Los resultados del pasado 26M han supuesto un golpe para el llamado espacio del cambio. Las urnas marcan un retroceso general para Podemos y sus aliados, un retroceso que se acentúa en la Región de Murcia. Han sido muchos los análisis valiosos que hemos leído estos días. Sabemos, sin embargo, que ningún análisis por sí mismo puede agotar la realidad y, por tanto, necesitamos un debate lo más serio y amplio posible. Por nuestra parte, pretendemos abordar una cuestión muy concreta, a saber: ¿qué ha ocurrido en la Región de Murcia para que el 28 de abril hubiese 80.000 murcianos y murcianas que votaron Unidas Podemos, y el 26 de mayo solo 36.000 apoyasen la candidatura morada a la Asamblea Regional?.

Alguien podría alegar que dicho retroceso es general y que las causas, en todo caso, hay que buscarlas en clave estatal. Y, por supuesto, ese análisis estatal es muy necesario, pero también es preciso reflexionar desde la Región y desde las condiciones políticas de la Región. Pues estamos ante una bajada muy considerable, que nos convierte en la cuarta comunidad donde las fuerzas transformadoras retroceden más.

Si tuviéramos que identificar una primera causa señalaríamos que no se ha sabido identificar bien la coyuntura política, muy distinta a la de 2015. Estas elecciones municipales y autonómicas presentaban, en efecto, un escenario muy favorable al PSOE de Pedro Sánchez, que en este periodo ha utilizado el Gobierno para polarizar con las derechas y presentarse como alternativa. A lo que, por supuesto, se sumaba el efecto de 'carro ganador' de las últimas elecciones generales. El reto se cifraba, por tanto, en mantener el espacio propio, jugando de algún modo a la defensiva. En lugar de ello se alimentaron expectativas poco justificadas.

En este sentido, la división del espacio del cambio ha penalizado. Dicho de otro modo, a Podemos y a IU les ha ido peor por separado. No solo cuantitativa, sino también cualitativamente. En efecto, si se hubiera mantenido la candidatura de Unidas Podemos, que presentamos a las elecciones generales, se habrían obtenido -como mínimo- tres diputados, que no es un número más sino la frontera que marca tener o no tener grupo parlamentario. Pero, además, se habría logrado representación en 10 municipios donde, lamentablemente, no han sacado representación ni Podemos ni Izquierda Unida (Podemos en solitario solo ha obtenido representación en dos municipios). Por tanto, pensamos que hay que reconocer este primer problema, que atañe a las fuerzas progresistas y de izquierdas de la Región de Murcia. Y que podríamos resumir diciendo que se ha fallado al mandato de unas bases que demandaban confluencias electorales amplias.

En segundo lugar, pensamos que ha faltado mayor autonomía y perfil propio respecto al PSOE. Es verdad, y éramos conscientes, que corríamos riesgos al darle el Gobierno a Pedro Sánchez sin contraparte alguna. La política, con todo, es asumir riesgos sin garantía última. Pero quizá, aquí en Murcia, ofrecer pactos preelectorales al Partido Socialista o llegar a las vías con Diego Conesa y alzarle el brazo como ganador tuvo efectos más negativos que positivos. En la misma lógica, se ha hecho una campaña autonómica sin apenas marcar distancias del PSOE.

Y esto nos parece un problema estratégico sobre el que tendremos que reflexionar y que podríamos sintetizar así: cuanto más nos aproximamos al PSOE, más desdibujamos nuestro proyecto. Y lo más grave para la ciudadanía progresista es que, así, no se consigue sumar. Por tanto, toca repensar nuestras relaciones con el PSOE y defender un proyecto político autónomo, sabiendo que los acuerdos de Gobierno son siempre a posteriori y a partir de una relación de fuerzas duramente conquistada.

El espacio del cambio afronta este nuevo ciclo político en una posición más débil, sin grupo parlamentario y con escasa presencia municipal. Estos años hemos demostrado que sabemos hacer trabajo institucional, pero a la vez constatamos que éste no ha sido suficiente a la hora de avanzar posiciones. Por eso, desde nuestro punto de vista, además de seguir realizando una tarea institucional seria y comprometida con los de abajo, Podemos y las fuerzas del cambio deben prestar especial atención a la implantación territorial y al desarrollo de sociedad civil alternativa, de subjetividad organizada.

Tenemos cuatro años para recuperar un proyecto de cambio real para la sociedad murciana. Pero esto no se hará sin conectar claramente con la ciudadanía. El espacio de Unidas Podemos está a tiempo de reconducir el rumbo y de convertirse en un actor central de la política regional. Pero para ello debemos definir una alternativa clara frente a la alternancia del bipartidismo. Debemos buscar canales de cooperación entre fuerzas transformadoras y superar las lógicas de confrontación. Y debemos señalar claramente a los poderes fácticos que nos han dejado una Región más desigual y más desconectada del resto de España.

Le debemos a las murcianas y los murcianos sobreponernos de este golpe y seguir adelante, porque aunque algunos días parezca lo contrario, somos muchas las que sabemos que aún se puede.