La página web de la Autoridad Portuaria de Cartagena dispone de una entrada denominada «Bienvenida del presidente», en la que se desglosan las bondades del organismo público. En principio, nada fuera de lo normal, salvo porque nadie firma el breve escrito de bienvenida. La Autoridad Portuaria de Cartagena lleva seis meses sin capitán, aunque tal vez sea más exacto decir que con un capitán en funciones. La última persona que ocupó el cargo fue el cartagenero Joaquín Segado, quien dimitió el pasado abril de esta responsabilidad para concurrir en la lista de López Miras para las elecciones autonómicas de junio. Desde entonces, el director general, Fermín Rol, ejerce también de presidente, aunque en la citada web aparece en blanco el hueco reservado para la máxima autoridad de la institución portuaria, tanto del equipo directivo como del consejo de administración.

En cualquier empresa, llevar medio año con un gerente en funciones, no sería muy normal, pero no hay que olvidar que la presidencia del Puerto es un cargo de designación política y, en este campo, los tiempos se miden a otro ritmo. El nombramiento para este puesto le corresponde al Gobierno regional de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, aunque debe trasladar la propuesta al ente público Puertos del Estado, del ministerio de Fomento, para su aprobación definitiva.

Debe ser que entre la dilatada formación del Ejecutivo autonómico, los meses de veraneo, las dramáticas inundaciones y la provisionalidad del Gobierno central no ha habido ocasión para ocuparse de este asunto. Porque no creo que sea por falta de novios para el sillón mejor pagado de la Administración en la Región.

De todos modos, tampoco debe preocuparnos demasiado este vacío, porque, visto lo visto, no hace falta que se den mucha prisa.

Esta misma semana, la consejería de Turismo ha celebrado el Día Mundial del sector en Cartagena y ha tirado de los éxitos del Puerto para sacar pecho. Los 200.000 pasajeros desembarcados en nuestros muelles desde enero, un 20% más que en el mismo periodo del año pasado, son solo una más de las excelentes cifras del organismo portuario, que bate sus propios records mes a mes, lo que lo sitúan entre los más importantes de nuestro país. Y todo, sin presidente, o con presidente en funciones que, en el caso que nos ocupa, bastante tendrá con su labor de director general.

Los políticos son una necesidad inevitable para nuestra democracia y cometeríamos un grave error si dejáramos nuestro sino exclusivamente en manos de los técnicos, aunque experiencias como esta prolongada ausencia de presidente para el Puerto de Cartagena alimentan la impresión de que nuestras instituciones públicas están sobredimensionadas y, tal vez, el número de cargos públicos sea excesivo.

Quizá deberíamos seguir el ejemplo de la Armada a la hora de fijar las dotaciones de sus barcos, ajustadas al máximo, dadas las limitaciones de espacio. Aunque ello suponga soltar lastre para enderezar el rumbo y llegar a buen puerto.

Septiembre negro para Castejón

La cuesta de septiembre ha sido mucho más empinada para nuestra alcaldesa, Ana Belén Castejón, que lleva un mes para olvidar. En realidad, su cuesta arriba (algunos la considerarán su cuesta abajo) empezó antes de que acabara el verano, al ser expulsada de su partido de toda la vida tras su pacto con PP y Cs, sin consentimiento del PSOE regional. Ya entrados en el nuevo curso, le ha tocado enfrentarse a las peores inundaciones que se recuerdan en años y, tras pasar horas y horas al pie del cañón, aprovecha un paréntesis para ir al cumpleaños de una amiga y la sorprenden y la graban de fiesta, mientras algunos de sus paisanos seguían con el agua al cuello. Le ha tocado afrontar también el temporal de la lluvia de peticiones de dimisión, incluida la sonora pitada durante su intervención en el pregón de Carthagineses y Romanos. Y en plena batalla política, le llueve también una imputación por prevaricación, por paralizar la licencia para el derribo parcial de la antigua cárcel de San Antón, aunque el propio TSJ ha avalado esta decisión.

Seguro que nuestra regidora está deseando que acabe este mes negro, se despejen los nubarrones y pueda gobernar, al menos, mientras tenga aguante y se lo permitan.