Recuerdo cuando mi padre se rompió el menisco jugando al fútbol. La sensación era la de que mi padre futbolista, héroe de los campos, se lesionó en una estirada increíble y las rodilleras no fueron suficientes. Era portero. Estuvo una semana en el hospital, y nevó en Murcia. Fueron días inolvidables aquellos. Recuerdo que me dijo que ya no volvería a jugar más al fútbol, y para mí fue como cuando un futbolista se lesiona al final de su carrera y ya no vuelve a salir en la colección de cromos de ninguna temporada. Y así fue. Lo dejó. Entonces, era más joven que yo ahora.

Yo jugaba ya en el 'campo del lao' y en el 'campo de los chopos' en el Parvulario del Narciso Yepes, en todos los recreos un poco más tarde en el María Maroto, en las tres pistas del Barnés con el Chupol, con el diez a la espalda. En los juegos escolares, con la Aneja, dominábamos Murcia con un equipazo, Chiri, Pujante, Ginés... Allá donde íbamos me decían ¡Schuster! Jugaba todos los días en el colegio a las ocho de la mañana, por las tardes en el patio y en los entrenamientos y los fines de semana partidos y otra vez en el patio. Sin saberlo estaba empezando esa carrera de futbolista que muchos llevamos a nuestras espaldas.

Vinieron equipos, partidos de amigos, campeonatos de instituto, Trofeo Rector, partidos en la Ciudadela, los partidos de los lunes, periodistas contra deportistas y toreros, solteros contra casados, partidos remember, quedadas con partido, despedidas de soltero con partido€ Toda una carrera repleta de highlights, algún esguince, alguna brecha... Nunca nada serio. Como la de tantos. Lo que daría por un video con lo mejor de estos treinta y muchos años en las pistas, campos y playas, campamentos, parques, patios y jardines de medio mundo.

Yo he jugado siempre arriba. También me gustaría ver las estadísticas de mi carrera. Siempre he pensado que hay una sala de pantallas en Nueva York en la que todos los datos de cada uno de nosotros se almacenan y alguna vez en la eternidad serán consultables. El número de magdalenas que nos hemos zampado en la vida, el número de goles de cabeza€ en la casilla de goles de chilena habría un fenomenal '3', si no recuerdo mal. No me he roto el menisco, pero el último partido de mi carrera lo jugué el otro día en Nueva Condomina, en la fantástica acción del Real Murcia 'Estás convocado'. Ya no es fútbol a lo que juego, ni se le parece. Y mis meniscos, como mis tobillos, codos, muñecas, cuello€ alma€ no creo que soportaran otro intento. Mi hijo Guille tiene ahora la edad que yo tenía cuando mi padre se rompió el menisco. Y hoy le he dicho que cuelgo las botas, aunque no me haya roto el menisco...

¿Sigues jugando al fútbol? Vale.