La voluntad de regeneración política del PP quedó expresada tras la resaca del Día de la Región, en plena fase del simulacro de negociación de Ciudadanos para la gobernabilidad, por la imagen que acompaña a este comentario, tomada en la terraza de un bar de Puerto Lumbreras, que reproduce al presidente de la Comunidad, Fernández López Miras, yendo de cañas con su antecesor y mentor, Pedro Antonio Sánchez (PAS), acompañados ambos por la alcaldesa en funciones de la localidad, María Ángeles Túnez, quien ha asegurado su continuidad mediante un pacto PP-Vox, y puesta ella en su día en el cargo, como López Miras en el suyo, por el expresidente regional, imputado éste en tres supuestos casos de corrupción, razón por la cual debió dimitir hace dos años de su cargo institucional y de la presidencia de su partido por imposición de Ciudadanos, que ahora toma al PP como 'socio preferente' para la nueva legislatura mientras, de manera surrealista, apela al concepto de regeneración política para la formación del nuevo Gobierno.

López Miras, agradecido en su momento por la deferencia de ser 'el elegido', prometió públicamente que como presidente de la Comunidad iba a hacer lo posible por 'reparar la injusticia' que paradójicamente le facilitaba el poder, y se mostró dispuesto a seguir recibiendo los consejos de quien lo había elevado sobre otras personalidades del PP que computaban más cualidades y méritos, tanto a ojos de la militancia como de los observadores externos, a las que el nuevo jefe ha apartado convenientemente de las listas electorales para que no le hagan sombra.

Pronto se vio que la elección no era casual, pues López Miras significaba para PAS la garantía de una total lealtad, trasladada más allá de lo político, dado que las nuevas actividades del ex, protegido por una fundación del PP expresamente creada para acoger a los políticos averiados, se referían a negocios en que podría instrumentar su influencia.

El PP de los negocios. La candidatura electoral del PP, como ya he apuntado anteriormente, tras el disimulo de dos diputadas de 'la sociedad civil' en los puestos dos y tres, alinea a quien ha tenido bajo su mando al Info (un exjefe de gabinete de PAS), Celdrán; al expresidente de la Autoridad Portuaria (Segado) y al responsable del Servicio Murciano de Salud (Miralles), es decir, a quienes han tenido en su mano los contratos millonarios con las empresas privadas. Alguno de estos contratos, como el de la renovación del servicio de ambulancias (trescientos millones de euros, adjudicados a una UTE en que participaba La Generala con alguna de sus marcas, vaya por Dios), ha debido de ser suspendido, mientras en plena campaña electoral se ponía en marcha el concurso para la Televisión Autonómica, un nido de cuñaos e instrumento, ya que no de propaganda (en su gala de aniversario obtuvo el 1% de share, muy por debajo de La Dos), para crear cortafuegos mediáticos con sus subcontratas.

En la gestión del PP hay negocio, y alrededor, muchos ojeadores. Dada la actividad a que ahora se dedican ciertos exresponsables políticos que han dejado herederos al mando, ¿cómo interpretar esas cañas o cafelitos de Puerto Lumbreras? Y esto, en plena supuesta negociación con Ciudadanos, dando por sentado que este partido tiene decidida su coalición desde antes del domingo electoral. Porque si hay un despacho en Centrofama adonde ciertos importantes funcionarios políticos de la Administración del PP acuden a abrevar, también es visible que algunos diputados de Ciudadanos suelen acudir al edificio Hispania, donde está la sede de algún 'influencer' que dispone de piezas en la dirección del partido naranja. El pacto PP-Cs podría titularse 'el pacto Centrofama-Hispania'. Aparte de esto ¿cómo esperar posiciones políticas independientes en relación a los poderes empresariales, de un partido, Ciudadanos, algunos de cuyos diputados trabajan para las más grandes empresas de la Región? En ese contexto, una líder electoral como Isabel Franco aparece como colaboradora necesaria, y bien hay que considerarla adaptada a ese sistema de poder, implícitamente determinado, o bien no se entera o no quiere enterarse de nada.

Castillo y la modernidad. Que Ciudadanos, por su posición de bisagra, era acreedor, a pesar de sus seis escuetos diputados (obtenidos con menos votos que los cuatro de 2015) de la presidencia de la Asamblea Regional estaba cantado, pero la personalidad que se prefigura como titular del cargo lo dice todo acerca del modelo que se nos cae encima. Alberto Castillo es tan buen tipo como cualquier otro u otra, pero su personalidad pública no trasmite precisamente una imagen de modernidad. Proponen a alguien intelectualmente rancio, que además necesitará de un corrector de estilo. ¿Es esta la novedad que nos trae Ciudadanos? ¿Promueven a la presidencia de la Asamblea a un señor que está ahí porque el PP no lo alzó a la concejalía de Cultura y Festejos del ayuntamiento de Murcia? ¿Qué habría escrito en su twitter Alberto Castillo de un caso como el suyo? La alternativa a Rosa Peñalver es mediocre y nos advierte sobre el futuro de la legislatura. Después de este primer aviso ¿qué podemos esperar?

Inés Arrimadas se preguntó retóricamente en Murcia durante la campaña electoral si alguien podía imaginarse veintiocho años, después de los veinticuatro que ahora concluyen, con los mismos gestores. Pues bien, todo apunta a que esto es lo que su partido se dispone a propiciar, con la colaboración de Vox. Inés, ven y vívelo en tus carnes.