Si hay algo bueno, que ya digo de antemano que no, en un ciberdelito, es que al menos te exige una cierta cultura informática para cometerlo. No es un mero aquí te cojo y aquí te mato. Bien sea por un alunizaje, por un tirón de bolso o una agresión física, psíquica o sexual. Se requiere en estos delitos una cierta preparación para su comisión. Esto no los justifica, y menos los exime de un castigo más o menos severo. Claro que como muchas veces sucede lo interesante de una pena no es el resultado de ir a la cárcel, sino el evitar que se vuelva a cometer ese crimen, y sobre todo que se repare a la víctima del daño causado.

El primero de los ciberdelitos es el fraude cometido por computadora, pues requiere tres conocimientos manipuladores de datos: de entrada, de modificación de los mismos y de salida. Pero no solo existe este delito, sino que lo son todos aquellos que a través de un sistema informático causan un mal, provocan pérdidas o simplemente impiden el uso de otro sistema informático. Por tanto, es un delito contra una o más personas usando la informática No obstante, si lo que ha existido es meramente un abuso informático, sin causar un daño real o sin reunir la tipicidad del delito, nos encontraremos ante una mera sanción, en su caso administrativa, pero no ante una infracción criminal.

Hasta aquí está muy mal cometer un delito informático, pero el problema es mucho mayor que la estafa, la escucha ilegal, el dispositivo de búsqueda y control de una persona sin su consentimiento y sin autorización judicial, sobre todo a través del móvil. No, la cosa es más peliaguda cuando lo que se está poniendo en juego es la seguridad de un país. En otra época, los espías eran inteligentes, osados y fuertes como rocas. Y además reunían un atractivo físico que engatusaba al enemigo.

Hoy, la seguridad nacional debe ser controlada más allá de tierra, mar y aire, pues incluso este aire es el que sirve también para expandir el ciberdelito. Por eso, la Comisión de Seguridad Nacional ha pedido más seguridad (con Villarejo en la trena y el Pequeño Nicolás en horas bajas, no creo que haya gente capacitada para ello) para evitar que un bulo se difunda como reguero de pólvorao por todo el orbe para desinformar, bajo la apariencia de una verdadera noticia.

Y este, como tanto gusta llamar a los informáticos, fake news, pretende ser introducido en el Código Penal como nuevo delito, que consistiría esencialmente en tres conductas delictivas. La primera es la suplantación de personalidad o identidad en la red. La segunda modificación sería que las familias de un difunto pudieran ejercer la acción penal en nombre del mismo en los delitos de calumnia e injuria. Y la tercera variación y ampliación delictiva es la mas interesante: a los condenados por un delito grave de acoso a un menor por internet se le privaría del uso de mismo y de administrar una web.