Ayer se hicieron públicas dos encuestas electorales. Una, propiamente dicha como tal, la de Tezanos, empeñado el personaje desde su toma de posesión en el CIS en desprestigiar los pronósticos del organismo demoscópico que preside. La otra, más fiable, no es una encuesta, sino una señal, un gesto, una actitud, una decisión: la dimisión de Joaquín Segado de la presidencia de la Autoridad Portuaria de Cartagena para poder optar a un puesto en la candidatura autonómica del PP. El detalle vale por toda una encuesta. Significa que el presidente del PP de Cartagena no tiene confianza alguna en que su partido pueda ganar las elecciones; a los efectos, que no está seguro de que el PP quede en una posición que le permita armar cualquier tipo de pacto para seguir en el Gobierno.

Joaquín Segado accedió a la dirección del Puerto de Cartagena como compensación de su partido, que no confiaba razonablemente en él como candidato a la alcaldía de Cartagena, para que facilitara la encomienda, con buen criterio, a la consejera Noelia Arroyo. Esto ocurrió hace, como quien dice, cinco minutos. Califíquese como se quiera el hecho de aceptar un cargo de esa importancia para dejarlo casi de inmediato para procurarse un socorro personal.

La cuestión es bien sencilla: nadie renunciaría al sillón mejor cotizado de la Administración en esta Comunidad si no fuera porque la continuidad de quien lo ocupa está en el aire como consecuencia de las previsiones electorales.

Segado prefiere, aun sabiendo que cobrará menos de la mitad, abrigarse con un escaño seguro, aunque le obligue a estar en la oposición, que jugar a la lotería de quedar a la espera de que Casado primero y López Miras después alcancen o revaliden, respectivamente, el poder en España y en la Región, circunstancias que afianzarían su posición en el Puerto. Como no cree que esto pueda suceder, Segado huye del cargo que apenas acaba de tomar y se refugia en la Asamblea Regional.

Un gesto, ya digo, que vale por toda una encuesta: el presidente del PP de Cartagena cree íntimamente que las elecciones las tienen perdidas, pues de otro modo no proyectaría la imagen de que se toma los cargos públicos como trampolines para su supervivencia política personal ni que los ejerce en modo paréntesis mientras no le sale una cosa más segura, aunque eso signifique renunciar a un importante poder ejecutivo y pasar a apretar botones por indicación de mano alzada.

¿Qué respeto muestra a la Autoridad Portuaria el que ha sido su presidente cuando la ha tomado de provisional sala de espera hasta acomodarse en un escaño refugio que le garantice un sueldo durante los próximos cuatro años? ¿Y qué mensaje envía a sus electores: «Os pido el voto para seguir en política, en el Gobierno o en la oposición, aunque de saber que podríamos ganar me habría quedado donde estaba»? Estimulante, sin duda.

Las encuestas de Tezanos son sospechosas, pero las de Segado no engañan. Está bien claro: sálvese quien pueda.