Los medios de comunicación digitales multiplicaron sus audiencias en los últimos años gracias a la llamada 'economía de la atención', la misma que usan las redes sociales para mantenernos enganchados: es la explotación de nuestra natural inclinación psicológica por lo escabroso, el morbo, las opiniones polémicas y polarizadas o, también, por la más absoluta vacuidad (vídeos de gatitos, bebés o pollitos). Esa economía, cuyo producto es la tóxica viralización de todo tipo de basura informativa y social, está a punto de ser reemplazada en el mundo de los medios por otra mucho más conocida por todos: la clásica economía del dinero. Es lo que dice Gideon Lichfield, editor jefe de la revista de tecnología del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT).

Cada final de año, el Nieman Lab (la institución periodística más relevante de la Universidad de Harvard) pide a destacados analistas de medios de comunicación que hagan sus predicciones para el año entrante. Y la de Lichfield es que el futuro del periodismo ya no radica en captar la atención de la gente, si no su dinero. Es decir, vuelve a restaurarse uno de los principios básicos sobre los que hasta la fecha se desarrolló la labor y la empresa periodística: nunca fue gratis, los lectores pagaban por la buena información (la verdaderamente relevante para engrasar un sistema democrático y transparente), que es muy cara de producir. Lichfield considera que la progresiva implantación de muros de pago digital (o sea, que los medios dejen de dar gratis aquello que en papel tiene un precio) es algo bueno: «La economía de la atención es tóxica. Es responsable del contenido basura, de las noticias falsas y del poder excesivo de las plataformas de redes sociales gigantes». En cambio, «competir por el dinero obliga a los medios a pensar cómo dar valor a sus usuarios a largo plazo en lugar de gratificación a corto plazo; cómo servir a las comunidades en lugar de servir a la basura».

Lichfield advierte, no obstante, de que este retorno a la economía del dinero no será una regresión al modelo preInternet, cuando la edición en papel de los periódicos era hegemónica. Ahora, matiza, los ingresos por publicidad ya no pueden 'subsidiar' al lector abaratándole el coste del ejemplar, por lo que la lucha por obtener suscripciones digitales será cada vez más intensa y exigente. En este sentido, otro de los expertos consultados por el Nieman Lab, añade: «Cada vez será más importante hacer el tipo de periodismo que la gente está dispuesta a pagar, o a apoyar directamente a través de donaciones o membresías». Así opina Rasmus Klein Nielsen, director el Instituto Reuters para el estudio del Periodismo y profesor de comunicación política en Oxford. «Para la mayoría de las organizaciones de noticias, éste es un cambio fundamental, mucho más exigente que simplemente poner un muro de pago y esperar que la gente se suscriba. Gran parte de las noticias actualmente publicadas en línea simplemente no vale la pena pagarlas. Parte de todas ellas no merecen nuestra atención fugaz, y mucho menos dinero en efectivo», escribe. Eso sí, lograr el éxito, alcanzar ese nuevo modelo de negocio que tan desesperadamente busca la prensa mundial «no vendrá fácil o rápidamente; llevará años», añade Nielsen. «Es fácil olvidar -pero es importante recordar- cuánto tiempo llevó construir un negocio masivo de noticias pagadas impresas», subraya.

Mientras tanto, mientras construimos un nuevo modelo de periódico que pueda ser independiente (sin necesidad de financiación pública ni de 'subvención por razones ideológicas o de interés particular') este analista receta a los periodistas que 'estén a la vanguardia' y a sus empresas 'dinero, dinero, dinero' (y las inversiones editoriales, organizativas y tecnológicas necesarias para reorganizar el negocio de las noticias)».