El Mar Menor se muere. Dicen que ha sido la DANA y es verdad. La DANA es el acrónimo perfecto que resume la política ambiental de estos treinta años: Desidia, Arrogancia, Negacionismo y Agroincultura.

Desidia para acometer las medidas de protección necesarias en tiempo y forma, cuando todavía tenían sentido y se podía remediar lo peor. El pasado jueves se aprobaba por fin un Plan de Gestión Integral del Mar Menor. Con 7 años de retraso y muy edulcorado, para no provocar malestar entre ciertos sectores empresariales de la Región.

De poco va a servir si su aplicación es la misma que la de aquella Ley de Medidas Urgentes de febrero del año pasado, ley que solo se adoptó tras la denuncia del fiscal superior contra numerosos políticos del PP, cargos de la CHS y empresas del campo de Cartagena. ¿Tenían voluntad de cumplir con esas medidas? Poca o ninguna, como se desprende las declaraciones de López Miras, que denunciaba una "estocada de muerte" al campo, o del portavoz del PP Jesús Cano, que definía aquellas medidas como "una página negra en el parlamentarismo".

Arrogancia, desprecio, chulería. Nuestro presidente tendrá muchas virtudes, pero una de ellas no es precisamente la prudencia: "la oposición ya no puede decir nada. Que se bañen y disfruten", decía hace poco más de un año. Mientras tanto Teodoro García publicitaba sus baños en el Mar Menor y anunciaba a bombo y platillo que Casado vendría pronto a "capuzarse". Ya puede darse prisa.

Negacionismo para ocultar lo evidente. Como si los ojos de decenas de miles de vecinos y vecinas del Mar Menor y cientos de miles de visitantes no fueran testigo cada día de su lenta agonía. "El Mar Menor está mejor que nunca" ha sido el mantra con el que se han pasado un año Javier Celdrán, Noelia Arroyo, López Miras y Teodoro García. Un insulto a la inteligencia de la ciudadanía.

Y sí, también es necesario hablar del poderoso lobby de la Agroincultura. Porque somos muchos los que nos negamos a llamar agricultura a lo que algunos empresarios sin escrúpulos vienen practicando desde hace demasiado tiempo en las riberas del Mar Menor. Todas las que queremos a la Región y su cultura, veneramos la agricultura como una actividad noble y milenaria, basada en el respeto por la tierra y el entorno donde se asienta. Otros en cambio la entienden como un negocio puramente especulativo, que arrasa por donde pasa. Las presiones del presidente de la CROEM y del lobby de Proexport para que los intereses de unos pocos primen sobre el ecosistema y la salud pública, no solo son inadmisibles en cualquier democracia, sino que además no tienen nada que ver con una agricultura próspera, moderna y sostenible a largo plazo.

Después de la DANA nos queda un panorama desolador. Nunca hubo voluntad de legislar para salvar el Mar Menor. Nunca ha habido voluntad de aplicar las medidas que hasta ahora ha arrancado a regañadientes la acción judicial y las reclamaciones ciudadanas. Y lo peor es que en el centro de mando siguen estando los mismos de siempre y con la misma actitud que aquel consejero que dijo que "una lechuga era más ecológica que un pino". El pirómano no puede ejercer de bombero. El PP no puede seguir ni un minuto más al frente de una situación de la que es responsable.