El pasado viernes pude ver en La 2 de TVE, que ya ha mejorado sustancialmente, el último capítulo de la serie, un docudrama de Juan Antonio Bardem, sobre la detención y asesinato de Federico García Lorca. La serie está dividida en seis episodios que suman un total de seis horas, y se basó en la obra La represión nacionalista de Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca (1971) de Ian Gibson. El guion fue escrito por el director junto a Mario Camus y Gibson.

Federico García Lorca tenía 38 años cuando fue asesinado el 19 de agosto de 1936, un mes después de estallar la Guerra Civil Española. La serie pretende recrear con precisión la andadura maravillosa y terrible del poeta: desde el niño que oía cómo las hojas de los chopos mecidas por la brisa cantaban su nombre, al hombre que escucha aterrorizado cómo sus verdugos amartillan los fusiles que acabarán con su vida.

El episodio que vi era el tercero, La muerte. No lo había podido ver antes aunque es del año 1987, pero me gustó el guion, y la dirección, en el sentido de que hay más de verdad que ficción, por las investigaciones que conocemos, y muy bien interpretados los personajes. La serie muestra también la alegría que tenía Federico García Lorca, la vitalidad en aquel personaje vivo de su propia dramaturgia, y la pena del poeta por los sucesos que le ocurrieron en los últimos días antes de su muerte, en aquellos prolegómenos terribles, incomprensibles.

Fue verdad que sus amigos, los hermanos Rosales, lo tenían escondido en su casa cuando la Guardia Civil y los falangistas fueron a por él. Y ellos, sus amigos, fueron a la comandancia del gobernador, Valdés, pero tanto el denunciante, Rubio, como Valdés, como el general Queipo de Llano, tres salvajes fascistas, estaban conculcados ya para darle muerte, sellándola bajo la consigna de «darle café, mucho café», y así fue, creyendo matar no sólo a un poeta sino a un enemigo de la patria, o mejor dicho, lo que ellos consideraban patria.

Lástima que ese capítulo de la serie sobre Lorca no lo hubiese visto antes, pues es muy interesante, tanto por el desconocimiento de lo que en algunos momentos se comenta de los prolegómenos de la muerte del poeta como por algunos diálogos que surgen en el mismo. Uno de momentos es la espera, en una casa vacía, de los que van a ser asesinados junto al poeta, dos banderilleros, Joaquín y Francisco, y Díscolo, el maestro cojo.

García Lorca predice el lugar de su muerte poetizando en uno de sus poemas, Cuando yo me muera: «Cuando yo me muera, / entre los naranjos y la hierba buena». Tal vez el escenario de aquel lugar de Granada, en la Guerra Civil Española, donde los asesinos franquistas acabaron con uno de los más grandes poetas de la historia.