Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos / la edad de la sabiduría, y también de la locura.

Aunque no sea uno de nuestros pensamientos cotidianos, la idea de hacer ciudad, de habitarla de comodidad y de compartirla con los iguales, nos acompasa más de lo que podríamos creer. La cultura ciudadana se encuentra interiorizada en la mayoría de nuestras acciones y deseos, en casi todos nuestros pasos y desde que somos seres sociales, que es siempre. Abarca nuestros conocimientos, los explícitos y los tácitos. En ella se esconden la mayoría de las claves de la buena convivencia. Aprender a pensar, a relacionarnos, a ser asertivos en la totalidad de nuestro tiempo o a elegir ocios y paseos que nos permitan el mayor disfrute del lugar, todo es un proceso de creación constante. No podemos olvidar que las ciudades cambian junto a ese todo que también cambia. De forma continua, la ciudadanía se enfrenta al hecho de estar haciéndose desde una necesidad de mejora, de convertirse en espacio habitable donde vivir en lo diverso.

O visto de otro modo, si ya nos acompañamos en cercanía, ¿por qué no intentar hacerlo mejor y para bien? La ciudad es espacio de encuentro, de crecimiento para quienes la habitan, un lugar que se convierte en todas las posibilidades para quienes la comparten. Y para que ello suceda, para que los distritos, barrios y personas se hagan desde un crecimiento elegido, hay que proponerlo, hay que proporcionar el espacio y el lugar para que ello suceda. ¿Fomentar la autoconfianza y capacidades de uno para que sirva de inicio constructivo? La idea de cultura ha crecido, el arte creador sigue estando ahí para guiarnos, sí, pero la cultura de creación, esa creatividad colectiva, se expande acogiendo a todo tipo de encuentros ciudadanos que se reúnen para aprender, para solucionar problemas que laten mientras nos preocupan, y también, por el hecho de compartir llanamente. Un acto verdadero y necesario que parecemos descuidar con lo urgente.

La iniciativa ciudadana toma conciencia para resolverse, los canales políticos parecen abrirse al concepto de participación ciudadana, y los técnicos quizá tengan que sensibilizarse como facilitadores de ello, mediadores entre la institución y el ciudadano. Las cuestiones prácticas se definen con la acción, ya que apropiarnos de otros modelos de crecimiento nunca nos daría buen resultado. No se trata de copiar la técnica sino de entenderla para aprender de ella, de utilizar nuestras propias herramientas para crecer desde cuanto nos une haciéndonos especiales. ¿Por qué no dar libertar a la diversidad creativa mientras la ayudamos a ser?¿Quién mejor sabe de su cuerpo que el propio cuerpo? Pensemos en las necesidades concretas y específicas de cada esencia, aceptémoslas, y desde ahí, hagamos ciudad.

Este es un punto de partida. ¿Utopía real? Eric Fromm creyó que las utopías realistas persistirían mientras las personas fueran conscientes de su potencial de superación.

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, / la edad de la sabiduría, y también de la locura; / la época de las creencias y de la incredulidad; / la era de la luz y de las tinieblas; / la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación.