Quien sintiéndose de izquierdas no entienda que Andalucía ha sido un toque de atención y que se necesita un revulsivo para encarar los próximos comicios electorales, quizá esté haciendo un flaco favor a los principios que dice defender. Un revulsivo que pasa inexorablemente, en el momento crucial en que nos encontramos, por ensanchar espacios y unir a personas. Sumar, en suma, más allá de Podemos, de IU y de Equo, a quienes sin identificarse con ningún partido sí se reconocen en lo que podríamos llamar el bando progresista.

Así lo ha entendido Íñigo Errejón al anunciar que se presentará a las elecciones a la Comunidad de Madrid con la plataforma Más Madrid de la alcaldesa Manuela Carmena. Y aunque en política no hay nada garantizado (ya se sabe que el votante, al igual que el hombre para Montaigne, es «cosa pasmosamente vana, variable y ondeante») sí parece que sea ésta la mejor fórmula de gestión e integración para hacer frente a la unión de las derechas dispuestas a ensancharse y unirse, capitaneadas por el PP, desde el supuesto centrismo de Ciudadanos al extremismo de Vox.

No digo que no sea criticable la forma en que lo ha hecho. ¿Pero había acaso otra forma de actuar en medio del acomodo y desorientación en que se encuentra en estos momentos Unidos Podemos, desarbolado por la crisis territorial catalana y su 'variable y ondeante' política de pactos con el PSOE? Además, hay un argumento que parece irrefutable: «¿Por qué», como dice este joven ya exdiputado, «lo que es bueno para la ciudad de Madrid no lo es para la Comunidad?». ¿O no podría serlo para el resto de España?, añaden otros.

Con su dimisión, tras las críticas vertidas por el sector oficial de Podemos (la de Echenique especialmente ruin y fuera de tono), ha quedado patente que todavía hay gente en política a quien le importa más la coherencia de sus principios que «tener algo de lo que vivir hasta mayo». Jóvenes osados dispuestos a hacer política, que no dudan a la hora de elegir entre la comodidad y lo que consideran correcto, aun a riesgo de pagar un alto precio y ser condenados al ostracismo.

Una vez más, quizá sea en Madrid donde deban mirarse todas las Españas. Pero ciertamente el escenario es complejo. El cofundador de Podemos confía todavía en que la negociación es posible, Iglesias anda a la búsqueda de un candidato e IU se pregunta qué camino tomar. Ojalá prevalezca la cordura y todos acepten confluir en una única candidatura, que es lo que más puede inquietar al PP, Ciudadanos y Vox. Lo contrario podría ser un despropósito irreparable.

¿Y el PSOE? ¡Ah, el PSOE! Tras el batacazo andaluz, aun siendo el partido más votado, también debería buscar algún revulsivo. Que no debería pasar sino por unir y sumar también.