En nuestro pensar diario, creemos que somos importantes porque nos conocen las cajeras del supermercado, porque cuando vas a la gasolinera donde repostas habitualmente saben qué combustible lleva tu coche con sólo verte la cara. Sin embargo, eso no significa que en Repsol me conozcan. En la radio una de estas tardes escuchaba a un famoso locutor presentar a un niño de once años como el mejor lector del mundo. Acababa de recoger un premio en Bruselas otorgado por una empresa que fabrica e-book que había convocado un concurso a través de su página web. Digo yo que será el mejor lector de entre los niños de once años que se presentaran al concurso. Si calculamos los miles de millones de niños del mundo, de ellos los que no tienen acceso a Internet, de ellos los que no tiene acceso al libro y de ellos los que no tienen acceso a la educación...resulta que el niño de once años es el mejor lector de su escalera, por lo menos.

Esta semana, además de escuchar pronunciar por nuestros políticos insultos a los que el diccionario reserva en el baúl de los conceptos olvidados, y que me recuerdan aquella frase que pronunciara Estanislao Figueras como presidente de la Primera República en el congreso en 1873: «Señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros»; después de esto, digo, han aparecido los datos que cada año elabora la Fundación Contemporánea sobre el estado de la cultura en España. Informe que lleva realizando desde 2009.

En el mes en el que se han entregado los premios Goya, en el que se ha celebrado FITUR y se va a celebrar ARCO, es significativo que los datos de este Observatorio de la Cultura nos ofrezcan los resultados de una encuesta sobre panorama cultural que para muchas Comunidades autónomas, incluida la murciana, se trata de una foto fija, no una imagen en movimiento, en innovación y en creatividad.

Los medios de comunicación (los que se han fijado es este estudio) han entresacado datos según conviene, como hace todo el mundo, claro. Pero si nos paramos un momento a leer el dossier de 37 páginas, que es muy fácil de descargar desde la página de esta fundación, podemos imaginarnos cómo está, o mejor, cómo se percibe el panorama cultural en nuestra región.

Por lo pronto, nuestra región no existe. En el año 2018 ocupamos el número 10 de las Comunidades autónomas, aunque parece que hemos subido seis puestos con respecto al 2017, cuando éramos los penúltimos en el ránking nacional en cuanto a calidad de la producción cultural.

En el apartado del análisis de ciudades españolas con respecto la calidad de su oferta cultural, Madrid, Barcelona y Bilbao ocupan los tres primeros puestos, mientras que la única ciudad de nuestra región que aparece es Murcia en el puesto diecisiete, subiendo tres con respecto a 2017. Más sangrante es el listado general de la actividad cultural relevante, en el que entre más de cien instituciones culturales y eventos no aparece ninguno murciano.

Con respecto a los datos por Comunidad autónoma, en la Región de Murcia el primer lugar lo ocupa La Mar de Músicas, manteniéndose en ese puesto con respecto a 2017, y aparece la exposición Místicos, de Caravaca en el octavo lugar. Las ciudades reseñadas, además de Cartagena, solo son Murcia, La Unión, Caravaca y San Javier.

Según la Fundación Contemporánea, el informe se ha elaborado enviando mil cuestionarios a reconocidos profesionales de la cultura de todo el país, de los cuales han contestado 336. Es sorprendente la escasa respuesta que han obtenido, algo más de un 30%. Ante esto, los resultados se podrían considerar algo sesgados, parciales y poco realistas. No parece un estudio tan grande ni tan profundo como para marcar el rumbo de la cultura a nivel local o autonómico. Da la impresión, por los eventos culturales e instituciones que aparecen en el informe, que es una mirada a lo grueso, a lo que todos vemos, como pueden ser el Museo del Prado, el Reina Sofía o Teatro Real. Los festivales tanto de música, teatro o cine son los que a todos nos suenan. Los de teatro de Mérida y Almagro o el de cine fantástico de Sitges van a salir en cualquier ránking, para eso no necesitamos ninguna encuesta.

Pensamos que nuestros eventos, nuestras exposiciones o nuestros equipamientos culturales son famosos en el universo mundo y no nos damos cuenta de lo relativa que resulta nuestra percepción de las cosas.