Parecía no haber ningún hecho en la Humanidad capaz de superar en trascendencia histórica a la caída de Constantinopla a manos de los turcos hasta que se produjo la zozobra madridista de la Liga 2018-19, completada con la eliminación de la Copa del Rey y la debacle europea de octavos. Todo ello después de haber logrado las tres últimas orejonas y conseguido el club de Concha Espina la Décima en la final de Lisboa de hace apenas cinco años. En realidad, una auténtica catástrofe. La entrada del ejército de Mehmed II en el gran bastión de la civilización cristiana en 1453 marcó el fin de la Edad Media en Europa y del último vestigio del Imperio romano de Oriente, pero no se puede comparar con la de Florentino Pérez en el vestuario madridista, el martes pasado, para reprender a Ramos, ni con la imagen deteriorada de fin de ciclo del equipo blanco que mayor éxito futbolístico ha cosechado desde los tiempos de Alfredo Di Stéfano. Cualquiera podría hacerse cargo de la trascedencia y gravedad del asunto. El principal argumento en esta colosal discusión es el Real, que tiene casi tantos detractores como seguidores. El segundo es Florentino Pérez. ¿Se ha equivocado el presidente en la planificación? Sin duda. Es una conclusión generalizada. Aparentemente sí, pero sólo en apariencia porque el fútbol está abierto a demasiadas contingencias. Pérez no se decidió, primero, a fichar a Mbappé, y más tarde tampoco supo retener a Cristiano, el futbolista más rentable en la historia del club. Tampoco quiso contratar a alguien, no para reemplazarlo que es imposible, pero sí para aliviar la penuria goleadora que se presagiaba. ¿Puede equivocarse de nuevo? Seguramente sí, si se empeña en Neymar. Ensayo, error. Queda también por averiguar si Mourinho será la solución o el problema.