El bloqueo que sigue presentando la gobernabilidad de España mantiene en vilo a los principales organismos económicos en el país, que urgen a los partidos políticos a ponerse de acuerdo para lograr un pacto que permita la gobernabilidad, así como la constitución de un Gobierno estable. El bloqueo que presenta el país en materia gubernamental podría acabar con la economía nacional, ante la imposibilidad de impulsar proyectos que traten de revertir la situación.

Y es que, como he dicho en numerosas ocasiones, la economía va camino de la desaceleración. Los principales indicadores macroeconómicos que miden la actividad económica del país muestran una ralentización más intensificada para este año, agravándose la situación para el próximo ejercicio. Según las perspectivas de crecimiento, aunque la economía española pretende liderar los crecimientos dentro de la zona euro, éstos, en contraste con los registrados en 2018, se han moderado y pretenden moderarse, aún más, en 2020.

Aunque las previsiones de los distintos organismos económicos muestren un mayor optimismo, como podemos vislumbrar si observamos los crecimientos de la economía española y los principales indicadores, éstos no cambian la tendencia subyacente de desaceleración. Es decir, aunque España se haya comportado sistemáticamente mejor que el resto de economías de la eurozona, los indicadores, en contraste con ejercicios anteriores, continúan moderando su dinamismo a la baja.

Hace una semana, el servicio de estudios del BBVA Research advertía del peligro que corre un país en situación de desgobierno. Para ello se utilizó a Italia, que ha vivido una situación similar en los últimos años y en el que la ingobernabilidad le ha llevado a cosechar una recesión técnica, tras atravesar dos trimestres consecutivos en que el Producto Interior Bruto (PIB) se contrajo. Como adelantaba BBVA Research hace unos años, si la reforma laboral de 2012 se hubiese aplicado en 2007, durante la crisis, se habría evitado la destrucción de más de dos millones y medio de empleos.

Esta situación destaca la importancia de las reformas estructurales en un país, pues si, por otro lado, observamos el caso de Italia, un país que por falta de gobernabilidad ha sido incapaz de adoptar nuevas reformas estructurales en su política económica, podemos ver un claro ejemplo de la enorme factura a pagar que supone la situación en el largo plazo. Debemos entender que el contexto económico en el que nos movemos ahora ha cambiado y necesitamos adoptar reformas que traten de paliar la desaceleración económica y surtan efecto en el largo plazo; unas reformas que ante un bloqueo gubernamental no podrán adoptarse.

Para ponernos en contexto, cabe destacar que España sigue atravesando la situación con unos presupuestos aprobados durante la pasada legislatura, donde el contexto económico y político presentaba otro escenario completamente distinto al actual. Por otro lado, la reforma laboral que sigue creando empleo fue aprobada en 2012, también durante la pasada legislatura y que, a día de hoy, sigue vigente. Como podemos ver, sin gobernabilidad no hay reformas ni proyectos.

La economía es cíclica, es cambiante, es dinámica. Por ello no podemos dejar el país a la deriva, a expensas del libre impacto de los diversos shocks en el país. Necesitamos adoptar de inmediato reformas que traten de revertir la situación, pues en el largo plazo, dentro de diez años, las reformas que se apliquen hoy marcarán el futuro. Como ya ha anunciado Santander Bank, BBVA u otras entidades financieras, España necesita reformas estructurales actualizadas al contexto económico actual y no al pasado.

Es tarea de nuestros políticos el ponerse de acuerdo en un tratado de gobernabilidad en el que se fije un presidente y un equipo de Gobierno para comenzar a trabajar en dichas reformas. No obstante, como ya hemos advertido el consenso de economistas en su conjunto no vale cualquier Gobierno y cualquier reforma. La economía se desacelera, como hemos dicho, y no podemos permitirnos la entrada de diversos Gobiernos que llevan en sus acuerdos programáticos la imposición de diversas reformas que, en lugar de mejorar la situación, plantean el acabose de nuestros sistema económico.

El sector privado continúa desacelerándose y la creación de empleo, una de las asignaturas pendientes de la economía española, que lidera los ránking de desempleo en la Unión Europea, es una tarea prioritaria en el país. Ante esto, no podemos seguir pensando en la aplicación de reformas que dificulten la creación de empleo, como desean diversos partidos políticos, pues el empleo debe generarse en el sector privado. Ahora mismo el empleo se está generando en el sector público, en mayor medida, y esto solo se refleja en endeudamiento y precariedad en el largo plazo.

La economía real, como me gusta llamar al sector privado, es la única fuente de riqueza para la economía española. Por ello debemos impulsar reformas que devuelvan un mayor dinamismo y la capacidad de contratación a las empresas. De esta forma podremos hablar de la creación de empleo sostenible y consistente en el largo plazo. Como decíamos al principio, reformas que tengan un efecto directo en aquellas variables que influyen directamente en la mejora de la economía. De nada sirve hablar de políticas sociales si, por otro lado, vamos directos a la recesión y al estancamiento de la economía.

En conclusión, estamos en una situación más seria de lo que, a priori, pueda parecer. La imposibilidad de formar Gobierno no solo deja a los gobernantes con las manos atadas, sino que impide la posibilidad de adoptar, como hemos dicho, esas reformas que precisa el país para continuar creciendo. Recordemos que España, al igual que siempre ha entrado más tarde en las recesiones económicas, también ha salido más tarde y no debemos fiarnos y apostarlo todo a unas perspectivas de crecimiento que, pese a mostrar una desaceleración subyacente, a priori parecen aceptables. Hay que trabajar en la mejora de nuestra economía y solo podemos hacerlo con un Gobierno que la lidere.