Imaginan a Murcia como el epicentro del primer gran hito insurgente de Europa? A veces la historia nos da sorpresas. Y la arqueología más.

Resulta difícil interesar a un profano en unos maltrechos sillares de arenisca, un agujero terregoso o una alineación de ñuscos. Todo cambia cuando hacemos hablar a las piedras, cuando encontramos el relato oportuno. ¡Y menudo relato el que sugieren los yacimientos de la Bastida en Totana y la Almoloya en Pliego!

Los trabajos en ambos emplazamientos argáricos murcianos dan pie a hipótesis harto sorprendentes: que tal vez los murcianicos de la Edad del Bronce, hace más de 4000 años, fueran súbditos del primer Estado de Europa Occidental. Y tal vez también testigos y actores de la primera gran rebelión contra el orden establecido.

Los hallazgos arqueológicos sobre el Argar nos sugieren un Estado totalitario fuertemente jerarquizado que ejercía, mediante una casta profesional de soldados, una férrea autoridad sobre un territorio similar al de Bélgica. Dominaba las actuales provincias de Murcia y Almería, más parte de Jaén, Granada y Alicante. Contaba con ciudades amuralladas que llegaban a albergar a unas mil personas. No parece que tuvieran enemigos externos, no hay evidencia de luchas frente a otras gentes. Las puntas de alabardas y dagas de bronce encontradas no se usarían para proteger, sino para sojuzgar a una población mal nutrida y con tendencias levantiscas. Los abundantes enterramientos muestran deficiencias en la alimentación y duro trabajo.

Además de la formidable muralla de la Bastida, la más antigua de esas características hallada en Europa, destaca sobre el cerro de la Almoloya un enigmático edificio rectangular sin restos orgánicos. Ni se come ni se sacrifica ni se entierra. Allí no parece que se hiciera otra cosa que reunirse y parlamentar. Muestra una bancada perimetral que se eleva hacia un lado, lo que sugiere una jerarquía entre las cincuenta personas que podría acoger. ¿Se trata tal vez del primer Parlamento de la historia? No hablamos, cierto, de un Estado democrático, aunque todo sugiere que allí debían reunirse quienes tenían voz en esa sociedad.

Pero lo más sorprendente es que todas las ciudades argáricas se abandonan en torno al año 1550 a. de C. ¿Qué ocurrió? El manto de cenizas apreciable en la Almoloya apunta a que fue literalmente calcinada. Así pues, tras 900 años (de 2400 a 1550 a. de C.) de despótico control sobre el sureste español, el Argar deja tras de sí un atronador silencio. Quienes escaparan a semejante nit del foc no encontraron ánimo para tomar el testigo. No quedó rastro posterior de su cerámica sin adornos, de sus enterramientos en cistas. La cultura argárica se esfumó y punto. Siglos después surge la cultura ibérica, pero ya en la Edad del Hierro.

A algunos esto les sugiere un levantamiento masivo y una tremenda furia destructora; el Armagedón argárico, un germinal murciano del que nada germinó. ¿No les maravilla tan insurgente hipótesis?

¿Quién iba a imaginar en estas resecas y conservadoras tierras del sureste español un pedigrí revolucionario semejante? Pliego, París, Petrogrado ¿Y si al final nuestra Murcia se erige en referente y punto de partida de una ruta arqueológica de la rebelión?

Y es que empieza uno por quemar la Bastida y otro acaba siempre por tomar la Bastilla.