Estamos asistiendo a una espiral de violencia dirigida a los profesionales sanitarios, en especial contra las médicas jóvenes, que hace unos años era impensable. Esta situación está causando una honda frustración y preocupación entre los trabajadores, que se sienten intimidados y con la sensación de que están solos, abandonados y que no tienen el respaldo de la Administración que les contrata.

Fruto de más de diez años de recortes en el Servicio Murciano de Salud, nos encontramos ahora con una enorme carga asistencial. Esta saturación se refleja en las condiciones de trabajo de los profesionales, que tienen que hacer más con menos, y esto acaba afectando a la relación médico-paciente por motivos de organización ajenos a ellos.

En otros países de nuestro entorno, es inconcebible que un médico atienda a más de treinta pacientes en una jornada. Sin embargo, en el Servicio Murciano de Salud se permite que un médico atienda entre cincuenta y sesenta pacientes en una mañana y, en épocas excepcionales de gripe o vacaciones, esta cifra puede aumentar a ochenta o noventa personas. En este contexto, a pesar de ser extremadamente difícil mantener unos mínimos niveles de calidad asistencial, los profesionales siguen dando lo mejor de sí mismos para garantizar que sus pacientes sean tratados de la mejor manera posible.

Si, además, añadimos el sobreesfuerzo que supone estar trabajando con medios informáticos que no siempre responden en tiempo y forma, en lugar de utilizar el poco tiempo asignado por paciente a escucharlo, mirarlo y explorarlo, la relación médico paciente se ve, irremediablemente, perjudicada.

La falta de recursos humanos y técnicos, la masificación en consultas y plantas de hospital y las largas listas de espera repercuten directamente en la calidad asistencial.

Todo ello lleva consigo un clima de crispación y frustración, caldo de cultivo perfecto para que se produzcan episodios de violencia. Algunos pacientes culpan al médico de la baja calidad asistencial y focalizan contra ellos sus quejas. El médico se encuentra en su consulta para tratar al enfermo, para solucionar su problema de salud y velar por su seguridad. El médico no es el responsable de la organización de la asistencia sanitaria. Los responsables son nuestros políticos al mando.

La Región de Murcia es, lamentablemente, una Comunidad autónoma en la que la violencia en las consultas ha sido titular en varias ocasiones. Recientemente, los médicos denunciamos masivamente esta problemática tras las agresiones sufridas por varios compañeros con motivo de la prescripción del fármaco Rivotril. Pero no han sido las únicas. La más grave, el asesinato de nuestra compañera María Eugenia Moreno en 2009, cuando un paciente irrumpió en la consulta y le disparó a bocajarro por estar disconforme con la atención recibida.

Otros cientos de amenazas, insultos, agresiones físicas o verbales y faltas de respeto denunciadas, cada año, por las víctimas en la Región de Murcia.

Para solucionar este problema, el Sindicato Médico, CESM, ha hecho propuestas desde hace años. Entre ellas, el aumento de las plazas MIR, la oferta de trescientas al año en la Región de Murcia y que se haga una planificación de especialistas para adecuar las plantillas a las necesidades reales de la población.

Es importante que todos los estudiantes que acaban Medicina tengan acceso a una plaza de formación sanitaria especializada. De lo contrario, estamos formando médicos que no tienen acceso a la especialidad y no podrán ejercer en el sistema público de salud.

Desde el Sindicato Médico, CESM, también exigimos que todos los centros, consultorios, consultas de hospital y planta, urgencias hospitalarias y extrahospitalarias, dispongan de los dispositivos de seguridad adecuados y que miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado acompañen a los compañeros en las visitas a domicilio más sensibles.

También es fundamental capacitar a nuestros profesionales mediante programas de manejo para afrontar situaciones difíciles. La Administración tiene la responsabilidad de cuidar de sus trabajadores, con medidas de prevención suficientes y no dejar a los sanitarios sin protección y sin herramientas.

Nuestro lema debe ser ‘más vale prevenir’, porque cuando ya se ha producido una agresión, ese profesional se encuentra abatido, desmotivado, deprimido y tiene que seguir trabajando en unas condiciones anímicas muy desfavorables, tanto para él como para sus pacientes.

Recordamos a nuestros pacientes que los médicos estamos de su lado y nuestra función es cuidarles. Ante quejas por la organización del sistema sanitario, hay vías de reclamación abiertas que se pueden utilizar, pero nunca se podrá justificar una agresión física o verbal contra otra persona.

Queremos trasladar todo nuestro apoyo a los compañeros sanitarios que se enfrentan cada día a este problema, a los que han sido víctimas y a los que tienen miedo. Sabed que estamos trabajando activamente para erradicar la violencia de las consultas y que no tengáis que vivir situaciones de este tipo.

Exigimos a la Administración que se tome en serio este grave problema de las agresiones a personal sanitario, ya que lejos de solucionarse, va en aumento cada año y en detrimento de los profesionales. La razón de ser de los médicos es prestar una buena asistencia a los pacientes y no podremos hacerlo mientras las amenazas, los insultos o las agresiones físicas sean compañeros de consulta.