La economía española sigue atravesando una situación de moderación económica. La economía, aunque, a priori, los principales organismos económicos independientes hayan pronosticado un mayor crecimiento para España que para el resto de países integrantes de la zona del euro, muestra una tendencia a la baja, esperando moderarse, esta vez si pronosticado, de forma más intensificada en 2020.

Y es que, el último detalle, registro, que nos dejó la Encuesta de Población Activa (por su acrónimo, EPA) nos muestra una mayor ralentización en la creación de empleo. Un hecho para preocuparse, pues observando los datos desestacionalizados, la creación de empleo en España se produce de forma más gradual, a la vez que el paro desciende, de igual forma, más ralentizado de lo esperado.

Pero como decimos los economistas, al final, en economía, todos los flujos están conectados. Y esto ocurre en esta ocasión, pues esta ralentización en la creación de empleo viene provocada principalmente por la caída que está viviendo la actividad económica en el país. Los indicadores macroeconómicos que muestran una fiel lectura de la actividad económica en el país, los PMIs, muestran un escenario recesivo, pues la lectura se muestra por debajo del umbral de contracción económica.

Si observamos el PMI compuesto, podemos ver como este también se acerca al umbral recesivo. En el último mes, la lectura de este indicador adelantado nos dejó un registro de 52.1 puntos, lo que lo coloca en su peor registro de los últimos cinco años. Unas consecuencias que preceden a un agotamiento de las medidas de estímulo gubernamentales y que muestran la gran vulnerabilidad de estas y su efectividad en el país.

Como podemos ver, la industria española sigue desacelerándose, a la vez que vemos, si observamos los ritmos de crecimiento de la economía española, una desaceleración subyacente del crecimiento económico. Como decía, aunque España prevea crecer a un ritmo más acelerado que los países de la Unión Europea y que el propio promedio en sí, la tendencia subyacente si muestra una desaceleración que se contrasta con los registros obtenidos en 2018 y que pretende pronunciarse aun más en 2020, año en el que la economía descenderá por debajo del 2%.

Esto también podemos observarlo en las lecturas que nos ofrece BBVA Research sobre la demanda interna en el país. Según el servicio de estudios, la economía española experimentará otro descenso en la demanda interna en el país, que caerá, al igual que la economía, hasta el 2%. Un hecho al que también se suman las exportaciones, que aunque mostraron una mayor contracción de lo esperado, el país supo corregir y compensar con una menor demanda de importaciones, lo que reguló finalmente el saldo exterior.

Muchos economistas han tratado de atribuir una pequeña parte de lo ocurrido a la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) que ejecutó el Gobierno socialista, ahora mismo en funciones. Sin embargo, cabe decir que no hay estudios ni informes que muestren una relación de impacto directo de la medida en la economía. No obstante, no debemos olvidar que la medida, en sí misma, es arriesgada y en el terreno que se mueve la economía española en estos momentos y en una situación donde no se está creando el empleo deseado, no podemos tomar decisiones tan arbitrarias.

Recordemos que ante la aplicación de esta medida, el vigente mandatario en funciones, Pedro Sánchez, no ordenó la ideación de informes que tratasen de medir el impacto de su medida en la economía. Unos informes que, aunque no fuesen ordenados, si trataron de estimar organismos más independientes como el Banco de España, en los que la institución destacó la importancia del efecto que podría tener un aumento en los costes laborales para las empresas en el escenario actual.

Para el organismo, ante una desaceleración de la economía como la que vivimos actualmente, estas medidas sociales en las que, injustificadamente, se aprueba una subida de salarios y un aumento en los costes para las empresas es una medida muy arriesgada. Recordemos que, tanto la competitividad como la productividad de las empresas continúan estancadas, ambos indicadores, lo que, como he dicho, no justifica un aumento en los costes para las empresas. Hablamos de que las empresas están pagando más por ingresar menos, una situación que en el largo plazo se vuelve insostenible si no se conjuga con otras medidas que traten de aportar más ingresos a las compañías.

Por ultimo, España se enfrenta ahora a una situación de bloque político e ingobernabilidad en el país que dificulta aún más la elaboración de reformas estructurales que traten de revertir lo ocurrido. Recordemos que España sigue gobernando con unos presupuestos y una reforma laboral de la anterior legislatura, por lo que carecen de contexto para aplicarse en una situación como la actual, pues en aquellos momentos no se preveía el vigente escenario. Esta situación de bloqueo dificulta la posibilidad de conformar nuevas reformas para la economía española, lo que podría llevarnos, en el largo plazo, a una situación similar a la que vive la economía italiana.