Los Gobiernos del Ayuntamiento de Cartagena deberían apostar por un modelo de relación entre Administración y ciudadanía, orientado hacia la transparencia, el diálogo directo y la reducción de desigualdades, desde el que impulsar el desarrollo local de forma colectiva y una participación ciudadana 'real'.

Cabría preguntarse por qué creemos que no es así: No se reune la Comisión Municipal de Participación Ciudadana. La modificación del Reglamento de Participación Ciudadana lleva meses paralizada. Los Presupuestos Participativos son un fiasco democrático y de gestión: obras mal presupuestadas, muchas sin finalizar o no iniciadas, dinero presupuestado a un distriro que no se emplea o se trasvasa, mal planteamiento de base que crea división entre territorios vecinos, etc. Se les pide por varias entidades y colectivos que se elijan directamente al presidente y pocales de las Juntas Vecinales y ni se lo plantean. Y, sobre todo, la falta de proyecto y de información.

¿Hasta dónde creen realmente en el modelo participativo? ¿Quiénes son los que menosprecian la capacidad transformadora de la participación y la cuestionan? ¿Hasta qué punto creen que una parte del poder otorgado por el sistema legal a los cargos electos debe ser devuelto al conjunto de la ciudadanía? ¿Aspiran a que sus decisiones como electos sean más justas o sólo a legitimar sus decisiones con el respaldo de procesos participativos?

¿Están dispuestos a asumir que 'el conjunto de la ciudadanía' no tiene por qué coincidir con sus ideas y que las conclusiones de un proceso participativo podrían no estar alineadas con su proyecto político? ¿Asumirían que la ciudadanía puede cambiar de opinión después de ejercer su derecho al voto?

Quienes se oponen a estas fórmulas de participación pueden plantear objeciones a partir de estas consideraciones. A continuación exponemos tres argumentos para refutarlas.

Uno. Aunque un proceso participativo convocará con toda probabilidad a menos personas que unas elecciones, tampoco el resultado de éstas es la expresión de 'el conjunto de la ciudadanía'.

Dos. Los procesos participativos promueven la deliberación y el diálogo igualitario entre las partes interesadas y no pretende sustituir sino complementar a sus otras dos dimensiones: la representativa y la directa. Es urgente y todo un desafío articular coherentemente el diálogo con la ciudadanía que vota a opciones políticas diferentes.

Tres. Los procesos participativos permiten aprovechar mejor el conocimiento de toda la ciudadanía, ofreciendo la posibilidad de que todas las buenas ideas puedan ser tenidas en cuenta: provengan de un colectivo altamente representativo o de una sola persona.

¿Hasta dónde queremos llegar? debería ser respondida teniendo en cuenta cinco factores:

El primer factor es el alcance y las reglas del juego. Un proceso participativo debe establecer con claridad qué y cuánto abarca y cómo se realizará. Será preciso explicitar en qué se puede trabajar y en qué no y argumentarlo. Unas reglas del juego dialogadas desde el inicio entre todas las partes interesadas (personal técnico, cargos políticos y ciudadanía) contribuirán a legitimar los procesos.

El segundo factor a tener en cuenta son los recursos. La participación a gran escala requiere personal cualificado, tiempo y mecanismos de comunicación y participación ajustados al territorio. La participación no se puede tratar presupuestariamente como una cuestión menor si la consideramos uno de los ejes fundamentales de la política municipal.

Tercer factor que requiere atención son las formas de participar. El acceso igualitario a los procesos participativos se garantiza mejor si se combinan mecanismos que permitan aportaciones individuales y de colectivos organizados y aportaciones realizadas 'digitalmente' a través de Internet y las redes sociales, con aportaciones a través de espacios de encuentro y diálogo presenciales.

El cuarto factor es el carácter vinculante. La voluntad política de asumir las conclusiones de un proceso participativo debe concretarse en el compromiso, también político, de trasladarlas a los órganos de decisión formales, bien en el pleno, bien en el equipo de gobierno.

El quinto factor es la acumulación de conocimiento. La participación debe dar lugar a procesos pedagógicos que favorezcan el incremento de su alcance: sólo en la medida en que la ciudadanía vea resultados acordes con sus propuestas será posible afianzar comportamientos participativos.

Sexto factor, conocer y aprender de las experiencias de otros municipios que ya han hecho políticas participativas, de colectivos que tienen experiencia, muy probadas y con muchos años de experiencia para tomar decisiones y construir prioridades.

Conclusiones: A la vista de lo acontecido hasta el presente y de la reflexión anterior, la participación de los pecinos en la gestión municipal es una asignatura suspendida por el actual gobierno del Ayuntamiento de Cartagena.