Hace cincuenta años los astronautas Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin entraron en la historia al convertirse en los primeros en llegar a la Luna. A su regreso fueron recibidos como héroes y homenajeados por todo el planeta.

El proyecto Apolo fue puesto en marcha por los Estados Unidos para competir con la Unión Soviética en la carrera espacial. Entre las personas que consiguieron llevar a cabo este proyecto también había un pequeño número de mujeres. Muchas de ellas jugaron un papel fundamental para que esta y otras misiones destinadas a llevar al hombre al espacio culminaran con éxito.

Pero como ha venido siendo habitual en la historia de la humanidad, poco o nada se conoce sobre ellas. Por eso nos parece necesario rendirles un pequeño homenaje ahora que tanto se está hablando de esta hazaña.

Si el Apolo XI consiguió alunizar el 20 de julio de 1969 fue gracias al trabajo de una mujer, Margaret Hamilton, científica computacional, ingeniera y matemática. Fue ella quien diseñó el programa informático que controló todos los sistemas durante la misión espacial. Como casi todas sus compañeras en la NASA, sus ideas y aportaciones eran casi siempre objeto de burla, algo que sucedió, tal y como ella contó, cuando utilizó por primera vez el término 'ingeniería de software', que en la actualidad da nombre a una disciplina informática.

Margaret Hamilton entró a formar parte del equipo del proyecto Apolo gracias a sus conocimientos en programación, muchos de ellos adquiridos de manera autodidacta. De esta manera consiguió llegar a ser la directora de programación del ordenador de vuelo del Apolo, un proyecto de enorme envergadura al que dedicó muchas horas de trabajo y un enorme esfuerzo personal, ya que tuvo que conciliarlo con su maternidad, de manera que, a veces, se llevaba a su hija de cuatro años al trabajo.

El software que diseñó no solo era capaz de discriminar qué tareas eran las más prioritarias, también permitía realizar cálculos durante la misión y era capaz de detectar errores. Sin la ayuda de ese ordenador es muy poco probable que la misión hubiera culminado con éxito. Pero el reconocimiento a Margaret Hamilton no le llegó entonces. Tuvieron que pasar años para que se reconociera su trabajo.

Su aportación al proyecto Apolo pone evidencia que el mérito de la llegada a la Luna no es exclusivo de los hombres. Muchas mujeres participaron en él aportando sus conocimientos, pero sus nombres han permanecido en el anonimato durante mucho tiempo.

Otra de las mujeres que contribuyeron al éxito de la llegada a la Luna fue la matemática Katherine Johnson, cuya figura y la de sus compañeras Dorothy Vaughan y Mary Jackson, fue reivindicada en la película Figuras ocultas. Las tres formaban parte de un grupo conocido como 'las calculistas del Ala Oeste', un grupo de mujeres afroamericanas contratadas para realizar complicados cálculos matemáticos.

El papel de Katherine Johnson en la misión Apolo XI fue fundamental para garantizar el regreso de los tres astronautas a la Tierra: calculó el momento preciso en el que la sonda debía abandonar la superficie lunar para que su trayectoria coincidiera con la órbita que describía el módulo Columbia y pudiera acoplarse a él. Si esos cálculos hubieran fallado, los tres astronautas no hubieran podido regresar.

La única mujer que estuvo presente en la sala de control en Cabo Cañaveral durante la misión del Apolo XI fue la ingeniera aeroespacial Joann Morgan. A pesar de ser ingeniera jefe y participar en muchos programas de la NASA, se tuvo que enfrentar a comentarios machistas y sexistas. Trabajar en un espacio donde no había lavabos para mujeres y donde tuvo que soportar comentarios soeces en los ascensores no debió de ser tarea fácil.

La presencia de mujeres en la sala de lanzamiento estaba vetada, pero ella estuvo presente en el lanzamiento del Apolo XI gracias a la apuesta de algunos de sus supervisores que la consideraban la mejor comunicadora. Esta mujer realizó una gran carrera en la NASA y se preocupó de romper las barreras impuestas a las mujeres dentro de la agencia. Sin embargo en su tiempo su figura, como la de muchas otras mujeres, no fue reconocida.

El programa espacial estaba dominado por hombres blancos, de un alto nivel educativo. También los primeros astronautas respondían a esta descripción. Las figuras femeninas y aquellas que pertenecían a las minorías eran escasas y estaban relegadas a un segundo y tercer plano. Se las escondía a la opinión pública, como en el caso del programa de mujeres astronautas Mercury 1, y se silenciaban sus contribuciones y logros. Afortunadamente esta tendencia se ha ido corrigiendo y son ya muchas las mujeres que han conseguido participar en la conquista del espacio.

Ahora que se cumplen cincuenta años del primer alunizaje en nuestro satélite es justo recordar la figura de las mujeres que contribuyeron a que esto fuera posible.

Es hora de desocultar a las mujeres del Apolo XI.