Nuestros hijos tienen entre 6 y 14 años. Cuando la menor cumpla 18 el planeta habrá pasado el punto de no retorno climático. A los 40 vivirá en un mundo radicalmente diferente. Para entonces dar un paseo por el bosque en el Valle o en Sierra Espuña será un recuerdo de su infancia y los días de verano con máximas de 40 o 42ºC serán los más llevaderos después de semanas enteras por encima de los 45ºC, y rozando los 50ºC.

Les pedimos, como sociedad, estudiar, aprender de la ciencia atesorada por el ser humano. Pero somos, como sociedad, un pésimo ejemplo. La ciencia al completo nos está diciendo: esto se acaba, pero seguimos haciendo novillos, sin estudiar ni mostrar demasiado interés en ello. ¿Podemos pedirle a nuestros hijos hacer lo que nosotros nos negamos a hacer: estudiar, aprender y poner en práctica los conocimientos científicos?

Sin rodeos: es una cuestión de emergencia, de supervivencia vital. Naciones Unidas estima que «la humanidad tiene 12 años para evitar un desastre ambiental catastrófico. 17 de los 18 años más cálidos han sido registrados durante este siglo, y el grado de calentamiento en los últimos 3 años ha sido excepcional». Los océanos pierden oxígeno por el calentamiento marítimo y se acidifican por disolución del CO2 emitido por nuestros coches e industrias. El mar subirá alrededor de un metro para final de siglo. En 10 años el Ártico perderá todo el hielo en verano. Hemos visto arder el norte de España en pleno invierno, en la llamada "España verde».

Ante el panorama, el fracaso de las políticas internacionales por el clima es patente y llevamos años de negociaciones fallidas. El acuerdo de París de 2015, el más 'exitoso' de cuantos ha habido, está muy lejos de constituir una herramienta real y efectiva de transición ecológica. Y no es solo el cambio climático. Perdemos biodiversidad de forma alarmante, los ecosistemas se degradan, la sobrepesca extingue infinidad de especies, pronto habrá más plástico que peces.

En estas circunstancias, la historia puede estar pasando por un punto de inflexión, y de la forma menos esperada€ No de la mano de los grandes políticos o por la influencia de los poderosos sino por el actor más sorprendente que se podría pensar: una joven estudiante sueca, Greta Thumberg, que se ha convertido en el líder climático más carismático que ha tenido jamás este movimiento.

Greta empezó como activista con solo 11 años, por mera aplicación del sentido común ante la información que recibía del estado del planeta. Cuenta que un maestro suyo les habló en el colegio de la situación de cambio climático cuando tenía 8 años. Ella se preocupó mucho y pensó: «¿Cómo es que esto no es una prioridad mundial?». Conclusión de una lógica aplastante, por otro lado. El tema le afectó y pronto enfermó con una depresión de la que salió fortalecida con la determinación de que la derrota no era una opción. De que era necesario actuar, fuera cual fuera el resultado y se puso manos a la obra. Así, a comienzos del presente curso tomó la decisión de declararse en huelga por el clima, e ir viernes tras viernes a la puerta del parlamento sueco. Ignorada al principio, motivo de burla, en ocasiones y atacada en otros, Greta se ha ganado el respeto de la comunidad internacional, con su intervención en la Cumbre del Clima de la ONU en Katowice, Polonia, el pasado mes de diciembre, donde pronunció un discurso demoledor que la ha consolidado como cara visible de las 'generaciones sin futuro' que exigen justicia climática.

Greta tiene las grandes cualidades de un líder, al nivel de Ghandi o Luther King: determinación inquebrantable, convicción absoluta en su mensaje y una profunda autoridad moral.

Y ese movimiento ha prendido. Miles de jóvenes de todo el mundo lanzan su grito viernes a viernes exigiendo lo que es pura lógica: dejar de contaminar la atmósfera para evitar un colapso planetario e irreversible.

Cabe preguntarse si en plena precampaña electoral estarán nuestros políticos a la altura. Preocupantes son, tanto las posturas más conservadoras que directamente niegan o restan importancia a este problema, como la pasividad real de los partidos más progresistas, salvo alguna honrosa excepción.

Sin ir más lejos podemos decir que Murcia, región árida y costera, verdadera 'zona cero' del cambio climático podría contar ya con una ley Regional de Cambio Climático, si no fuera por el bloqueo de Ciudadanos y Partido Popular que la han estado vetando desde junio de 2017 cuando Nueva Cultura por el Clima, nuestra herramienta de cambio, la presentó de forma desinteresada y apartidista a los representantes políticos de todos los signos.

En resumidas cuentas: la emergencia planetaria es real. La toma de decisiones y la acción determinada ya no es aplazable por más tiempo. Nuestros jóvenes lo saben, han despertado y nos lo están exigiendo. Ponernos YA manos a la obra, no solo nos dará un futuro para todos, también un mejor presente, con aire de más calidad en nuestras ciudades, más puestos de trabajo en sectores como las renovables, mejorará nuestra economía y fomentará la innovación, el desarrollo y la prosperidad.

El tiempo se agota, ¿qué les diremos a nuestros hijos cuando nos acusen, con razón, de nuestra egoísta parálisis?