Hermético. Y también enigmático. Así se ha mostrado estos días el líder de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Murcia, Mario Gómez, tras las elecciones municipales en las que ha recibido un correctivo de los votantes (ha perdido un concejal y miles de votos), pero que sin embargo le han puesto en la misma situación que el mandato anterior. Los cuatro sufragios de los naranjas serán decisivos para darle la alcaldía al popular José Ballesta o para iniciar una operación de cambio de color en la Glorieta, que ha estado durante 24 años consecutivos en manos del PP. El socialista José Antonio Serrano ya ha dicho que hay partido y que él está en la banda calentando y preparado por si hubiera que saltar al terreno de juego.

El sorpasso que esperaban los naranjitos no se ha producido en las urnas, pero puede llevarse a cabo a la hora de conformar los apoyos que den el Gobierno local a un bando o a otro. Todos están de los nervios y el actual alcalde, ya en funciones, sigue con su agenda diaria disimulando el nerviosismo que lleva por dentro al no saber a ciencia cierta qué decidirá Ciudadanos. Confía en que sigan siendo su muleta aunque, al parecer, no está dispuesto a pagar precio alguno.

Ballesta ha dicho por activa y por pasiva que quiere gobernar con sus once concejales (uno menos que ahora) en la misma operación que le llevó a la alcaldía hace cuatro años. Son las primeras balas del alcaldable del PP, que tiene que tener en cuenta que esta inocente posición ya no colaría. Ahora, ya tiene heridas de guerra y lleva pesadas mochilas a su espalda, sobre todo, de aquellos a los que no ha contentado con su gestión.

Uno de ellos, y cuando no el que más, en ese club de descontentos es Mario Gómez, que tiene ganas de jarana auque no suelta prensa de si es para dar un vuelco a la situación. Y a esa 'jarana' es a lo que tienen miedo los populares. En campaña el portavoz de Ciudadanos dejó claro que su intención es que «el Ayuntamiento deje de ser el cortijo del PP y de sus amigotes para que vuelva a ser lo que debería haber sido siempre: la casa de todos los murcianos», una frase que actualmente, y sacada del contexto de las elecciones, puede darnos la clave de lo que significa para los naranjas «dar un vuelco a la gestión de la Administración local». Sea como fuera esta semana será crucial para el futuro de unos y otros. Cs está empleándose a fondo en la redacción del documento que contendrá los puntos del pacto para la alcaldía de Murcia que, sin duda incluirá, aspectos que a todos preocupan: mejor transporte y servicios, más seguridad y viviendas públicas, entre otros temas. Seguro que habrá sorpresas en esa declaración de intenciones por parte de los naranjas, que con Vox, han perdido 20.000 votos en el municipio de Murcia con respecto a los resultados de las elecciones generales.

La cuenta atrás para el 15 de junio (día en el que las corporaciones locales tomarán posesión) ha comenzado y no será fácil llegar a acuerdos ahora y en el futuro con un Gobierno en minoría y con un grupo nuevo que puede desestabilizar al propio alcalde y al resto de partidos en la oposición. Por nadie pase.