Tomen nota de esta palabra: Casi. Estamos en la política del Casi. En la noche electoral, Fernando López Miras resolvió: «Casi hemos ganado». Qué pena que por un diputado menos respecto al PSOE, pero casi. Ayer, en un programa de televisión, el líder nacional de Ciudadanos, Albert Rivera, dijo: «Cambio va a haber en la Región de Murcia, porque el PP no va a gobernar solo». Esto es casi el cambio. No el cambio prometido, pero casi. El PP casi gana, y con Ciudadanos, casi tenemos el cambio. Casi.

Nos faltaba Teodoro García, que está en el alero de Génova, y tiene la obligación, para salvarse él mismo, de salvar a la Región de Murcia para el PP, ya que no pudo mantener ni Cieza, su pueblo natal. Dice Teo que en Murcia ha ganado el centro derecha, y ahí incluye a Vox. A los de Vox no les gusta que los enclaven en la extrema derecha, como hizo Pablo Casado en el momento de su reconversión al centro y López Miras en una repentina e inmediata revelación mimética, pero menos aceptan que se les coloque en el centro. ¿Vox, centro derecha? Dígale centrista a un dirigente de Voz y lo citará en la calle. Hasta ahí podíamos llegar. Una cosa es decir que el porcentaje de votos de la derecha, del centro y de la extrema derecha ha superado a las distintas versiones de la izquierda, y otra incluir todo ese magma en el centroderecha cuando está tan perfectamente diferenciado. El centroderecha, en estricta lectura, debiera ser Ciudadanos, y lo que le rodea es la derecha y la ultraderecha. A no ser que Ciudadanos prefiera dejar al PP en el centro para localizarse, como parece que pretende, en la derecha estricta.

Aquí, quien ha ganado las elecciones ha sido el PSOE, como consta por el número de votos y de diputados. A Francisco Álvarez, de Ciudadanos, la diferencia de ochocientos votos respecto al PP le parece irrelevante, pero es indudable que le gustaría haber sumado esas papeletas para su partido, en cuyo recuento parece que no se ha detenido, tal vez para no deprimirse. Álvarez tiene la edad suficiente para recordar que hubo una vez en esta Región que PSOE e IU se disputaron un diputado nacional (Pedro Antonio Ríos y Tona Visiedo) por un solo voto. Un voto es soberano; ochocientos votos son ochocientos votos soberanos.

Álvarez, por cierto, ha sido desplazado de la comisión negociadora de Ciudadanos sobre los pactos tras haber iniciado por su cuenta contactos con miembros de la comisión negociadora del PP. Parece que Valle Miguélez ha instrumentado con habilidad el 'caso Alcantarilla' para relegarlo y colocar en su lugar a su valida, Ana Martínez Vidal, ambas indudablemente partidarias de pactar con los populares, frente a Isabel Franco, que en todas sus declaraciones deja abierta la vía de negociación con los socialistas. Del cuarto miembro de la comisión, el diputado nacional Miguel Garaulet, podemos suponer que se decantará por 'lo que diga Madrid'. Madrid estaba ayer en Murcia, aunque en 'visita secreta'. El secretario nacional de Organización de Ciudadanos, Fran Hervías, mantuvo una jornada de trabajo en la capital, de la que se marchará previsiblemente hoy, se supone que tras dictar las convenientes directrices sobre los pactos, en línea con lo que indisimuladamente sugiere Rivera en sus declaraciones: Casi cambiar. Al parecer, además de las reuniones internas, Hervías pudiera haber mantenido algún contacto con altos representantes del PP en la política municipal.

En este contexto, en que el partido que presume de regeneracionista, Ciudadanos, anuncia que su negociación preferente es con el partido de los 'casos PAS', desaladora de Escombreras, Novo-Carthago y otros etcéteras (dice Isabel Franco que abogan por la transparencia inmediatamente después del informe del Defensor del Pueblo que denuncia al Gobierno del PP por torpedear al Consejo que ha de velar por ella), algunos echan en falta la voz del PSOE, que parece resignado a que lo reclamen, en todo caso, en una segunda vuelta si las concesiones del PP no son satisfactorias para Ciudadanos. Pero Diego Conesa ha hecho lo que corresponde al partido ganador de las elecciones: tomar la iniciativa y remitir a Ciudadanos una propuesta de pacto que no ha sido considerada, ya que el 'socio preferente' es el PP, aunque esto conlleve la colaboración necesaria de Vox, justo cuando en Andalucía se advierte, por la negativa de éste a aprobar los presupuestos, el mecanismo desestabilizador que dibujaría también la legislatura murciana. Conesa no puede hacer más que esperar, a sabiendas de que los conceptos cambio y estabilidad corresponden a un Gobierno PSOE-Cs. El PP no significa cambio (véase la hilaridad de la tía Felisa), y el PP más Cs más Vox no entraña estabilidad.

En la noche electoral de Andalucía, Ciudadanos anunció desde primera hora su voluntad regeneracionista, que suponía suspender del poder al partido de la corrupción y el clientelismo. Pero ahora vemos que el gesto camuflaba el fin de la transversalidad: sólo se trataba de sustituir al PSOE, no precisamente por 'sanchista', pues era el PSOE de Susana Díaz. La nueva política de Ciudadanos es el Casi: pactar con los que Casi han ganado para propiciar el Casi cambio. Casi que nos engañan.