El PSOE ha expulsado a la alcaldesa Ana Belén Castejón y a todos los concejales socialistas del ayuntamiento de Cartagena. Es decir, el PSOE se ha expulsado a sí mismo de la gestión pública de Cartagena, la segunda ciudad de la Región. Esto pasa cuando se sustituye la política por los reglamentos. Castejón se saltó los estatutos de su partido para evitar el mal mayor de que el 'de las verdades como puños y a la cara' gobernara en minoría y para esto pactó con el PP y Cs. Una jugada oportuna, inteligente, valiente y beneficiosa para la gobernación. Pues bien, le ha costado el carné.

Es curioso que cuando en el anterior mandato pactó, también a última hora, con el delicado y sutil líder del MC el PSOE no pusiera objeción alguna. Y todo parecía de lo más normal cuando en la precedente legislatura nacional los socialistas se abstuvieron para que gobernara Rajoy o cuando, como ahora, piden a Casado que haga lo propio para que gobierne Pedro Sánchez. Se puede gobernar en Navarra con la aquiescencia de Bildu, pero no en Cartagena mediante un pacto reglado con el PP.

Vale que Castejón se saltó la disciplina de su partido, pero esto no puede ser más imperdonable que permitir, pudiendo evitarlo, el gobierno de la boina hasta las cejas y la gestión de la escandalera friki. Y que un gesto que ha sido ampliamente aplaudido y que no encuentra más rechazo que el de los activistas del insulto se lleve por delante incluso la presencia institucional del PSOE en un enclave fundamental de la Región a la vez que deja a la organización socialista dividida y tocada.

En el fondo, lo que aquí gravitan son, otra vez, las luchas de poder en el interior del PSOE. Castejón se quedó descolocada tanto en las primarias nacionales como en las regionales, donde apostó por candidatos alternativos a los que fueron elegidos, Pedro Sánchez y Diego Conesa, respectivamente. Si pudo ser candidata es porque ya estaba ahí y porque lideraba con solvencia la organización socialista en Cartagena. Al ejercer un gesto autónomo ha caído sobre ella toda la fuerza de la literalidad burocrática. Un partido tan veterano y con tanta experiencia en pifias cartageneras todavía no parece haberse enterado de que Cartagena is different.

El PSOE ha preferido mantener en Cartagena la misma representación institucional que Falange de las JONS antes que practicar una política inteligente de apaciguamiento y reconciliación, aunque solo fuera por el interés electoral futuro, ya no solo municipal sino también y muy especialmente regional. La decisión de ayer conduce al PSOE al suicidio político en Cartagena y a la pérdida de las posibilidades de crecimiento electoral en la Región. Así se lo ponen al PP. Y gratis total.