En un poema que me acompaña desde hace tantos años, Bertolt Brecht decía «¡Qué tiempos éstos en que / hablar sobre árboles es casi un crimen / porque supone callar sobre tantas alevosías!». No sé cuántas veces lo habré podido releer: ese libro (la edición de kiosco ochentera de Alianza) es uno de los más importantes de mi vida. Pero, como ocurre a veces, con los grandes poemas, no lo he comprendido del todo hasta hace poco. Muy poco, realmente. El jueves pasado, en concreto.

El jueves pasado, el ayuntamiento de Murcia, mi ciudad, arrancó con motosierra y alevosía dos jacarandas de la Plaza de Santa Catalina, las que había ante el edificio del Fénix, sin ni siquiera informar a la Mesa del Árbol.

Me enseñaron un vídeo del momento motosierra. Y ahí me tenéis, con la patata en la garganta, pensando en Bertolt Brecht e incapaz de articular palabra. Pero sabiendo, muy en lo hondo, que tenía que hacerlo. Aunque eso supusiese callar sobre otras alevosías.

Por decirlo un poco todo: soy candidato a la Asamblea Regional en las elecciones del 26 de mayo, número 3 de la lista de Cambiar la Región de Murcia (la unión de Izquierda Unida-Verdes, Anticapitalistas y personas independientes). Este espacio en La Opinión, que mantengo desde hace seis años, es como os podéis imaginar muy valioso para un candidato, la oportunidad de hacer llegar su mensaje, diferenciarse de los demás. De aquí al domingo 26, me quedan tres balas. Y la pregunta: «¿vas a usar una en hablar sobre árboles?».

Qué tiempos estos en que hablar sobre árboles es casi un crimen, ¿verdad? Sobre árboles muertos, además, que ya no arrojan sombra (ni flores moradas) sobre las muchas terrazas de la plaza. ¿Cómo llamar a alguien que se empeña en señalar con el dedo los tocones, y preguntar por qué? Abrazaárboles, perroflauta, pachamama? Seguramente me lo merezco. Adelante. Llamadme lo que queráis. No voy a contestar. ¿Qué palabra habría que usar para denominar a quienes arrancan dos árboles tan hermosos? No me la sé.

En una ciudad como Murcia, que el cambio climático hace cada vez más inhabitable. Con un urbanismo insensato, arbolfóbico, obcecado con las explanadas para terrazas y las sombras artificiales de pago. Con un aire tantas veces irrespirable y tóxico por partículas PM 2,5 y PM 10. ¿Cómo dirigirme a vosotros?

Y sin embargo, tendrá que haber una manera de hacernos escuchar. Con esa primera persona del plural me refiero a quienes tenemos chiquillos (que insisten en respirar todos los días) y un proyecto de vida en esta ciudad. Claro que no podemos quedarnos mirando para siempre el hueco de otro árbol arrancado. Pero dejadnos un momento, aunque sea casi un crimen, parados allí donde crecía la vida. La que le daba sombra a la nuestra. La que la embellecía y dignificaba. Mañana, hablamos.