La pepera Isabel Díaz Ayuso se comportó en la sesión de investidura para presidir la Comunidad de Madrid tal como si fuera una colegiala en su gala de graduación. En su inicial discurso -o sermón- de la primera sesión de investidura demostró un paupérrimo nivel de contenido y de elocuencia, con expresiones abúlicas, insulsas y simplonas. En el segundo día se superó en esa vorágine de memez, pues nos recitó una perorata arrabalera y vulgar, muy impropia de un político. El nivel parlamentario ha bajado con Ayuso a cotas ridículas e ínfimas.

Pero lo peor no ha sido esto. Ayuso afirmó que iba a luchar rotundamente contra la lacra de la corrupción. Una risotada de la oposición recorrió toda la Asamblea madrileña. Irónicamente la aspirante a presidenta aseguraba que acabaría con lo que había sido la característica típica de los 25 años de Gobierno del PP: las corruptelas del partido ¡Ayuso -presume de ello- que es la heredara de casi todos los expresidentes de la Comunidad, bien imputados, investigados o encarcelados!

Para rematar su desfachatez, Ayuso suscitó más carcajadas también cuando lanzó la idílica normativa pactada con Vox y con Cs que obligaría a los centros públicos de enseñanza a más trasparencia y control en la programación de sus talleres y charlas extracurriculares. Y exigía que eso fuera incluso antes de enviar el proyecto educativo final del centro a la Consejería de Educación. Y esto lo hacía -afirmaba la pepera- porque se lo reclamaban miles de familias madrileñas. Pero esta era en realidad una de las exigencias de Vox que Cs también aceptó.

Lo ordena ella que ha sido incapaz de mostrar datos de su implicación o no, por falta de trasparencia en el caso de Avalmadrid. Y que no da ni una referencia -ni permite que nos informemos- para hacernos idea de si es fiable o no como presidenta. El ejecutivo que dirigirá promete una ´histórica´ bajada de impuestos a cuenta de recortes en servicios y públicos, que serán menos y peores. También millares de madrileños le apremian a que aclare esas dudas más que razonables, esa sombra de la corrupción que envuelve opacamente sus primeros días de presidenta. Y de paso, estos ciudadanos se están preguntando qué le llevó a no pagar durante cinco años el IBI al Ayuntamiento de Madrid. Y quieren saber qué paso con ese crédito Avalmadrid de 400.000 euros, concedido y no devuelto por su cara bonita.

El supuesto alzamiento de bienes cometido por Ayuso, aceptando la donación de un piso cuyo valor catastral es de 140.547 euros (el valor de mercado es mayor) e impidiendo así que la empresa semipública Avalmadrid pudiera ejercer sus derechos como acreedores ante el impago de sus padres, «ha sido un auténtico quebradero de cabeza para la candidata». Ella defendía tozudamente este oasis fiscal que, ahora su gobierno y antes durante 25 años, pese a la gran deuda acumulada, impuso el PP en la Comunidad de Madrid, favoreciendo a las grandes empresas y a los poderes financieros.

Seguramente Ayuso siga, a pie juntillas, las indicaciones de su nuevo asesor, el inquietante gurú político MAR (Miguel Ángel Rodríguez), exsecretario de Estado de Comunicación y portavoz del Gobierno con Aznar. A MAR le gustaban mucho los exabruptos y las acusaciones sin argumentos contra el contrario político (de ahí el ataque descontrolado y furibundo a Errejón).

No necesitábamos un sermón de poliamor y poliodio en la Asamblea de Madrid. Solo se le pedían explicaciones sobre las supuestas irregularidades porque aún no ha aclarado por qué le dan un crédito y no lo devuelve; no se sabe si ha pagado o no el IBI de estos últimos cinco años. Y hay sombras de sospechas de si tiene vinculación con la trama Púnica. Que Ayuso demuestre clara y simplemente que es inocente, y déjese de lloriqueos y victimismos acerca de su implicación o no con estos hechos, rememorando muertos a diestra y siniestra.

¡Menuda presidenta florera que han ´colocado´-Casado, García Egea, Pío Escudero y cía- para manejar la Comunidad de Madrid, que está ya desacreditada desde el minuto cero! Recordemos que el PP -con esta señora- no ganó las elecciones autonómicas. Y va a ser ahora presidenta por un cambalache político entre la derecha trifálica PP, Cs y Vox.

Todo esto es el blanqueo de Cs y Vox al PP de Madrid con más de 25 años de corrupción, que ahora sigue igual con más opacidad aún en la gestión administrativa. Es el peor ensayo de proyecto liberal del PP en los últimos años. Es casi ultraliberal, apuntalado por la exigencia de la ultraderecha de Vox.

Y mientras, la izquierda y el llamado progresismo se tiran los trastos a la cabeza, incapaces de negociar un gobierno progresista de España para parar las políticas del trifachito de la derechona.