Según Miguel Garaulet, portavoz de la comisión negociadora de Ciudadanos para los pactos, en el encuentro con el PP se manifestaron «muchísimas coincidencias», y lo que no casa entre ambos partidos habría que achacarlo a que «en algo hay que ceder». Según la candidata electoral de Ciudadanos, Isabel Franco, tras la reunión con el PSOE, una vez que Diego Conesa renunció a recuperar el Impuesto de Sucesiones, se dan «muchas coincidencias en cuanto a regeneración, igualdad y política social». Podemos deducir, pues, que en ambos casos está allanada para Ciudadanos la cuestión programática. Sobre el papel, no hay escollos con PP o PSOE para establecer una coalición de gobierno en la Comunidad autónoma. Por tanto, la primera parte del asunto, solucionada. Ahora toca la segunda: el reparto de los puestos de poder. ¿Quién da más?

Conviene hacer un previsible listado de las demandas que Ciudadanos, aprovechando su posición decisiva, lanzará a uno y a otro lado. No hay que poner mucha imaginación para suponer lo que el partido liderado electoralmente por Isabel Franco se propone rascar. Veamos:

Presidencia de la Asamblea Regional.

Senador autonómico.

Vicepresidencia del Gobierno y Portavocía.

La mitad de titulares de carteras del Consejo de Gobierno (por ejemplo, Empresa, Sanidad, Fomento, Turismo, Hacienda...). A elegir.

Presidencia de organismos públicos: Instituto de Fomento, Radiotelevisión Murciana, Puerto de Cartagena, Consejo de la Transparencia... y todos los que al lector se le ocurran.

¿Estaría el PSOE dispuesto a ceder todo ese poder a Ciudadanos? ¿Estaría dispuesto a hacerlo el PP? Sin duda en ambos casos, a cambio de la presidencia de la Comunidad y de la reserva de consejerías importantes, si es que Ciudadanos no les deja las 'marías'.

Por tanto, en cuanto a cesiones y concesiones estaríamos en empate. Ciudadanos se decidiría por el que le resulte más simpático, pues el tope de entrega de poder sería igualado. Y, a priori, ya se sabe qué partido es el 'socio preferente'. El PP, como se deduce de indisimuladas declaraciones y gestos de la cúpula nacional de Ciudadanos.

El PP no lo puede igualar.

Sin embargo, el líder del PSOE, Diego Conesa, mostró ayer un inesperado acto reflejo que descoloca lo que parecía la decisión preadoptada del partido naranja: entrega a Ciudadanos la alcaldía de Murcia a cambio de que el Gobierno regional sea presidido por el líder socialista. Esta prenda extra (y qué prenda) no puede igualarla el PP. Fernando López Miras no está en disposición de entregar la cabeza de José Ballesta para salvar la suya. Entre otras cosas porque el prestigio público y el respaldo electoral avalan al actual alcalde en funciones frente al presidente popular que ha perdido las elecciones.

El PSOE ha ofrecido a Ciudadanos la alcaldía de la séptima capital de España, un regalo irresistible, a no ser que el partido de Albert Rivera no tome en consideración ni siquiera esta propuesta si es que su estrategia consiste en el 'no es no' al PSOE, ofrezca éste lo que ofrezca. Una cosa está clara de antemano: el PP no puede llegar tan lejos. En términos de poder institucional, Ciudadanos no se ha visto en otra, sobre todo porque su capital en la ciudad de Murcia son cuatro concejales, uno menos que en la anterior Corporación. Y porque de parte del PSOE no se trata de una cesión, sino de una autoconcesión, ya que la alternativa sería que gobernara el PP. Los socialistas, con nueve concejales tendrían mayor peso que Ciudadanos, por mucho que este partido fuera el titular de la alcaldía. Pero si los naranjas confían en la habilidad y el carisma de su candidato, Mario Gómez, éste podría compensar la preeminencia socialista.

Ahí es donde se localiza una parte del problema. Gómez no está en línea con el actual estatus de poder regional de Ciudadanos, y esto aunque el núcleo central de éste sea todavía impreciso, a la espera de que entre Valle Miguélez y Garaulet conformen una estructura que limite las posibilidades de liderazgo real de Isabel Franco. El aparato existente hasta ahora (Miguélez y Francisco Álvarez) habrían preferido relevar a Gómez, pero éste se afianzó con tiempo en la estructura orgánica local de Ciudadanos, que él ha ido creando y cultivando, y lo ha hecho con tanta eficacia que no tuvo rival en las primarias aunque el resultado electoral fuera mediocre, algo que otros dirigentes, por sus propias circunstancias, no están en disposición de reprocharle. Gómez no se beneficia de un cariño especial de parte del aparato regional de Ciudadanos, pero a fin de cuentas es su candidato en la capital de la Región, y pocos habrían supuesto hace apenas unos días que podría tener la posibilidad de lucir la vara de alcalde que ahora se le ofrece.

Ciudadanos se lo tiene que pensar.

La osadía de la propuesta de Conesa es de gran alcance y, ya digo, desbarata el tiro fijo al que se conducía Ciudadanos: el pacto con el PP. De ahí que ayer Garaulet insistiera en que los pactos de gobernación obedecerán a un planteamiento global (es decir, todos, el autonómico y los municipales, serán con el mismo partido), aunque esto suponga abandonar el propósito anunciado de 'estudiar caso a caso'. Con esta solución, Garaulet intenta devolver al PSOE al punto inicial: no se da por enterado de la oferta municipal y condiciona los pactos a las concesiones que Ciudadanos podría obtener en política autonómica.

Sin embargo, Conesa, en una comunicación escrita trasladada a la militancia de su partido, ha mostrado implícitamente su pesimismo al señalar que tras el primer contacto para las negociaciones con Ciudadanos, éste lo ha emplazado para el día 13, dos jornadas después de que se constituya la Mesa de la Asamblea, cuya elección debiera ser parte del pacto de la futura gobernación, pues no se concibe un acuerdo PP-Cs en el Parlamento que no se prolongara después en el Gobierno y más, si como es previsible, los populares intentan allanar la posición de Vox cediéndoles una plaza en el órgano de la dirección parlamentaria precisamente con el objeto de que colaboren en la investidura de López Miras.

Se supone que al margen de las convocatorias de mesas de negociación con luz y taquígrafos hay espacio para otros contactos directos más reservados, pero Conesa, tal vez porque prefiere practicar una estricta formalidad, no es muy partidario de tomar la iniciativa para establecer ese tipo de diálogos. De hecho, programó su mesa con Ciudadanos para mañana lunes, y tuvo que ser advertido por los naranjas de que el tiempo apremia y era mejor adelantar la convocatoria al pasado viernes. El líder socialista viene haciendo lo que corresponde al partido ganador de las elecciones: lanzó una primera propuesta programática de diez puntos, participó en la mesa de negociación exponiendo renuncias para mostrar su voluntad de acuerdo, y finalmente ha emitido una propuesta de gobernación de la capital murciana tan arriesgado como de incontestable estudio por parte de Ciudadanos, que es el que teóricamente tendría que haberse apresurado a sugerirla. Pero al parecer se muestra remiso a iniciar por su cuenta contactos directos fuera de cámara, que tal vez le serían ventajosos, si bien es cierto que la estructura de Ciudadanos no permite distinguir a priori quiénes serían los interlocutores más adecuados. Sin duda, en apariencia, Garaulet, que es quien maneja las consignas de Madrid, pero vete tú a saber.

Juanjo Molina y Miguel Sánchez.

El reloj avanza deprisa. Durante este fin de semana se elaboran los documentos programáticos que puedan establecer las coincidencias anunciadas de los dos partidos que optan a la presidencia (PP y PSOE) con Ciudadanos (en el caso de los socialistas, Alfonso Martínez Baños es el encargado de concertar con Valle Miguélez), pero mañana se celebrará una reunión decisiva de la dirección de Ciudadanos y el equipo negociador de la que probablemente resultará la decisión final. Probablemente, puestas en una balanza, las ofertas de populares y socialistas sean similares en cuanto al reparto interno de poder en las instituciones de gobierno pero, como digo, Diego Conesa ha redoblado el envite al proponer a Mario Gómez para la alcaldía de Murcia a cambio de un 'acuerdo de regeneración' en la composición de un Gobierno que él encabezaría. El PP no puede llegar tan lejos, de ahí que Ciudadanos tendrá que elaborar nuevos argumentos para justificar que el pacto se decide con su inicial 'socio preferente' a la vez que facilita que Ballesta siga siendo alcalde de Murcia en detrimento de su propio candidato. La oportunidad de descabezar a López Miras y a quien, ante él en el PP aparece como la referencia más políticamente sólida, Ballesta, solo se producirá una vez.

De momento, Ciudadanos tiene garantizada en las dos mesas de negociación la presidencia de la Asamblea Regional, que probablemente corresponda a Juanjo Molina, el único diputado de los seis de ese partido que cuenta con experiencia parlamentaria, así como el senador autonómico que le cederá uno u otro partido, según con cuál pacte. Esa plaza sería para Miguel Sánchez, el exportavoz parlamentario, en una opción muy probablemente decidida en Madrid, tal vez con la intercesión de Garaulet, un gesto que aliviaría la notable fractura entre la pasada y la inmediata legislatura que se creó por su apartamiento (en la campaña electoral no fue ni mencionado) sin que exista una razón objetiva que justifique su olvido, a no ser las solapadas discrepancias con alguna parte de la dirección a cuenta de ciertas iniciativas legislativas y su actitud y rechaza a algunas de ellas relacionadas con los sectores empresariales.

Las cartas están sobre la mesa, y desde ayer está claro quién apuesta más. Otra cosa es que ese no sea exactamente el juego o el tapete real esté en otro lado.