Recuerdo la primera vez que fui a Barcelona, hace unos diez años. Me pareció la ciudad más moderna, cosmopolita y civilizada en la que había estado. La gente era educada e iba bien vestida, las calles estaban limpias, los servicios públicos eran puntuales? Yo, de broma, le decía a Antonio que con razón se querían independizar.

Me he acordado mil veces de aquella primera visita. Y de cómo ha cambiado el cuento. ¿Cómo es posible que unas personas, supuestamente medio informadas, con un nivel económico, social y educativo notable, quebranten la ley de semejante forma? Lo digo por los condenados. Por los salvajes que ocupan las calles estos días, no sé qué decir.

A la vista de lo que está pasando ahora, qué diferencia con aquella imagen de ciudad europea. Precisamente por eso, por tan civilizados, muy difícilmente se puede pensar que los condenados no liderasen personalmente a la rebelión, ni instigaran la violencia, ni llamasen, ellos mismos, a la independencia, por la fuerza si hacía falta. No se habrá probado en el juicio, pero llamamiento a la rebelión, hubo. Y creencia en la futura impunidad, también.

Quizá creyeron que la cárcel era transitoria, pero valía por la causa. Quién le iba a decir a la Forcadell, pobre, que iba a conocer a su nieto en un permiso carcelario de dos horas. Ahora dice que su declaración de independencia fue un canto romántico a sus deseos de independencia, que hacer-hacer, no hizo nada, que fueron los otros. Pero si, como presidenta de un Parlamento, permite su uso para fines ilegales, ya sea la declaración de la república catalana, o sea fabricar bombas, o falsificar billetes, está cometiendo un delito como un piano. En derecho penal te enseñan que la mitad de los presos no sabían que lo que estaban haciendo era un delito, o al menos de tal gravedad. La otra mitad sí lo sabía, pero sencillamente creían que no les cazarían.

Entre las primeras reacciones que vi, me hizo gracia la de una chica que decía que las penas impuestas le parecían desproporcionadas. Le grité a la tele, en plan abuela loca, ¡el principio de legalidad, hija! Otra de las cosas que se estudian en Derecho: Nullum crime, nulla poena sine lege: no hay crimen sin ley que lo prevea, ni pena no prevista. ¿De verdad se creían que podían declarar la independencia y que no hubiese reacción legal?

Lo que yo te digo: esta gente vive en Babia. En realidad, ni la chica ni los presos iban tan desencaminados. Yo escuché una vez de un señor, al que consideraba normal, decir que el éxito o el fracaso de cualquier asunto judicial dependía de lo 'espabilao'" (lo decía así) del abogado. Madre mía. Y claro, si encuentras a otros dos que piensen lo mismo, pues ya tienes razón.

Y eso que la abogacía del Estado apostó por la sedición en vez de por la rebelión. A mí, me pareció un regalo cuando lo supe. Pero aun habiendo caído penas mucho menores, es verdad que, con una media de diez años allí dentro, ya tienen bastante. Y como aviso a navegantes, surte efecto. Y de qué manera. Hombre, en eso sí hemos evolucionado, y somos bastante civilizados. Nos conformamos, sólo, con una temporada en la cárcel. Dos siglos antes, antes de ayer como quien dice, habríamos encontrado sus cabezas cortadas, y clavadas en estacas, adornando en la puerta del Parlamento. Ese en el que decían que eran libres.