Un beneficio inesperado de estar buscando activamente una casa para comprar en Londres es que, de vuelta a Murcia, todas las casas que se venden te parecen baratas. No es de extrañar, porque Londres, como Nueva York o París, tiene las casas más caras del mundo. Y Murcia, junto con el resto del Sur de España, algunas de las más baratas, si no nos salimos del mundo desarrollado.

Como complemento, los alquileres en Londres son básicamente un robo, en correspondencia con el precio de las viviendas. Así que, comparando lo que pagas de hipoteca cuando compras con lo que pagas de alquiler, compensa comprar de todas formas. Eso si dispones del dinero para la entrada, cuyo importe supone prácticamente lo que en Murcia pagarías por la casa entera si trata de una propiedad de precio medio.

En Londres hay un mercado inmobiliario muy vivo. La gente se cambia de zona (entre los famosos treinta y tres 'burroughs' en los que están dividido el Gran Londres) conforme sus evolución familiar o su suerte financiera se lo exige o permite. Como sucede en el mundo anglosajón, la transacción o compraventa tiene unos impuestos mínimos, al contrario del impuesto sobre la propiedad (nuestro IBI), que es sustancialmente mayor. Eso facilita la movilidad del personal, sin afectar al erario público.

Como le habrá sucedido a tantas familias españolas, nosotros enviamos la niña a Londres para que aprendiera bien el inglés (no ese sucedáneo que se aprende aquí en los colegios normales). Al cabo del tiempo aprendió algo de inglés, pero sobre todo aprendió a relacionarse bastante, básicamente con españoles y brasileños, en cuya comunidad encontró el amor de su vida, fruto del cual sobrevinieron con el tiempo unos estupendos nietos que harían las delicias de cualquier abuelo, y desde luego las mías.

Pero para vivir una vida llevadera en Londres, con sus crudos inviernos, hay que tener una vivienda decente en la que vivir, preferentemente cerca de algún buen colegio del sistema público de enseñanza, ya que los privados exigen un esfuerzo económico que solo una pequeña élite puede permitirse. Hay colegios públicos excelentes en Londres, que no tienen que envidiar nada a los privados, pero su poder de atracción se refleja inexorablemente en el precio de las viviendas del entorno. Los portales inmobiliarios en Londres te informan primero de la calidad de los colegios (los ratings los establece la Autoridad de Enseñanza), alrededor de los cuales puedes encontrar a continuación la oferta de viviendas en venta.

Los precios de la vivienda en Londres no fueron siempre tan altos. Las casas se han encarecido casi un 40% en lo que llevamos de siglo. Allí no hubo ni estalló ninguna burbuja inmobiliaria. Como mucho, la crisis financiera ralentizó algo el crecimiento de los precios durante un período escaso de tiempo. Como consecuencia, la mayoría de las familias jóvenes en Londres no puede acceder a una vivienda en propiedad, algo que sí pudieron hacer la inmensa mayoría sus padres, que ahora disfrutan de sus casas adquiridas a bajo precio y unas pensiones públicas muy elevadas. Menos mal que nadie es eterno.

Londres es una de las capitales del mundo. No tanto por su población (las capitales de países en desarrollo son más populosas ya y lo serán más en el futuro previsible), sino porque se ha convertido en la capital financiera por antonomasia, a la par que Nueva York. La City de Londres acoge una parte sustancial del trasiego de dinero del mundo, con una fuerte concentración del procedente de Europa, Oriente Medio y Asia. La libertad y sofisticación que adquirió la City a partir de los años ochenta no tiene parangón en ninguna parte del mundo.

Y no solo hablamos de la Bolsa y los traders. Me refiero sobre todo a productos sofisticados de inversión y toda la ingeniería financiera relacionada con los seguros y reaseguros. Un mundo que sorprende a propios y extraños por su enorme complejidad y los impactantes beneficios que genera para los que están implicados en su gestión.

La City lucha con fuerza para quitarse el sambenito, justamente ganado, de salvaje oeste de las finanzas mundiales. Los rusos y árabes, especialmente, son muy aficionados a llevar su dinero e invertirlo en propiedades de lujo en Londres, desplazando de las mejores ubicaciones a la tradicional burguesía británica.

Las grandes capitales mundiales se desarrollan por la fuerza de la gravedad que ejercen sobre el resto del mundo. No te has dado cuenta y alguno de tu familia acaba viviendo en ellas. La de mi hija es la segunda generación de la familia que se asienta en Londres. La primera generación de la mía, o de la mi mujer más bien, está formada por dos de sus hermanas. La primera se casó con un residente en Londres de origen italiano y tiró de la segunda hermana, que acabó casada con un hijo de desplazados catalanes de la postguerra civil, mi querido cuñado Mike. Las dos hermanas tienen sus respectivos hijos, mis tres sobrinas y un sobrino, que por cierto trabaja en la City administrando una cartera de cientos de millones de libras en propiedades comerciales para un Fondo europeo. Al menos que algo se quede en la familia.

No sé qué pasará finalmente con el Brexit, que parece una locura promovida por una conjunción de jubilados xenófobos y la parte más retrógrada y racista de la burguesía británica. Conocí a unos de estos ejemplares de británico cuando vivía en el ático del edificio en el que pasamos unos años alquilados en La Muralla del Mar de Cartagena. Era tal cual Mr. Wit, el personaje que Ramón J. Sender ubica en el Cantón de Cartagena. Salvo que este pensaba que Margaret Thatcher era una peligrosa liberal, y se deshacía en elogios por el orden y la seguridad que reinaba en la España franquista. Una vez me confió lo desagradable que le resultaba ver a un 'negro' exhibir un pasaporte británico. Por más referencia diré que una vez también me confesó que dormía con una bayoneta debajo de la almohada, 'just in case'.

Algunos economistas atribuyen los precios de las viviendas en Londres a los cinturones verdes, que se pusieron de moda a principios del siglo pasado y que restringen fuertemente el crecimiento de las ciudades. A eso y a que los permisos para una promoción de obra nueva se eternizan en la administración local, que no obtiene apenas beneficio de licencias y permisos de edificación. Eso y la demanda de propiedades de inversores de fuera de Londres, junto con el activismo social de los característicos NIMBYS (not in my backyard), que boicotean sistemáticamente cualquier obra pública necesaria para acomodar nuevas promociones de viviendas. Como dice el refrán, 'entre todos la mataron, pero ella sola se murió'.

Entretanto, nosotros seguimos con el empeño de comprar casa en Londres para la familia de mi hija. ¿Alguna sugerencia?