A nuevo mapa político, nueva terminología, nuevos eufemismos, nuevos sobreentendidos. Conceptos añadidos a la jerga tradicional para justificar reposicionamientos, cambios de criterio respecto a los sugeridos por unos u otros en la campaña electoral y, sobre todo, para hacer pasar por coherente lo que no son más que adaptaciones forzadas para mantener los respectivos intereses.

Sanchismo. Manera con que Cs se refiere al PSOE para manifestar tan insalvable distancia que le impide siquiera intentar un pacto con él. Tras las elecciones autonómicas, cuando todavía Cs se mostraba abierto a un posible pacto con los socialistas, Isabel Franco aludía al PSOE como el PSOE. Ahora, el PSOE es el Sanchismo, un fenómeno que acapara todos los males (amigos de los nacionalistas y de los amigos de los terroristas) sin mezcla de virtud alguna. En Murcia, Diego Conesa es ‘amigo’ de Pedro Sánchez (elogio tal vez desmesurado), de modo que los amigos de mis enemigos con mis enemigos. (Sánchez firmó en su día con Cs un paco de Gobierno para España que no tuvo recorrido por la oposición de Podemos, y después votó, junto a Cs, una moción de censura contra el PP promovida por Podemos. Pero esto ocurrió cuando Cs presumía de ser de centro y transversal).

Sanchismo radical. En todo hay grados, y la portavoz de Cs, Isabel Franco, ha detectado que en la Región de Murcia el Sanchismo es todavía más acusado que en el resto de España. El murciano Diego Conesa no es sólo sanchista, sino ultrasanchista, y eso debe resultar peor que ser de ultraderecha, a juzgar por el hecho de que con él se reunieron durante una hora, y con Voz, durante cinco. Cs ha descubierto la existencia del ‘sanchismo radical’ hace unos días, pues tras las elecciones estaban decididos a negociar con el PSOE como alternativa al PP, o eso decían.

Pedro Sánchez. El ideólogo del sanchismo es presentado por PP y Cs como el enemigo público número uno de la Región de Murcia, cuyos ciudadanos, en su mayoría, tal vez por alguna droga dispersada con avionetas fantasma que afectara gravemente a la población, lo convirtieron en el ganador de las elecciones generales en este territorio.

Tomar café. Eufemismo de negociación en la que no se negocia absolutamente nada, salvo un ‘documento programático’ común a PP, Cs y Vox para facilitar un Gobierno presidido por López Miras: eso sí, sin cesión alguna a Vox, cosa curiosa si se tiene en cuenta que los dos primeros admiten una coincidencia programática rayana al cien por cien tras el análisis, sorbo a sorbo de sus respectivos cafés, de varios documentos (el del pacto PP-Cs y el del acuerdo entre PP y Vox).

Trilogos. Modo con que Cs resolvió su aceptación del documento de diez puntos en que se resumían sus coincidencias con PP y Vox para que éste, sin más condicionantes, se abstuviera en la sesión de investidura del pasado jueves. No firmaban el documento, pero aceptaban que su logo apareciera junto al de los otros dos partidos. Era la concesión mínima para envolver a Vox.

Lamer el culo a Macron. Metáfora (hay que suponer) con que Vox ilustra sobre la dependencia de Cs de sus socios ‘centristas’ europeos, alarmados de que el partido de Rivera se decidiera a firmar pactos con la extrema derecha cuando en el resto del continente intentan aislarla allí donde pueden; por ejemplo, en Francia. (A pesar de la grosería expresiva, Vox da en el clavo: todas las cesiones recientes de Cs respecto a Vox tienen un límite: la estampación de su firma para cualquier pacto relevante, pues esto conduciría al aislamiento de Albert Rivera en los foros europeos de sus afines. La resistencia a firmar un pacto con Vox no procede, pues, de la voluntad de los dirigentes regionales, sino que es la última frontera que valida en Europa a Rivera. De ahí que Vox, consciente de esto, insista en que no habrá investidura si no hay un documento firmado expresamente también por Cs).

Becario de verano. Sujeto en funciones de ‘community manager’ sobre el que recae la responsabilidad de los tuits de la cuenta oficial de Vox, a pesar de lo cual no borran sus escritos y ni mucho menos lo despiden, lo que indica que se trata de un becario, s es que existiera, muy disciplinado. Y es que los más elevados excesos verbales no se producen solo en Twitter, sino con más frecuencia en declaraciones públicas de los distintos dirigentes políticos.

Ultraderechita cobarde. Definición poco ingeniosa sobre Vox elaborada por Teodoro García tras el ‘no’, el pasado jueves, a la investidura de López Miras. Si hubiera dado una abstención sin contrapartidas, Voz habría merecido con más mérito la calificación de ‘ultraderechita pagafantas’. Pero el apelativo de Teodoro García ha sido de un solo uso, pues pasada la momentánea rabieta, Vox vuelve a ser para el PP un partido convalidable con el que es posible seguir negociando en situaciones menos apuradas.

Gobierno de centro-derecha. Dícese del presidido por López Miras, del PP, en coalición con Cs, para el que es imprescindible la colaboración activa de Vox en cualquier formato. ¿Puede llamarse de ‘centroderecha’ un Gobierno al que está vinculada la extrema derecha? Esa colaboración tripartida sería perfectamente legítima desde el punto de vista de las coaliciones políticas, aunque fuera incoherente con los pronunciamientos en campaña electoral de alguno de los socios (Cs, sin ir más lejos), pero de conformarse debiera ser bautizada con otro título. ¿Qué tal ‘Gobierno de excentroultraderecha’?

Líneas rojas. Límites que Cs establece en su relación con Vox para cruzarlos de inmediato, aunque cambiando de idioma: no negociar jamás con Vox significa tomar café durante cinco horas; la aceptación del documento programático resultante de esa prolongada ingesta se agradece, pero no se firma; las identidades de propósito para la acción del Gobierno son coincidentes en casi el cien por cien, pero ‘Cs y Vox están muy lejos’. En realidad, las ‘líneas rojas’, como la propia locución indica, son frente al PSOE, pero esto no lo advirtieron al principio.

Manos libres. Conversación telefónica abierta de Teodoro García con Pablo Casado, poco antes de la sesión de investidura, en presencia éste de Santiago Abascal, en la que el secretario general del PP transmite que Vox está de acuerdo en abstenerse, y van los de Cs y se lo creen. Más cerca, sin necesidad del recurso al móvil, tenía Teodoro al número dos del comité ejecutivo de Vox, Enrique Cavanas, quien llegó a la Asamblea Regional a mediodía del pasado jueves, y estuvo en todo momento junto al negociador regional de su partido, Luis Gestoso, aunque su falta de exposición mediática lo hizo pasar desapercibido. Tras el ‘no’ a la investidura, Isabel Franco, abducida por la teatralidad de Teodoro García, difundía que Gestoso, en el último momento, al dictar el ‘no’ cuando todos creían que Voz se abstendría, había engañado no solo al PP y a Cs, sino al propio portavoz de su grupo, Juan José Liarte, y por extensión a todo él, incluido el presidente regional. Si esto hubiera sido verdad, Gestoso no habría permanecido un minuto más en su partido, como tampoco habría recibido elogios a su gestión desde la cuenta nacional de Vox en Twitter. La clave: Enrique Cavanas estaba a su lado en todo momento para avalar la decisión del grupo. ¿Quién miente? No es la pregunta, sino ¿quién fue realmente engañado o engañada? Está bien claro a la vista de las consecuencias. Dice Gestoso que este tipo de efectos de confusión manejados de manera apresurada son producto de Factorías Teo, que Vox tiene identificados desde el ‘pacto andaluz’.

Alternativa Conesa. El líder del PSOE anunció ayer que trabaja en la redacción de un documento para ofrecer a la consideración de Cs, e indica que contemplará la mayoría de las medidas que éstos han pactado con el PP. Ahí se verá la consistencia de las famosas líneas rojas’. Franco anunciaba ayer que «prefiero elecciones antes que pactar con Conesa», pero ¿ignorará siquiera la posibilidad de hablar con el líder del PSOE, una vez fracasada la investidura de López Miras, cuando su partido dedicó cinco horas a reproducir un ‘momento Nescafé’ con Vox?

Elecciones anticipadas. Es la vía más impopular. Debe suponerse que el personal no está por volver a las urnas ante el fracaso de las negociaciones de la clase política. Y todo indica que el cansancio por el fraccionamiento del espectro político, que resulta inoperante en la práctica, podría ser corregido con una vuelta al bipartidismo. Que Isabel Franco abandere esa alternativa para no pasar por el terrible Sanchismo (a pesar de que inmediatamente después de las elecciones era para ella una opción probable) no es su mejor carta de presentación en sociedad, pues los ciudadanos exigen soluciones. Es verdad que ella se limita a reproducir una consigna nacional, en el supuesto de que Cs espera que Sánchez fracase en su investidura y convoque nuevas elecciones generales, en cuyo seno podrían refugiarse las autonómicas de Murcia. Pero esto significa una vez más poner a la Región en el plato de las estrategias centrales.

Tripartito inverso. El tripartido, en una acepción peyorativa, no es la conjunción coparticipativa de PP y Cs más el deseado Vox, sino la casual coincidencia del voto negativo a la investidura de López Miras de PSOE, Vox y Podemos. El hecho de que por razones bien distintas coincidan en un dilema ‘sí o no’ los votos de Vox y Podemos convierte a ambos en cómplices. ¿Es este el nivel de comprensión intelectual que los políticos de PP y Cs conceden a los ciudadanos? Es penoso escuchar este tipo de argumentarios, a sabiendas, sobre todo, de que es posible que no se trate de un señuelo por si alguien se lo traga, sino que parecen muy convencidos de lo que dicen. Esto es lo más alarmante.

nominal: Isabel Franco

Al final va a ser cierto lo de la ‘veleta naranja’, como Voz define a Cs. Esto, en la Región de Murcia, es muy constatable, pero no tanto por la voluntad de los dirigentes autonómicos como por la sujeción de éstos sin ningún reparo a las consignas de Madrid, que son desconcertantes, aunque hayamos de admitir que esta es la consecuencia lógica de que el staff, y la propia candidata electoral, hayan sido cooptados por el aparato nacional. Cs tiene un problema gravísimo, y es que está ‘quemando’ a Isabel Franco, a la que ha puesto en primera línea, y a la que no le faltan enemigos que esperan la acumulación de errores para darle matarile. No solo los externos; también en el interior de la organización hay quienes empiezan a pensar que más tarde o más temprano podrían ocupar su lugar. A mi modo de ver, ella contribuye, involuntariamente, claro, a marcar los errores, pues una cosa sería aceptar las sucesivas consignas contradictorias, y otra sobreactuar de manera que no se deja espacio personal para bascular políticamente si el consignario vuelve a cambiar.

Y es que Franco ya no resiste la ‘maldita hemeroteca’ en tan solo los 45 días que van desde el inicio de la campaña electoral al cumplimiento del un mes posterior al resultado de las urnas. «Hay que acabar con 24 años de Gobiernos del PP en esta Comunidad», reiteró, para acabar pactando un Gobierno con el PP, que se convirtió de inmediato en el ‘socio preferente’ Dijo que había ‘dos vías de negociación’ (PP y PSOE), y ahora, fracasada la primera, ya no es válida la segunda. «Nunca nos sentaremos a negociar con Vox», y hemos asistido en sede institucional a La Gran Sentada, café por medio, retransmitida en directo por los programas matinales de las televisiones nacionales. Otra: la gran distancia que separaba, según Franco, a Cs de Voz, quedó establecida el pasado jueves en un 95% de coincidencias programáticas. Y una última, que se me acaba el espacio: el gran cabreo por la espantada de Vox a la hora de abstenerse ¿cómo se concibe si no es porque se creía consumada la invariable petición de éste acerca de un documento tripartito? Cuidado, señora: la están quemando y usted atiza.

El ‘sacrificio’ de PAS por su patrocinado

El expresidente regional Alberto Garre ofreció ayer una clave muy plausible sobre la incomparecencia de quien fuera su sucesor en el cargo, Pedro Antonio Sánchez, el pasado día 26 de junio en el juzgado de Lorca que había de trasladarle el informe sobre la instrucción definitiva del ‘caso Auditorio’, en el que está imputado. Según Garre, PAS no acudió a la cita judicial para evitar la foto que lo habría colocado en las portadas días antes de la sesión de investidura de su apadrinado Fernando López Miras. Una coincidencia incómoda que PAS evitó, a pesar de la consecuencia que el gesto tuvo para él: una advertencia de que, de no presentarse a la siguiente cita, fechada para el 16 de julio, entraría en situación de busca y captura, y podría ser llevado al juzgado con las esposas puestas. De ahí pueden provenir las prisas de López Miras para que el siguiente intento de investidura se lleve a cabo lo antes posible, pues debe temer que la coincidencia esquivada haya sido inútil, y se produzca en la antesala de su nuevo reclamo a Vox para que ‘entre en razón’. El mal trago sería para el voto favorable de Cs; ya saben, ‘el partido de la regeneración’.

Los adornos florales se marchitan

El arquitecto Félix Santiuste era el encargado de realizar la dirección de arte de la toma de posesión de López Miras en el patio de San Esteban, que debía haberse producido este mismo fin de semana si la sesión de investidura del pasado jueves hubiera ofrecido el resultado adecuado para facilitar tal evento. No pudo ser, y los arreglos florales, elegidos a toda prisa, tal vez se marchiten o queden reservados en la floristería a la espera de ocasión más propicia. También parece que los vestidos de verano adquiridos por algunas diputadas relevantes para lucir en tan gozoso acontecimiento deben permanecer alguna semana más en los armarios.

Bocachanclas

Es la definición que emplea Luis Gestoso, negociador de Vox con PP y Cs en la ‘sesión del café’ de la mañana del pasado jueves, para los dirigentes nacionales del partido naranja, Girauta y Villegas, que con sus declaraciones restaban importancia al encuentro tripartito.