El Foro Mundial Económico prevé que en 2025 los robots cumplirán el 52% de las tareas profesionales. Debemos prepararnos para las nuevas competencias profesionales que exigirá esta novedosa situación. El informe citado señala que la digitalización generará nuevas oportunidades de negocio, muchas de ellas vinculadas a la economía circular, los servicios asistenciales o la industria del ocio. Esta revolución robótica podría crear 133 millones de empleos en los campos de la inteligencia artificial, el tratamiento de datos, los programas informáticos o el marketing.

¿Qué perfil profesional demandan actualmente las empresas y cuál demandarán en el futuro? La fundación Universia elaboró un estudio preciso al respecto: Los diez empleos emergentes con más futuro en España, de lectura obligada para cualquier gestor educativo, especialmente en el ámbito de la Formación Profesional.

Se necesitan ya programadores y expertos en análisis de datos en un ámbito emergente, el del Big Data. Otro de los perfiles del futuro será el de programación de aplicaciones web y en la nube. Las aplicaciones móviles suponen también un importante nicho de mercado. Actualmente tenemos a nuestra disposición decenas de aplicaciones para una misma función y, en consecuencia, se requiere un criterio para seleccionar la aplicación de uso más sencillo; esto se conoce como 'diseño de experiencia del usuario', otro campo en auge. Las empresas, tanto las grandes como las pequeñas y medianas, precisarán expertos en marketing digital. La industria del videojuego genera más de 8.700 empleos en España y más de 1.359 millones de euros en facturación, y va camino de superar a la del cine. Si a esto sumamos la emergente tecnología de Realidad Virtual, debemos prever un fuerte incremento en la demanda de profesionales especializados en entornos 3D. Cabe desatacar que una empresa murciana fue la primera en desarrollar el primer juego de rol español.

A estos sectores se suman otros como ciberseguridad, robótica, inteligencia artificial o los relacionados con la eficiencia energética o la industria agroalimentaria.

Pero incluso por encima de la capacitación técnica, las empresas valoran cada vez más las soft skills. Se trata de habilidades como la capacidad comunicativa, la destreza para adquirir, procesar y desarrollar información, la toma de decisiones y resolución de conflictos, el trabajo en equipo, la habilidad para planificar, organización o priorizar el trabajo o la capacidad de negociación. Este tipo de habilidades se adquieren y desarrollan sobre el terreno, por lo que se debe promover la relación continuada entre empresas y centros educativos.

¿Está dando respuesta el sistema educativo a estas demandas de formación? La Formación Profesional lo está haciendo y, en consecuencia, se conforma como la opción favorita de nuestras empresas a la hora de contratar a las personas más cualificadas para estos puestos. De hecho, nueve de cada diez titulados de FP encuentran trabajo en los seis meses siguientes a la obtención del título y el 50% de los nuevos empleos en el 2020 provendrán de alguna sus familias profesionales. La FP Dual cobra aquí un protagonismo especial, donde se incrementa el tiempo de estancia del alumno en la empresa. La FP Dual se erige como el gran instrumento para acercar la empresa al centro educativo; en la actualidad son casi 500 empresas de nuestra Región las que han optado por esta modalidad, alcanzando en algunas familias el cien por cien de empleabilidad.

La FP requiere una actualización constante de la oferta que se adapte al tejido productivo de cada comarca y municipio, adelantándose a ese futuro profesional que se avecina. Esta es una de las funciones del ICUAM, el Instituto de las Cualificaciones de la Región de Murcia. El ICUAM ha dado sobrado ejemplo de su capacidad de reacción ante las nuevas demandas en sectores como el del calzado o el del bordado.

Una de las acciones más ambiciosas que impulsará la consejería de Educación, Juventud y Deportes a través del ICUAM es el Proyecto Brújula. Un proyecto de desarrollo personal integral para ciudadanos que abandonaron los estudios sin obtener un título académico oficial. Este proyecto inicia las acciones para detectar la formación ya cursada por los alumnos de ciclos formativos de FP que no consiguieron titular y que puede ser reconocida como certificado de profesionalidad del sistema de formación para el empleo, trazando itinerarios formativos personalizados para los alumnos a fin de que puedan obtener una cualificación y mejorar así su empleabilidad. De esta manera esperamos llegar a 24.000 personas de entre 16 y 24 años.

La prosperidad de un país dependerá de un sistema formativo que aúne la formación profesional y la formación para el empleo, dando una respuesta rápida a las nuevas demandas de competencias profesionales y creando una verdadera cultura formativa no solo en los centros educativos, sino, y especialmente importante, en los centros de trabajo.