Dos terceras partes del planeta son mares y océanos amenazados por los vertidos, la acidificación o el aumento de la temperatura. Constituyen recursos biológicos y naturales, generadores de empleo, vías de transporte y comunicación, reguladores del clima y el bienestar. La Salud fue definida por la Organización Mundial de la Salud como el estado óptimo de bienestar, y no solo la ausencia de enfermedad.

El Mar Menor para la Región de Murcia es nuestra espina dorsal, vertebra y une territorio. En una zona ribereña como la Región de Murcia, los niños y niñas están especialmente vinculados al Mar Menor al que se sienten unidos en su destino. Médicos y científicos sabemos que las personas con acceso a entornos naturales cercanos están más saludables en general. Los impactos indirectos en la infancia a largo plazo (de la 'naturaleza cercana') también incluyen mayores niveles de satisfacción en el hogar, escuela y en la vida en general. Las evidencias científicas sostienen que mantener a la vista escenas de naturaleza sobre todo que representan el agua, implica sentimientos de placer, mayor atención, relax y disminución de las emociones negativas, como la ira y la ansiedad.

De la misma forma que existen unos periodos críticos a lo largo del desarrollo fetal e infantil donde cambios en el entorno o exposición a tóxicos medioambientales (físicos, químicos, biológicos y psicosociales) determinan efectos deletéreos en la salud, existen unos periodos del desarrollo durante los cuales el contacto con el Mar Menor ha llenado necesidades importantes para un adecuado desarrollo y completa maduración infantil y del adolescente de las generaciones previas.

Durante la mayor parte de la existencia humana, la humanidad ha estado incrustada en el medio natural. La conexión humana con la naturaleza se manifestaba desde el mismo momento que nacemos. Sin duda, las mujeres y hombres de la Región de Murcia que pudieron navegar al viento en el Mar Menor, que pudieron oler el agua, nadar en aguas cristalinas turquesas entre los peces, encontrar las plantas en sus riberas, perseguir a los animales, reconocer e interpretar los cielos, debieron haber disfrutado de algunas ventajas en la calidad de vida y la salud. Todos hemos tenido infancia y recordamos ese mar que sanaba las heridas, y nos dejaba el olor a sal en la piel. Una generación de niños/as ya no podrá disfrutar de todo eso.

El agónico colapso del Mar Menor, y los episodios de muerte masiva y destrucción de especies animales ocurrida en directo los últimos días, han provocado en gran parte de los habitantes de la Región un estado de shock colectivo y se agolpan una mezcla de sentimientos de pérdida, tristeza, rabia y hartazgo contra los que por acción u omisión han permitido llegar a este punto. Pero también deseos de contribuir en las soluciones que ayuden a mitigar y devolver a las futuras generaciones algo que nunca debimos perder.

Los niños son especialmente vulnerables a los impactos en su bienestar por las catástrofes medioambientales y ese impacto varía dependiendo de la severidad de los mismos. Aproximadamente un 25% de los menores que han estado expuestos a una catástrofe medioambiental han desarrollado síntomas de trastornos de estrés postraumático, ansiedad, depresión o ataques de pánico.

Los niños reaccionan a los desastres medioambientales de una forma muy diferente a los adultos debido a que su cerebro emocional, cognitivo y conductual y sensorial está en desarrollo. La infancia carece de las experiencias y habilidades de afrontamiento para enfrentarse a las consecuencias. Generalmente dependen de las explicaciones de familiares sobre lo que ha ocurrido. En comparación con los adultos es más probable que los niños/as tengan problemas con el bienestar físico y mental porque les preocupa sobremanera que vuelva a ocurrir un evento desastroso. Si bien sabemos que la infancia-adolescencia es más vulnerable, no se han realizado estudios para evaluar su nivel de preparación a este tipo de sucesos.

He revisado la literatura científica sobre el impacto del deterioro medioambiental de la mayor laguna salada de España, y he encontrado decenas de trabajos que mostraban el impacto directo en los ecosistemas, flora y fauna salvaje del Mar Menor desde hace décadas. Sin embargo, carecemos de trabajos del impacto de esos cambios en el Mar Menor sobre la salud de la especie humana. Globalmente, la mayoría de los estudios realizados en el planeta que analizan el impacto del contacto con la naturaleza en la salud de los más jóvenes se refiere a viajes estructurados o programados de campamentos de verano, más que al fenómeno más general del contacto con la naturaleza. A pesar de las limitaciones metodológicas, numerosas investigaciones sugieren beneficios de los contactos con los entornos naturales. Se ha estudiado mejor el efecto en la salud mental que en las enfermedades físicas, y aunque el beneficio se ha demostrado en el corto plazo es esperable que repercuta en la salud global y bienestar de la vida adulta de los individuos.

Se ha observado cómo el contacto con la naturaleza mejora el control de enfermedades crónicas (diabetes, asma, obesidad, supervivientes de cáncer, etc.), contribuye a prevenir la adicción a alcohol y otras drogas, mejora los resultados reproductivos, y en el recién nacido mejora el rendimiento escolar y los test cognitivos, incrementa la función pulmonar y los niveles de vitamina D y, finalmente se ha objetivado una reducción significativa de las visitas al médico.

Quizá todo esto refleje hábitos de aprendizaje, preferencias por nuestro pasado, ecos de nuestros orígenes murcianos como criaturas unidas al Mar Menor en su destino. Desde los 9 años de mi hijo Pedro, hemos recorrido anualmente los 69 kilómetros del perímetro del Mar Menor, acariciando el mar y durmiendo bajo un hotel de 100.000 estrellas al raso. Satisfacer estas preferencias puede ser una manera eficaz de fortalecer la salud de los más jóvenes, más barata y libre de los efectos secundarios del uso de fármacos. Reconectar a las futuras generaciones con el Mar Menor será uno de los desafíos educativos y de salud para las gobernanzas.

Por otro lado, el interés natural e innato, y a menudo apasionado, que muestran los niños y niñas para la preservación del medioambiente les convierte en una fuerza dinámica y poderosa para proteger el Mar Menor. Con la formación adecuada, los niños pueden adquirir los conocimientos para participar en las actividades de protección ambiental, y contribuir con su energía, ilusión y vitalidad y visión, de una forma única en la búsqueda de soluciones.

Reproducir experiencias como 'El Mar Menor de los niños' (@NuestroMarMenor) es bienvenido, y queremos acompañarlo de una poderosa llamada para animar y extender al resto de los barrios y ciudades.

La buena noticia es que las causas que han provocado el colapso son conocidas, pueden controlarse y evitar los efectos que causan. Es necesario reconocer que la salud y bienestar de los niños/as no ha sido identificada como una prioridad entre las medidas a tomar en el Mar Menor por los expertos e investigadores, pero todas las medidas principales deberían abordarse de forma que mejorar la salud y bienestar de la infancia en la Región de Murcia sea uno de sus objetivos secundarios.

Los niños/as no van a votar el 10N, son herederos de nuestro legado, nuestros sueños y esperanzas. Será necesario impulsar métodos apropiados de investigación para evaluar su impacto en la salud para mejorar las decisiones políticas sobre la infancia y medio ambiente. Nuestro grupo está investigando sobre el impacto en la calidad de vida relacionada con la salud de los niños/as de 8 a 17 años en Los Alcázares por lo acontecido en el último mes. El valor de estos intangibles ayudará a nuestras instituciones a mejorar el impacto de lo ocurrido y planificar mucho mejor su futuro. La colaboración de instituciones, colegios y familias es clave.

Las acciones sobre el Mar Menor y la Comarca requerirán un liderazgo valiente, crear nuevas estructuras para la innovación social, nuevos recursos sustanciales de la comunidad regional, nacional e internacional y amplios cambios sociales. Favorecer un modelo de economía circular más limpio y sostenible, alejándose del modelo de crecimiento económico basado en la 'cultura de la basura', que requiere un uso intensivo de recursos. Estos cambios no serán fáciles. Tendrán que superar la fuerte oposición de poderosos intereses creados y sus políticos vulnerables. Pero, afortunadamente, los avances tecnológicos, buenos ejemplos de políticas activas e instituciones necesarias para controlar estos desafíos ya están disponibles para ser usadas. La creciente conciencia social de la relación entre salud y medio ambiente es el principal motor hacia el cambio. La cooperación entre gobernantes, sociedad civil (ONGs, ecologistas, colectivos?) y científicos puede constituir una herramienta muy poderosa para mejorar el Mar Menor, la felicidad y la salud de los niños y jóvenes. Innovar es explorar nuevas vías.

Una generación crecerá en su infancia sin conocer el Mar Menor como era. Independientemente de sexo, raza, credo y afiliación sindical, política o empresarial o social de sus padres y madres los niños no van a votar el 10N, también por los 300.000 menores de la Región todas las tribus del Altiplano, Valles del Segura, Alto y Bajo Guadalentín, Tierras Altas y Del Sol, Valle de Ricote, Río Mula, Mar Menor y Campo de Cartagena han sido convocadas en el #SOSMarMenor 30-O en Cartagena. Es nuestro amigo el Mar Menor quien nos llama.

Descontaminar el Mar Menor y los ambientes en los que convivimos. No va a ser fácil. Han jugado como pirómanos durante décadas, ignorando que el Mar Menor es la espina dorsal de la Región de Murcia, vertebra el territorio y crea sentido de pertenencia. Silbidos, pinturas y tambores, conectando corazones y cerebros, es nuestro amigo quien nos está llamando. #SOSMarMenor 30-O.

Lo que le ocurra al Mar Menor les ocurrirá a los hijos/as del Mar Menor.