Corría el siglo VI a. de C, cuando Esopo escribió una fábula que tituló El parto de los montes. Nada que ver con el parto de una burra, cuya gestación oscila entre 12 y 18 meses. Analógicamente nada tienen que ver estos distintos partos; el primero es una fábula, el segundo un proceso de gestación natural de un animal paciente y muy resistente.

Pero, políticamente, la fábula podría tener encaje en cuanto a lo acontecido en nuestra Comunidad Autónoma desde el 26 de mayo y las vísperas del proceso de investidura parlamentaria del futuro presidente del Gobierno regional.

Ríos de tinta, informaciones variopintas sobre las posturas de unos y otros partidos en la Región se anuncian cada día como acontecimientos de gran envergadura, cuando, conocidos los pactos, no partos, firmados sin transparencia alguna, conocidos finalmente por la denuncia de una de las partes firmantes agraviada por incumplimiento de la otra, se circunscriben exclusivamente al reparto del poder que se determina en las sedes nacionales del PP, Cs y Vox.

¡Qué vergüenza! El paro incorregible, el Trasvase del Tajo amenazado como nunca sin que nadie, repito, nadie se plante debidamente. Un Gobierno con diez consejerías, diez secretarios generales, entre veinte y cuarenta direcciones generales, asesores ni se sabe? La supresión del Impuesto de Sucesiones está bien, pero la hipoteca heredada por casi un millón y medio de ciudadanos derivada del déficit reincidente y la deuda obstinada no nos la quita nadie.

Qué razón tenía Horacio cuando, en su Epístola a los Pisones, refirió así la fábula de Esopo: «Parturient montes, nascetur ridiculus mus» (parirán los montes; nacerá un ratón).

De la misma forma, el pleno de investidura del futuro presidente de la nación, lejos de parecerse a un proceso parlamentario común, donde el diálogo, las propuestas y el consenso deberían haber propiciado el desenlace normal que la sociedad española determinó el 28 de abril pasado, se vislumbra cada día que pasa más difícil, de tal manera que podría llegar a asemejarse al parto de la burra si, como cada vez parece más verosímil, se convocan nuevas elecciones generales.

No digo con esto que Pedro Sánchez sea un burro, pero paciente e infatigable sí lo es, como ha demostrado durante las contiendas internas en su partido y como presidente del Gobierno, sin importarle que la nación, a día de hoy, no disponga de la herramienta vital para gestionar España, los Presupuestos Generales del Estado.

Así que, entre pactos y partos, lo más normal es que nuestra Región para un ratón y los españoles nos armemos de la paciencia de los mencionados équidos.