyendo alrededor de un mar que está enfermo? Basta ya de la cultura del pelotazo, pedimos una moratoria urbanística del Mar Menor. Si para ello son necesarias expropiaciones, compra de terrenos, pues nos parece una de las mejores actuaciones en materia urbanística, además de garantizar el saneamiento de todos los municipios y el buen funcionamiento de las depuradoras.

Garanticemos la seguridad de las personas, de sus propiedades, permitamos que los negocios prosperen, pero sin asesinar el ecosistema, porque formamos parte de él. Sin el Mar Menor casi nada tiene sentido en su comarca, ni pueblos, ni hoteles, ni puertos, ni flota pesquera. SOS Mar Menor, SOS Pueblos, SOS Turismo, SOS Pesca, SOS Vida.