Por qué no van a saber los padres qué charlas reciben sus hijos fuera de la actividad escolar usual y decidir si quieren o no que las reciban, como deciden si hacen o no una salida de su colegio?» preguntaba el presidente regional, López Miras, en su intervención en el debate de investidura. La actual polémica en la Región en torno a las charlas de contenido moral tiene más calado de lo que parece. La familia ha sido siempre un escollo para aquellos dirigentes con querencia por la ingeniería social; se trata de la pugna por a quién corresponde la formación en valores del niño. La cuestión ya se planteó en la Antigua Grecia, donde Platón, paradigma de estatismo asfixiante, propuso el comunismo de niños: el Estado habría de recoger a los infantes desde su más tierna infancia y, sin condicionantes familiares, formarlos a placer.

Esto, familia frente a Estado, está en el fondo de la cuestión acerca del consentimiento paterno de las charlas. Nuestra Constitución es clara en ese sentido: asiste a los padres el derecho de decidir los valores que se inculcan a sus hijos. Los padres no pueden decidir qué contenidos estrictamente científicos se transmite a sus hijos, pero la formación en materia religiosa y moral es responsabilidad exclusiva de los padres.

Hay quienes recelan de este derecho de las familias, con el argumento de que muchos padres mantienen convicciones morales reprochables. Desde colegios e institutos, se dice, se debería neutralizar esa perniciosa formación que reciben algunos niños en casa. ¿Y por qué debemos recelar de las convicciones de muchos padres y, sin embargo, mantener una fe inquebrantable en cualquier otra organización pública o privada que sea invitada a ofrecer una ponencia en un colegio o instituto? Lo que viene a consignar nuestra Constitución es que no compete a la Administración monitorizar los valores que se transmite a los niños, sino viceversa: es la familia quien decide en este ámbito de la formación.

A la izquierda incomoda sobremanera que el Estado no pueda inculcar valores sin la 'interferencia' de la familia. No hace falta más que ver los calificativos que se gasta Urralburu, líder regional de Podemos, cuando se refiere a quienes se afanan en hacer valer el derecho de los padres. He oído a Urralburu tildarlos de 'neocons' y 'Tea Party regional'. Y esta, nos decían, era la socialdemocracia moderada.