El tiempo detenido es el título de una exposición de pintura que ya ha sido inaugurada en el salón de actos de la alcaldía de La Alberca. Se trata de una muestra colectiva de los artistas Paco Cárceles (Toleo), Inés García y Loli Agüera, de la localidad, que se han juntado esta primera vez para que sepamos qué trabajos son los que hacen y podamos sentir, verdaderamente, desde aquellos magníficos tiempos de la pintura de los maestros del óleo, Gómez Cano o Bonafé, así como el acuarelista Enrique Larrosa (México), y otros, hasta estos pintores de hoy, La Alberca tiene tradición en esto que es el arte plástico, así como en poesía (numerosos han sido los poetas que han nacido o residido por aquí, caso de Emilio Masiá, por ejemplo). Es así, por esto y otras cualidades de muchos alberqueños que esta es tierra de artistas, si también recordamos a buenos relojeros, proyectistas, cantantes y personajes de la dramatización y la escena en todos los niveles del arte. En relación con los pintores de hoy, debemos añadir sobre ellos que recogen la tradición desde una posición casi autodidacta, y sus comienzos y avances se deben a los muchos cursos y talleres a los que han asistido, tanto en Murcia como en el centro cultural de La Alberca.

El caso de Paco Cárceles no es el mismo, ya que siendo muy joven ya trabajaba el dibujo geométrico, más conocido por dibujo técnico, lo que le ayudó en todo lo necesario para conocer la perspectiva y la planimetría, así como la desfiguración artística de alguna de sus obras. Sus colores tienen tendencia a encontrarse con la luz en sus puestas de sol, tanto si son marinas o, sencillamente, paisajes de representaciones formales: y los objetos familiares y los retratos tienen esa tendencia a equilibrarlos con el difumino que produce su pincel y el cromatismo plástico. El paisaje de Blanca y la Isla de Tabarca son buenos ejemplos de la hermosa sincronía policrómica de sus tardes mediterráneas.

Inés García nos atrae en sus vegetaciones exhuberantes y una tendencia al detalle de rincones realizados bajo la formación del buen gusto. Sus amarillos, como sus blancos primaverales son refulgentes y agradecen la ardiente mediterraneidad que es, así me parece, el componente básico de estos tres artistas de La Alberca.

Y Loli Agüera retrae de su memoria personajes teatrales (otra de sus pasiones junto a una ventana de luz), así como figuras de mujer desnudas y de amable cadencia. Sus marinas tienen la tendencia hacia la suavidad de un mar en calma, tal vez respondiéndose así misma al recuerdo de aquel rincón donde vuelve a verse, cada verano, en el Mar Menor y con su familia.