En 1986 la consejería de Ordenación Territorial y Obras Públicas, dirigida por Fuentes Zorita, encargó un estudio informativo sobre el recrecimiento de la presa de Camarillas. Era un hecho manifiesto que el río Mundo, principal afluente del Segura, adolecía de falta de regulación; ni siquiera podía regular sus propias crecidas, cuanto menos los volúmenes que le llegaban del recién construido trasvase del Tajo.

La cuenca del Segura superaba ya los mil hectómetros cúbicos de capacidad de embalse de los que apenas setenta correspondían a los dos embalses situados en el río Mundo: Talave y Camarillas. De las dos presas, la única que se podía recrecer, dada la ventajosa morfología de la cerrada, era la de Camarillas, pero lo impedía la proximidad del ferrocarril Chinchilla-Cartagena. A pesar de ello, y aceptando que el proyecto de recrecimiento llevaba implícito el desvío del ferrocarril, se planteó el mencionado estudio informativo cuyo autor fue el ingeniero Miguel Ángel Ródenas.

Aquí tengo que hacer un inciso: ambos ingenieros llegaron a ser presidentes de la Confederación Hidrográfica del Segura, por tiempo similar, unos seis años, y gobernando partidos distintos.

La angosta cerrada del Camarillas ayudaba a que la obra del recrecimiento fuese fácil y económica. Se proponía un recrecimiento de treinta metros, lo que suponía aumentar la capacidad del embalse en unos 250 hectómetros cúbicos con un presupuesto que, actualizado al día de hoy, podría estar sobre los 32-33 millones de euros. También se contemplaba la posibilidad de construir una central hidroeléctrica de pie de presa que produciría setenta GWh.

Diecisiete años después de ese estudio informativo el ministerio anunció la licitación de la variante de Camarillas que, por fin, otros dieciséis años después, ha pasado a estar operativa el pasado día 21, lo que me ha recordado un viejo chiste médico que termina con lo que le dice el galeno a la paciente: «Ya se ha solucionado lo del olfato, ahora intentaré solucionarle lo de la sordera». Que en el tema que nos ocupa podría traducirse por: «Apartado el ferrocarril, ocupémonos del recrecimiento». La cuestión se merece, al día de hoy, que se haga un estudio riguroso sobre las posibilidades, técnicas y económicas, de dicho recrecimiento. En él se concretaría, a cada altura, el incremento de regulación y su coste razonando, así, la decisión más aconsejable. Yo me atrevo a pronosticar que no sería superior a los quince metros

En cuanto a su realización reconozco mi pesimismo y todo porque, volviendo al pasado, y una vez que la resignación hizo archivar el proyecto 'Recrecimiento de Camarillas' surgió una alternativa: construir un túnel para pasar agua del Talave al Cenajo con capacidad sobrada de regulación. Algo tan lógico y razonable se fue retrasando años y años por cuestión política y al final se construyó, pero después de sufrir un proceso de 'jibarización' hidráulica hasta dejar reducida su capacidad a menos de seis metros cúbicos por segundo de los sesenta que fue proyectado, lo que impide su utilización en derivar caudales de avenida para que no se pierdan en el mar.

¿Alguien cree que Castilla-La Mancha va a permitir el recrecimiento? Antes pasaría un camello por el ojo de una aguja. Y es que lo de 'una cuenca como unidad de gestión', en el Segura pasa a ser 'una incruenta desunión de gestión'. Hay quien prefiere quedarse tuerto con tal de que el adversario se quede ciego.

El recrecimiento supondría tres ventajas: incremento de la regulación de los recursos propios del río Mundo, faltos de dicha regulación; incremento de la defensa ante avenidas; incremento de la regulación, en cabecera, de los volúmenes trasvasados del Tajo. Y yo me pregunto: ¿no sería más inteligente, y menos cerril, plantear que las aportaciones del río Mundo que se consigan al incrementar su regulación, resultado de ese nuevo estudio, se apliquen en la provincia de Albacete en proyectos de interés general?

Yo ahí lo dejo.