La escalada proteccionista que experimenta la economía, a nivel global, sigue impactando duramente en los registros de crecimiento de las principales economías desarrolladas que conforman el escenario económico global. Hablamos de que las tensiones generadas por la guerra comercial y el deterioro que está experimentando el balance de riesgos, a nivel global, ha acabado mermando una demanda global que hace estragos en aquellas economías con mayor exposición al comercio exterior.

Y es que, economías como Estados Unidos, Alemania o China, tridente de las principales economías desarrolladas del planeta, son economías que, por su estructura económica y su modelo de crecimiento, han sido, históricamente, economías puramente exportadoras. Su presencia en los mercados internacionales es abrumadora, representando, en el caso de China, una gran contribución al crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) mundial, dada la gran apertura al mercado que esta inició.

La guerra comercial, en un escenario de desaceleración económica y donde los ritmos de crecimiento siguen moderándose, presentando nuevos reajustes a la baja que han llevado a economías, como Alemania, al borde de la recesión económica, ha provocado que las tensiones comerciales entorpezcan una globalización que gozaba de mayor presencia interanualmente, pues el comercio global, como fenómeno económico y según datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), no ha dejado de crecer en los últimos 12 años.

Hablamos de que, ante las tensiones generadas por la batalla comercial entre los dos principales bloques económicos del mundo, el organismo supervisor ha mostrado un mayor pesimismo para el comercio global y el flujo de mercancías entre países, provocando una consecuente reducción en los crecimientos de aquellas economías que, como decíamos, mantienen una mayor exposición a este fenómeno y una mayor dependencia de estas exportaciones para continuar con su crecimiento.

En el caso de Alemania, la principal economía de la zona euro, ha visto mermado su crecimiento hasta el punto de bordear, como hemos dicho, la recesión. Sus últimos registros han puesto de manifiesto una nefasta lectura de los registros de crecimiento, precedida de una fuerte moderación de las exportaciones y una grave caída de la producción industrial. Como digo, la economía germana, ha sido una de las economías más castigadas por la guerra comercial, junto a China.

Y es que, Alemania, la locomotora económica de la Unión Europea, comienza a mostrar unos cimientos que ya empiezan a tambalearse. El peso de las exportaciones en su economía provoca que una gran parte de su Producto Interior Bruto -casi el 80%- se muestre supeditado al comercio exterior. A su vez, las exportaciones en el país suponen casi el 40% de su PIB, lo que, ante un escenario comercial menos favorable y la fuerte caída que ha experimentado la demanda global, ha lastrado el crecimiento de dicha economía.

La economía germana ha vivido en primera persona lo que significa un escenario comercial desfavorable para una economía muy dependiente del sector exterior. Su condición de economía abierta al comercio, ante las tensiones comerciales y el nuevo escenario pesimista, ha provocado que, junto a la caída de la producción industrial que supone el 20% del PIB en el país, el país se haya visto al borde de una recesión que ya amenaza con sacudir a todos los países de la Unión Europea, provocando, a su vez, que el país se plantee la aplicación de estímulos que traten de revertir la situación.

Otro caso similar al de Alemania es el de la economía china. El gigante asiático, China, es otro país que, al igual que el país germano, se encuentra, por la estructura de su economía y su gran apuesta por la apertura al comercio global, con gran parte de su PIB supeditado al sector exterior. China, epicentro y agente principal de esta batalla comercial que sacude a la economía global, muestra una mayor moderación de los crecimientos, dado el impacto que está teniendo la caída de las exportaciones en su economía.

Con casi un 40% de su Producto Interior Bruto (PIB) supeditado al comercio exterior, China es el primer país exportador, e importador, del mundo; por delante de Estados Unidos y Alemania. Estamos ante un dragón en materia comercial que está sufriendo la paralización de uno de los principales motores de su economía. Casi el 20% del PIB chino se encuentra sometido a la evolución de las exportaciones en el país, lo que, ante el escenario que vive el panorama comercial y las negociaciones con Washington, ha provocado un agravamiento de su economía.

La economía china, que ya aplicó estímulos para tratar de revertir la situación, no ha logrado revertir la desaceleración en sus crecimientos. Las previsiones apuntan a nuevos reajustes -a la baja- de los crecimientos para los próximos años, llevando al país a cosechar ritmos inferiores al 6%. Una situación desastrosa para un país que ya ha registrado el peor ritmo de crecimiento de los últimos 30 años, provocando un gran distanciamiento del objetivo planteado por el gobierno para 2020, donde planteaba duplicar su PIB para tratar de reducir los niveles de desigualdad y pobreza en el país.

La guerra comercial ha llevado al país a cosechar unos registros completamente irrisorios, para la economía asiática, que necesita mayores crecimientos para mantener sus niveles de empleo y continuar con el gran reto de reducir los niveles de pobreza en toda la región. Una dura situación para el país, pues Washington prevé continuar con las negociaciones y mantener la rígida postura el tiempo que haga falta, castigando a China, así como otras economías, con la paralización del comercio.

En resumen, estamos ante una situación donde la economía se desacelera con mayor intensidad de lo esperado. Grandes economías atraviesan una dura situación de desaceleración económica, mientras que uno de los principales aportes al crecimiento de la economía global se ralentiza por momentos, provocando un escenario pesimista para los organismos encargados de supervisarlo. Una situación que pone en jaque a grandes economías, como China o Alemania, y que alientan una recesión cada vez más presente para los analistas.