En el 2011, el filósofo Fernando Savater, invitado por la Universidad de Guadalajara, en México, reivindicaba el uso de la política y apuntaba lo que el entendía como obligación de todos de participar en ella: «Es obligación de todo ciudadano participar en el juego político». Sé de aquello porque cuento con amigos en México y alguno de ellos me destacaba el éxito de dicha conferencia, o charla, o intervención de Savater en un ambiente universitario plenamente entregado al profesor y filósofo español al que recuerdan diciendo que «esa idea de que los políticos son sectarios, olvida de que los políticos somos nosotros, y que los políticos que hay ahora en ejercicio son nuestros mandados, y que si son malos, manipuladores y corruptos, nosotros tampoco quedamos en buen lugar y permitimos que manden, no nos ofrecemos como alternativa para sustituirlos».

Pues bien, hace unos días, Fernando Savater hacía unas declaraciones un tanto sorprendentes, tan sorprendentes que llegó a decir que no creía «que hubiese tantos tontos en España», al referirse a los cinco millones de personas que votaron a Podemos en las últimas elecciones generales. Pero ¿de verdad piensa que todos los votantes de Podemos son tontos? Y esto lo ha dicho un hombre que ha proclamado que «la ética es para hacer autocrítica y no para criticar a los otros. No se requiere de los otros para ser moral. La política exige la complicidad de los demás y hasta la mejor idea política se convierte en mala cuando se impone por la fuerza». Para continuar apuntando: «La ética busca hacer mejores personas, mientras que la política busca mejores instituciones, y si hay mejores instituciones mejorarán los seres humanos».

Sí, esto lo ha dicho Savater, la misma persona que ha tachado de tontos a los votantes de un partido democrático, insultando a la ciudadanía que ha ejercido su derecho a votar a quien le parezca. Y para que reflexionemos sobre como de cambiante, con el paso del tiempo, puede llegar a ser una persona, les recuerdo que también fue el autor de Ética para Amador, un ensayo publicado en abril de 1991 que trata sobre la ética, moral y filosofía de la vida a través de la historia y que, según Savater, lo escribió porque muchos amigos que eran profesores de instituto necesitaban un texto base para la asignatura de Ética.

Y el libro, sí, está destinado a hablar de ética a los adolescentes principalmente, intentando contribuir filosóficamente al planteamiento de esa manera de actuar porque, como ha dicho, «la ética no es un decálogo o algo escrito en una piedra, es una reflexión angustiada del ser humano frente al dilema de su libertad, y por ello podemos variar de proyectos e inventar cosas».

Y de libertad hablan los votantes cuando ejercen su derecho a elegir a quienes les parece. De libertad. De la capacidad de la conciencia para pensar y obrar según la propia voluntad de la persona, tal y como reflejan acepciones que de este término se hacen en el diccionario de la Real Academia Española, que apunta también que el estado de libertad define la situación, circunstancias o condiciones de quien no es esclavo, ni sujeto, ni impuesto al deseo de otros de forma coercitiva, porque la ética filosófica señala que la libertad es inherente al humano.

Y de eso hablamos nosotros también. De libertad. Del derecho que cada uno tiene a equivocarse, a elegir libremente una y otra vez. Algo que parece haber olvidado el ilustre pensador español a quien hemos admirado, a quien hemos leído, y con el que siempre hemos aprendido. Un filósofo lúcido y un profesor brillante que al calificar como lo ha hecho a los votantes de Podemos ha olvidado muchas de sus enseñanzas y de sus escritos. Muchos de sus principios también.

Por cierto, jamás voté a Podemos. Pero eso también forma parte de mi libertad.