Hubo un tiempo en que los ministerios eran de Obras Públicas o de la Marina. No había que explicar que el primero incluía Autopistas, Carreteras, Puentes, Puertos, Pantanos y Asfaltados Varios. La denominación era escueta, resumida y, sin embargo, clara. Ocupaba una línea en la tarjeta de visita del titular, bajo su nombre, aunque éste, casi siempre seguido de apellidos compuestos, ocupara dos. Ahora le preguntas a un concejal de tu pueblo, que se puede llamar Pepe Pérez, de qué asunto se ocupa y es capaz de responderte: soy el responsable de Policía Local, Tráfico, Embellecimiento de Fachadas, Festejos Periféricos, Reparación de Baches y Macetas Viarias. Tamaña relación no cabe en una tarjeta, y quizá por eso han desaparecido las tarjetas.

Con las consejerías autonómicas ocurre algo parecido. Si usted se encuentra en algún lugar a Isabel Franco y le pregunta por su flamante cargo en el nuevo Gobierno le responderá de corrido: soy Vicepresidenta y consejera de Mujer, Igualdad, LGTBI, Familias y Política Social. Cuando acabe de describir su título habrá llegado la hora de despedirse, antes de que a usted le dé tiempo a repreguntarle: ¿y por qué no, además, de Pobreza Infantil, Violencia Machista, Atención a la Discapacidad Física y a las Personas con Habilidades Especiales, ya que son asuntos que también, entre otros muchos y diversos, constan entre sus competencias? ¿No sería mejor, más sintético y más barato para la rotulación reducir la retahíla a un solo epígrafe? Política Social, por ejemplo, y lo demás, todo incluido. Los títulos de las consejerías se han convertido en pancartas.

Otra: Empresa e Industria. ¿Es que las corporaciones industriales no son empresas? ¿A cuento de qué la redundancia? Sería más práctico llamar a todo eso Economía, y va que chuta. En esa consejería se ubica además un llamado Instituto de Fomento que no tiene que ver con otra consejería que se llama también de Fomento. Parece claro que hay escasez de vocabulario, pues también se nos obliga a distinguir entre Presidencia y 'la Presidencia', que aunque no lo crean son departamentos distintos.

También hay títulos contradictorios: Empleo y Universidades, que debiera ser Empleo o Universidades, ya que las Universidades son las que generan el desempleo.

Estas consejerías de denominación tan prolija nos van a hacer añorar aquella Compañía Internacional de Coches Cama y de los Grandes Expresos Europeos, que al menos tenía una denominación prometedora y poética.